El Valle de Yumurí regala un hermoso horizonte bordeado por una amplia vegetación, ríos, alturas de 150 metros y singulares huellas de la arquitectura cubana. Para los ávidos amantes de la naturaleza este sitio reserva inigualables parajes.
Entre la parte más oriental de las Alturas Habana-Matanzas (a unos 100 kilómetros de la capital) y al noroeste de la Ciudad de Matanzas, conocida como la «Atenas de Cuba», se localiza este escenario, declarado área protegida. El majestuoso desfiladero dispone de una llanura de cerca de 80 hectáreas donde abundan las palmas reales, aves endémicas y grandes extensiones destinadas a la siembra de la caña de azúcar.
Dos ríos cruzan el conjunto paisajístico, uno conocido con el mismo nombre del valle, el otro es Bacunayagua, atravesado por el puente más alto de la Isla y una de las joyas de la ingeniería civil cubana. Allí, desde una altura de 110 metros, se puede disfrutar una de las vistas más impresionantes del Valle de Yumurí.
El nombre según la leyenda
El origen de la palabra «yumurí» tiene varias versiones. La presencia en la localidad de aborígenes y su contacto con los colonizadores españoles, dieron lugar a la leyenda que con más firmeza ha perdurado.
Cuentan los pobladores del sitio que una princesa india cayó desde una de las colinas hasta el fondo del mar y en el descenso gritó «Yu…murí!», eternizando con ese nombre el valle y el río. Según evoca la leyenda de amor, la joven aborigen, castigada al infortunio al enamorarse de otro nativo, provoca con su muerte la abertura de la tierra y con ella la creación de sus afluentes.
Los mitos también relatan que se trata del grito emitido por los nativos al lanzarse de elevados peñascos, al preferir suicidarse antes que tolerar los malos tratos de manos de los conquistadores. Al pararse en el risco decían la palabra «Yumurí» imitando el castellano «Yo muero» que escuchaban, para que quedara claro a los enemigos el porqué de la trágica decisión.
Otras versiones se inclinan sobre la acepción de «río blanco», ya que en la lexicografía antillana, la palabra «yu» significa blanco, mientras que la terminación «ari/uri» representa rio.
Un fascinante escenario natural
En la actualidad predomina en el valle un hermoso paisaje campestre donde se funden varios tipos de relieves montañosos, con zonas que alcanzan alturas de alrededor de 150 metros. Según los expertos está compuesto por sedimentos de plantas y animales de 30 millones de años de antigüedad.
Más de noventa especies, de ellas una veintena endémicas, abundan en la espesura del valle, perfecto para realizar excursiones al aire libre y la observación de aves. Aquí se encuentra la reserva florística Caubal de las Tres Ceibas de Clavellinas. Constituye una rareza de esta zona el famoso «Melocactus matanzanus» león, planta cactácea en peligro de extinción.
El Valle del Yumurí y su puente
El primero de estos ríos nace en la elevación Pan de Matanzas, otro símbolo de la naturaleza local, a 389 metros sobre nivel del mar, y desemboca en la bahía homónima tras un recorrido aproximado de 25 kilómetros. Algunas partes son navegables para embarcaciones pequeñas.
Muy cerca de su desembocadura en la Bahía de Matanzas se encuentra el Puente de la Concordia. El río Yumurí se considera entre los más románticos del mundo por la leyenda que lo nombra y la singular vista que ofrece: una preciosa ensenada entre colinas.
Por su parte el Bacunayagua tiene casi 11 kilómetros de longitud y termina en la costa norte, entre dos cañones abruptos conectados en la autopista Vía Blanca por el Puente de Bacunayagua, el de mayor altura en todo el país.
Para quienes no puedan recorrer la sabana de Yumurí, el mirador del puente invita a contemplar la exuberancia verde de la comarca. Desde este viaducto, se puede observar un amanecer único: las esbeltas palmas reales se entrelazan con la niebla y medida que los rayos del sol inciden, se hace más nítido el paisaje y se descubre una llanura esplendida.
Otros atractivos del valle
Quienes visitan la Cueva del Indio, en una ladera de la loma del Estero, en el pintoresco Valle, se asombran al descubrir sedimentos marinos. El aparente misterio de los fósiles marinos prueba lo que desde hace decenios han afirmado investigadores tan prestigiosos como el cubano Antonio Núñez Jiménez:
«Hace muchos años el Valle de Yumurí formó parte de la anchurosa bahía de Matanzas.»
En la Loma del Estero también se erige un antiguo muro de concreto que sirve de asiento a los visitantes y desde donde se aprecian mejor todos los detalles del valle. Aquí, en el siglo XIX, inmigrantes catalanes levantaron una Ermita consagrada a la virgen de Monserrate. Ese entorno fue desde entonces escenario de tradicionales festejos, como la llamada Colla de Monserrate.
Tras la restauración del edificio de la Ermita y la construcción de un centro recreativo en el Estero, el lugar se ha reanimado y frecuentemente lo visitan viajeros de varias partes del mundo.
En sus cercanías existen otros sitios de interés geográfico y turístico como La Sierra de Camarones y los Valles de Picadura, las Lomas de Galindo, las Cuevas de Bellamar, el Valle del Río Canímar, la Laguna de Maya, la Cueva La Pluma, la Cueva de Saturno y la Caverna de Santa Catalina.
Por el mismo centro del valle corren las líneas del singular tren eléctrico de Hershey, único de su tipo en el país, y es surcado además por una carretera vieja y serpenteante que une a la urbe de Matanzas con Canasí.
Conocer el hermoso valle a las puertas de Matanzas
Los fotógrafos de naturaleza decididamente tienen que incluir en sus agendas un recorrido por Yumurí. Este es uno de los atractivos naturales, junto a las Cuevas de Bellamar y las fabulosas playas del Balneario de Varadero, que hacen de la zona de Matanzas un territorio fascinante para los que gustan de admirar y recrearse con las bondades del ecoturismo.