Ochenta y ocho escalones sorprenden al caminante. Contrastan en medio de la ciudad y su interminable movimiento, con amplios descansos, muros sólidos e imponentes, el majestuoso Rectorado en la cima y la figura del Alma Máter que parece invitar a un abrazo. Estamos en el epicentro de la más importante y antigua casa de altos estudios de Cuba, y una de las primeras en América: la Universidad de La Habana.
La escalinata es su carta de presentación. Seductora, invita a remontarla hasta el final, como ha hecho por muchos años con los principiantes que ascienden «La Colina Universitaria» en ritual indispensable. La mayoría de los grandes líderes que ha dado la Isla, pensadores, personalidades de la cultura, la ciencia, el gobierno y el Estado, alguna vez hicieron este trayecto.
Historia y traslado
La institución se fundó oficialmente el 5 de enero de 1728 en el Convento de San Juan de Letrán, ubicado entre las calles O´Reilly, Mercaderes, Obispo y San Ignacio, en la parte antigua de la ciudad. Surgió como «Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana». Tras un proceso de secularización, junto a transformaciones en el sistema educativo, cambió en 1850 su nombre a «Real y Literaria Universidad de La Habana» y finalmente, en 1899, adoptó la denominación que ostenta hoy. El primero de mayo de 1902, inició su traslado hacia la sede actual, en la antigua Colina de Aróstegui o Loma de la Pirotecnia, en el Vedado capitalino, con un área más amplia que le ha permitido crecer y posicionarse cómodamente.
Está compuesta por 17 facultades y 15 centros de investigación. Varios de ellos se concentran en este mágico espacio: «La Colina Universitaria». Es un recinto amurallado, precedido por la célebre escalinata, que se abre al mundo y al conocimiento desde el centro de la ciudad moderna.
La vida estudiantil y el ánimo juvenil son elementos indispensables de la Universidad, la «UH», como suelen llamarla sus alumnos y a diferencia de la mayoría de sus similares en otras geografías, está activamente imbricada en la dinámica social y política, cotidiana y terrenal. Cada escalón, cada rincón, está lleno de historia. Ha sido protagonista y testigo de numerosos acontecimientos trascendentales del país antillano, de reformas educativas, luchas estudiantiles, huelgas, revueltas y hasta hechos de sangre. Y junto a sus memorias, múltiples bellezas arquitectónicas hacen único a este sitio sagrado en el imaginario de los cubanos.
Tesoros de la Universidad de La Habana
La Colina se conecta con el mundo exterior a través de cinco accesos, pero la escalinata abocada a la calle San Lázaro está considerada como la entrada principal del recinto académico. Mientras ascendemos, la Facultad de Filosofía e Historia aparece custodiando el flanco izquierdo. Por el derecho, la Facultad de Ciencias Farmacéuticas. Así llegamos a la cima y confrontamos el Alma Máter, soberbia y hermosa escultura en bronce de una mujer con los brazos abiertos, dos veces mayor al tamaño natural, que ha devenido en ícono emblemático de la institución y del honor universitario. Fue creada por el artista checo Mario Karbel en el año 1919 y, según se cuenta, se inspiró en dos modelos: una para el rostro, la joven de 16 años Feliciana Villalón y Wilson, hija de José Ramón Villalón y Sánchez, profesor de matemáticas de la casa de estudios, y una mujer criolla, mestiza, de más edad, para el cuerpo.
Bordeamos el monumento y avanzamos hacia el Rectorado, un edificio de arquitectura neoclásica que se inspira en el Partenón griego. Posee altas y sólidas columnas, conformando una bóveda central que convida al paso tranquilo o al descanso, guarecidos del sol.
Traspasando el Rectorado llegamos a la Plaza Cadenas o Ignacio Agramonte. Arbolado de laureles y agitado punto de reunión para el alumnado, descubrimos el parque central de La Colina, que figura en el corazón de la cruz latina que conforma la distribución de las construcciones. A la izquierda, la Facultad de Matemática y Ciencias de la Computación; al otro lado, la Facultad de Derecho; justo enfrente, la Biblioteca Central Rubén Martínez Villena, reconocida por la calidad de sus fondos archivísticos. Siguiendo esa dirección, nos topamos con el Aula Magna y un poco más allá, la Facultad de Física, en reconstrucción desde hace algún tiempo. Todos son inmuebles neoclásicos de belleza indiscutible.
El Aula Magna
Sobre los terrenos del Campus sobresale, sin dudas, el Aula Magna. Sobria, de amplias paredes de roca perfectamente delineada, conforma un cuadrado perfecto en el que se combinan el neoclasicismo y el barroco. Es una mole de dos pisos, con puertas y ventanales fabricados con maderas preciosas de esas tierras.
El local está presidido por el Escudo Nacional y a su alrededor, inscritos en letras doradas, se leen varios lemas en latín, lengua de los sabios. Alternados, se contemplan unos medallones alegóricos a ilustres personalidades de la casa de estudios. Las paredes están decoradas con grandes paneles pictóricos del artista cubano Armando García Menocal, que representan las principales facultades fundacionales: el Derecho, las Letras, las Artes Liberales, el Pensamiento, las Bellas Artes, las Ciencias y la Medicina.
Allí también se protegen algunos grandes tesoros universitarios y de la historia de Cuba, como los restos del doctor Carlos Juan Finlay, reconocida figura de la medicina internacional que fuera creador de la vacuna contra la fiebre amarilla, y los restos del filósofo y presbítero cubano Félix Varela, homenajeados en 1998 durante la visita del papa Juan Pablo II. El techo abovedado, por su parte, regala maravillosos frescos que encarnan alegorías a la Arquitectura, la Pedagogía y la Ingeniería.
La magna obra, inaugurada oficialmente el primero de octubre de 1911, fue la primera educativa entre las construidas en La Colina. En ella se realizan tradicionalmente las graduaciones de las diversas carreras, en acto oficial y solemne de entrega de títulos, así como otros importantes eventos sociales, culturales y políticos del país.
Otros datos y sitios de interés
La Universidad de La Habana es un centro adscripto al Ministerio de Educación Superior, con una matrícula cercana a los 60 mil alumnos en sus 32 carreras y diversas modalidades de cursos. También ha graduado a miles de jóvenes extranjeros.
Varias de sus dependencias están desperdigadas fuera de La Colina, que fuera declarada Monumento Nacional en 1978. Posee varias cátedras, museos y se enorgullece de haber acogido en las aulas de sus distintas sedes a figuras de relevancia nacional como Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Antonio Bachiller y Morales, Felipe Poey, Francisco de Arango y Parreño, Fidel Castro, Julio Antonio Mella, José Antonio Echeverría y Rubén Martínez Villena.
Antes de terminar este recorrido relativamente corto, pero repleto de gran riqueza patrimonial, histórica y científica, sería imperdonable obviar dos lugares que todo matriculado conoce: el Jardín de la Fama o Parque de los Cabezones, un espacio de enamorados y concurrencia informal, discreto, que ha ganado el sobrenombre en sorna a las abultadas esculturas representativas de cubanos ilustres de los siglos XVIII y XIX; y el estadio Juan Abrahantes, justo al cruzar una de las calles laterales, sede de los «Juegos Caribe», el torneo deportivo universitario con más tradición en el continente americano, en el que participaron importantes figuras del deporte y la memoria nacional, durante su etapa estudiantil.
Una visita a La Colina de la Universidad de La Habana
Muchos de los city tours (recorridos de ciudad) por La Habana moderna que ofrecen las agencias de viajes, incluyen una visita a La Colina y otros muestran la vista exterior desde la zona de la escalinata; pero también puede contratar uno más preciso. Para ello, consulte a su agente, aunque se sabe que Universitur S.A. puede serle muy útil en este sentido, facilitándole un guía realmente conocedor de la historia y la arquitectura del recinto.