Ruta de paso obligado para algunos, sitio de divertimento para otros, espacio de contemplación y relajación para todos, la Avenida Malecón figura entre las principales y más famosas calles de toda Cuba. Resalta por ser una vía costera con un singular paseo marítimo, por su posición privilegiada junto al océano y por haber sido testigo de gran parte de la historia cubana de la última centuria.
Se extiende por casi ocho kilómetros, desde el Castillo de San Salvador de La Punta, en la entrada de la Bahía de La Habana, hasta el Torreón de La Chorrera, en la desembocadura del río Almendares, dos de las fortificaciones erigidas contra el asedio frecuente de corsarios y piratas entre los siglos XVI y XVIII. Constituye una arteria imprescindible para tomar el pulso a La Habana.
De Avenida del Golfo a Avenida Malecón
Antes de poseer su nombre y estructura actual, la Avenida Malecón atravesó por varios procesos constructivos y tuvo diferentes denominaciones. Primero fue llamada Avenida del Golfo, luego Avenida Maceo y con el paso de los años, cuando se materializó la construcción del muro del malecón, adquirió el nombre que hoy ostenta y le ha dado la vuelta al mundo.
Primero fue un espacio ocupado por el «Monte Vedado», una muralla natural constituida por la costa de arrecifes y un bosque impenetrable que, con el crecimiento de La Habana de extramuros, comenzó a perder terreno ante la urbanización. El proyecto de expansión se asignó al mejor ingeniero cubano de la época, don Francisco de Albear, célebre por el acueducto que aún existe y lleva su nombre. Según se sabe, la propuesta de Albear planteaba que la avenida se construyera a cuatro metros sobre el nivel del mar, separada de la orilla, con bóvedas en la parte inferior que podrían emplearse para fines diversos.
Al parecer, el elevado costo condujo a que el proyecto se transformara durante el proceso de ejecución. Como resultado, la Avenida Malecón posee un total de seis carriles, tres en cada dirección, y se extiende por unos ocho kilómetros a lo largo del litoral habanero. Su construcción inició en 1901 y demoró unos cincuenta años, en los cuales se fue ampliando por tramos.
La primera etapa abarcó unos 500 metros, desde el Paseo del Prado hasta la calle Crespo y duró un año. La segunda, finalizada en 1921, llegó hasta la calle O, donde posteriormente se realizaría el Monumento al Maine. El tercer y cuarto tramos prolongaron la avenida hacia el oeste, primero hasta la Avenida de los Presidentes, en 1930, y para 1952 llegó finalmente al río Almendares.
Un recorrido por la avenida
Un recorrido por la Avenida Malecón permite identificar los diferentes estilos de la arquitectura cubana. Como expresión de las etapas de crecimiento de la urbe, se muestra una arquitectura ecléctica en edificaciones antiguas que han llegado al presente gracias a las obras de restauración de la Oficina del Historiador de esa ciudad.
A lo largo del trayecto, varias construcciones tienen particular significación histórica y arquitectónica, como el Castillo de la Real Fuerza, el Torreón de San Lázaro, la entrada al Túnel de la Bahía de La Habana y la Embajada de los Estados Unidos; así como los monumentos dedicados a próceres de la independencia, entre los que contamos los de Máximo Gómez, Antonio Maceo y Calixto García.
Los municipios capitalinos de Plaza, Centro Habana y Habana Vieja, quedan conectados por esta carretera exterior que se enlaza, en su extremo de La Chorrera, con la Quinta Avenida de Miramar luego de cruzar el Túnel del Almendares. Al este, por La Punta, da paso a la Avenida del Puerto, rumbo al poblado periférico de Guanabacoa.
Desembocan en ella otras calles importantes y célebres de La Habana, como El Paseo del Prado, la Avenida de los Presidentes (la conocida calle G), la Avenida Paseo y la Calle 23, del Vedado capitalino. Acoge a varios de los más famosos hoteles, como el Nacional, el Meliá Cohíba, el Riviera y populares centros recreativos como El Castillito, el Camilo Cienfuegos, el Nené Traviesa y el Restaurante 1830.
La avenida y el muro
La avenida recorre toda la extensión del malecón habanero, un ancho muro de siete mil metros que separa el mar de la ciudad, la resguarda de la furia de las aguas y ha sido descrito más de una vez, por sus características, como el banco (asiento) más largo del mundo; un balcón para enamorar mientras se contempla la inmensidad azul y se respira aire puro, desde el que se sueña y se disfruta de inigualables puestas de sol, un estirado sitio que reúne cada día a miles de cubanos y extranjeros en busca de las mejores vistas de La Habana.
Entre el muro y la calle, una ancha acera deviene en paseo donde es frecuente encontrar a algunos que corren para ejercitarse, trovadores con sus guitarras, a un transeúnte distraído, a un grupo alegre de muchachos, a un pescador con su soledad o a un vendedor ambulante, que ofrece recuerdos del momento o maní tostado caliente, salado o garapiñado y otras «delicias» del folclore cubano.
Sitio de grandes acontecimientos
A lo largo de la historia, la popular avenida y sus alrededores han sido escenario de grandes acontecimientos. Fiestas, masivas marchas y desfiles, conciertos de reconocidas agrupaciones musicales, eventos de arte como la Bienal de La Habana, carnavales tradicionales que han sobrevivido hasta nuestros días, y otros muchos sucesos confirman su importancia histórica, social y cultural. A finales de los años 50 del siglo pasado, en el Circuito del Malecón se efectuaba el Gran Premio de Cuba de Fórmula I, que concentraba la atención de toda la ciudad.
De túnel a túnel
En un extremo de la Avenida Malecón se halla el Túnel de La Bahía de La Habana, puerta de acceso principal a las hermosas Playas del Este y hacia el balneario de Varadero, un tanto más allá. En el otro, está el Túnel del Almendares, vía de acceso al exclusivo barrio de Miramar.