La Habana, ya sabemos, es una ciudad que a la vez tiene muchas dentro de sí. Uno de sus mejores rostros es el del moderno barrio del Vedado, que a mediados del siglo XX fue testigo de un excepcional desarrollo arquitectónico. Numerosas torres se levantaron hacia el cielo, la mayoría impulsadas por abundante dinero de empresas extranjeras y no faltó la mano de la mafia norteamericana.
Una de las avenidas más concurridas de Cuba es la calle 23, que cruza el Vedado de lado a lado. En el corazón de ese barrio palpita la intersección de las calles 23 y L, quizás la más moderna de la urbe por el estilo de la arquitectura que predomina en la zona y los numerosos y nuevos negocios que abundan en sus alrededores.
Esa esquina inicia la famosa Rampa capitalina, una colina de asfalto que desciende hasta besar el Malecón, de frente al mar. Lleguemos hasta allí y recorramos sus sitios notables.
El hotel gigante del Vedado
El Hotel Habana Libre Tryp es uno de los emblemas del turismo cubano. Se construyó con un costo de 24 millones de dólares, y lo inauguraron en 1958. Antes del triunfo revolucionario estuvo administrado por la cadena Hilton.
Es un verdadero gigante de hormigón armado, erguido a casi 200 metros sobre la ciudad. En sus 27 pisos tiene más de 600 habitaciones y 42 suites, tres bares, piscina, un centro comercial…
Entre sus huéspedes ilustres estuvo el mismísimo Fidel Castro, quien usó durante tres meses la suite continental como puesto de mando de la Revolución. También visitaron el hotel el Comandante Che Guevara; la cantante Sara Montiel; la primera mujer cosmonauta, Valentina Tereskova; así como los actores Elizabeth Taylor, Mario Moreno (Cantinflas) y Matt Damon.
Al recorrerlo, yendo hacia algunos de los bares, restaurantes y cafeterías del inmueble, sorprenden las importantes obras de arte atesoradas allí. Entre ellas, el mural de 670 metros que nos recibe desde el mismo frente, concebido por la artista cubana Amelia Peláez. En el lobby se ve la escultura «Clepsidra», diseñada por Rita Longa y en el interior encontramos otras obras de artistas de la isla de primer nivel, como «El Carro de la Revolución», del pintor y ceramista Alfredo Sosabravo y el mural «Historia de las Antillas», de René Portocarrero.
En su momento, el hotel era el más alto y grande de América Latina. En la cima está el famoso Cabaret Turquino, una discoteca de techo retráctil que en el momento más ardiente de la fiesta se abre y deja ver un espectacular panorama del cielo, las estrellas y el mar Caribe.
En el cine más grande del país
Quizás el Cine Yara sea el emblema, entre las salas oscuras, de aquella etapa moderna de la arquitectura cubana tan bien reflejada en la esquina de 23 y L y sus alrededores. Primero se llamó «Warner» y luego «Radiocentro», hasta adoptar el nombre actual en la década del 70.
Con sus casi dos mil butacas, todavía es el eje de las proyecciones cinematográficas de la ciudad. No hay estreno en Cuba que no se pase, a precios de entrada muy bajos, por la gran pantalla del Yara.
En el edificio también hay una tienda donde se pueden comprar DVD de películas cubanas, libros sobre audiovisual latinoamericano, camisetas con carteles de cine y otros suvenires.
Hay que llegarse hasta allí durante diciembre, cuando se celebra el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Por esos días, 23 y L es un espacio para encontrarse amigos de todas partes del mundo, y las filas a las puertas del Yara doblan la manzana de edificios, como claro testimonio del amor de los habaneros por el séptimo arte.
La Catedral del Helado
Casi todos los cubanos han ido alguna vez a Coppelia, o quieren ir. No hablo del ballet de Saint-Léon, y música compuesta por Leo Delibes, sino de una enorme edificación dedicada exclusivamente a la venta de helados.
En Coppelia se filmó la secuencia inicial de «Fresa y Chocolate», una de las película cubana más famosas y que fue nominada al Oscar en 1994. Abarca casi una manzana, una de cuyas caras es uno de los espacios de 23 y L más conocidos por los habaneros y cubanos.
¿Cuántos cubanos y visitantes de otras latitudes no han hecho largas filas allí, para hartarse con una gran cantidad de bolas cremosas? Millones, se lo aseguro.
Más de 400 empleados sirven unos 16,100 litros de helado a más de 30,000 clientes, diariamente. Asombroso.
El ballet no está desligado del origen de la «Catedral del Helado», como se le conoce por su arquitectura modernista y de espacios amplios. Celia Sánchez, guerrillera y secretaria de Fidel Castro, escogió el nombre inspirada en su obra favorita de la danza.
Ir a Coppelia con amigos, familiares o parejas es una arraigada tradición en esa ciudad nacida de la necesidad de aplacar el calor en las tardes habaneras.
Tienda de música, al lado del mejor lugar para merendar
«La Habana sí» es una buena tienda de discos musicales y suvenires, que se encuentra en la esquina de 23 y L, en diagonal al cine Yara. Su nombre recuerda el estribillo de una famosa canción de salsa cubana, y es que allí puede encontrarse la crema y nata de los sonidos del país.
Los principales sellos discográficos de la llamada «isla de la música» venden allí sus novedades. La salsa cadenciosa y sensual, la frenética timba, la trova romántica, el son tradicional, todo está al alcance de los melómanos interesados en la producción musical cubana.
A unos diez metros de «La Habana sí», entre 23 y L, hay una cafetería que recomiendo por su versatilidad. Lo mismo para una merienda ligera luego de un paseo por el Vedado, que para un almuerzo, La Calle Bistro es un sitio con muchas ofertas a bajos precios, un ambiente tranquilo y un atractivo diseño.
Camareros muy competentes y amables sirven deliciosas malteadas, batidos de frutas y helados recomendables para refrescar mirando hacia la calle más céntrica de la capital cubana. También ensaladas de vegetales frescos y jamón serrano, pizzas y pastas, entrepanes y postres. Si la visita no deje de ordenar la exquisita pechuga con salsa de queso azul; es una excelente propuesta.
En el corazón de La Habana moderna: la esquina de 23 y L
Difícilmente se encuentre en La Habana una esquina más populosa y céntrica que la de 23 y L. Allí confluyen personas de todo el país y otras partes del mundo porque, además de los lugares interesantes a su alrededor, es un punto fundamental del transporte en la ciudad. Desde la intersección se pueden tomar autobuses y taxis hacia todos los barrios de la urbe.
El ambiente cinematográfico que le regala el Cine Yara, los hermosos y nuevos negocios que abundan, como La Calle Bistro, o las joyas arquitectónicas modernas, son más que suficientes para despertar el interés de los viajeros. Además, nada sabrá de La Habana si no conoce la calidez y simpatía de sus habitantes, evidente cuando paseas un rato por la famosa esquina del Vedado.