Graffiti en La Habana

Graffiti en La Habana

«Y con su creyón de labios
dibujó señales en los muros;
quiso pintar lo que sintió su alma…»

Graffiti de Amor. Carlos Varela, cantautor cubano

«Yunior y Carla, juntos por siempre»; «Te amo mi pastelito de queso»; «Obama give me five»; «Fui a comerme las nubes y a tomarme el agua del malecón; vuelvo pronto, estoy cerca». Así se expresan los muros de La Habana sobre lo terrenal y lo divino, lo político y lo personal, lo dulce y lo ácido; así se presenta la ciudad.

Vale la pena tomarse un tiempo para mirar a los ojos a esta fuerte expresión del arte urbano en Cuba, a veces efímero, a veces duradero. Y no sólo por el goce estético de apreciar una idea impactante (cuando tiene alma), colocada de forma atrevida, sino porque el graffiti habanero tiene una conexión directa con el espíritu de la gente que habita ese lugar.

El graffiti en La habana

Sin importar con qué material se hicieron, los graffiti son hijos de la precariedad. Difícilmente serán restaurados sistemáticamente una vez que se terminan. Con el tiempo las imágenes se despintan, los muros se desgajan y se rompen; pero el graffiti cobra, increíblemente, otro valor. Luce más interesante, se hace más testimonial como aquellos de civilizaciones antiguas; las huellas de la vejez y la pobreza pasan a conformar un trazo definitorio, en ocasiones bajo la pupila de proyectos y grupos organizados de artistas callejeros.

Quizás por eso, las fotos del graffiti habanero resultan sencillamente únicas.

¿Dónde encontrar graffiti en La Habana?

¿Dónde encontrar graffiti en La Habana?

Un buen graffiti te detiene el paso, sobre todo si está hecho para hacerte pensar. En La Habana, muy pronto encajan en la vida diaria y la gente camina entre ellos, frente a ellos, tienden su ropa, esperan el ómnibus o se sientan a descansar. Ciertos sitios de la ciudad ya no se conciben sin graffiti, que parecen haber estado allí desde siempre y se confunden con pinturas murales, concebidas y conceptualizadas, según la intención y la tradición.

Tal es el caso de la imagen que está en calle G, esquina a 17, en el Vedado. Es el rostro arrugado de una santera (sacerdotisa de la Santería, religión afrocubana) que se extiende a todo lo largo y ancho del lateral de un edificio. Impresiona el realismo del encuadre, casi parece una fotografía, y es curioso como las ventanas del inmueble armonizan muy bien con los giros del rostro.

Graffiti en las paredes del Museo de la Musica de La Habana

También en la Calle G, entre 13 y 15, en el Vedado, aparece la hermosa imagen de una persona con rasgos andinos, con la vista y las manos levantadas al cielo. El graffiti tiene unos 10 metros de largo por unos cinco de ancho. Es una creación enorme y muy sugerente, que ha perdurado.

Miremos en la avenida 31, esquina a 42, en el municipio Playa. En la fachada de una casa nos asaltan rostros de niños como dibujados a lápiz, con muy nítidas expresiones. Apenas se refleja el rostro de los pequeños, pero aun así la imagen es sumamente tierna. Su gran tamaño contribuye a la fuerte impresión que provoca.

Artista decorando con graffiti paredes de La Habana Vieja

En la zona de Marianao, hacia el oeste de la capital cubana, exactamente en la avenida 51, entre 120 y 122, una galería de arte prestó su fachada para mostrar el rostro de una niña mirando a un canario. Se utiliza la misma técnica que semeja a un dibujo. Su popularidad está favorecida por un sector de mucho tráfico y es posible admirarla en una caminata o desde el coche.

Muy célebre es el Callejón de Hamel, en Centro Habana, donde hay profusión de estridentes murales y graffiti admitidos para referirse a la identidad cubana y las religiones yoruba, entre colores y símbolos.

El graffiti oficial esta por todos lados en La Habana

En la intersección de la calle G con la avenida Carlos III, en un lateral de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, un enorme monstruo parece querer devorar al mundo, con naturaleza polisémica y compleja para nosotros, comunes mortales.

A ambos lados de la Avenida de las Misiones, en La Habana Vieja, muy cerca de la embajada española, hay varios graffiti promovidos por la UJC (Unión de Jóvenes Comunistas). Sin dudas, es una expresión oficialista y consensuada de imágenes del guerrillero Che Guevara y en especial su firma, cuya amplia utilización la ha convertido en símbolo conocido de Cuba.

Ricardo y Yunior nos dejan una muestra de su graffiti

A un costado de la calle centro habanera de Monte, en la tienda El Cadete, un recóndito mural intenta descollar humildemente, asociándose al parque que homenajea la emigración árabe hacia la Mayor de Las Antillas. Se presenta hermoso y colorido en contraste con la quietud y caducidad del entorno.

¿Arte o vandalismo al otro lado del Atlántico?

Ejemplo de graffiti en las calles de La Habana

El graffiti habanero es atrevido como los cubanos, te habla directamente al rostro, con gracia y alegría. Pero eso no quiere decir que todo lo que encontramos en las paredes de la ciudad sea «lícito».

Con bastante frecuencia, esta práctica en La Habana ha ultrajado sitios patrimoniales y monumentos de gran valor histórico, que luego deben ser sometidos a intensos y costosos procesos de restauración, sobre todo por los agresivos materiales que se utilizan, y que hasta hace unos años no estaban disponibles o al alcance de los cubanos. Los malhechores son severamente castigados.

Radio Bemba graffiti en una cabina telefonica de La Habana

Algunos graffiti son abiertamente obscenos o expresan opiniones ofensivas. Otros reflejan códigos sospechosos de letras, números y caracteres, con o sin sentido (eso nunca lo sabremos). Generalmente se eliminan con prontitud a ritmo de brocha. La tolerancia de las autoridades y de buena parte de la población con este tipo de imágenes es cero, y generalmente se responde con andanadas de íconos y frases correspondientes a la propaganda revolucionaria, en el mismo lugar. Cuba se precia de brindar oportunidades casi infinitas para desarrollar el talento artístico básico, especialmente desde edades tempranas, y en base a ello proyecta su postura cultural y cívica en estos casos.

El límite entre arte y vandalismo a veces es difuso. Una imagen fuerte, sugerente, inteligente, tiene derecho a existir, pero debe encontrar el mejor lugar para expresarse sin transgredir la ley, aunque la creatividad es un impulso rebelde y así debe ser.

Graffiti con sello cubano

Todo parece indicar, como en cualquier otro lugar del mundo, que la diferencia para juzgar entre unos y otros estriba en el emplazamiento, el contenido y la calidad de la obra acabada. Sí, resulta difícil y a veces criminal deshacer una imagen o un texto original, soberbio, aunque sea socialmente incorrecto.

Graffiti con sello cubano

En todo el mundo, el graffiti se utiliza para opinar sobre política, problemas sociales, arte, poder y sobre todo lo que exponga identidad personal o colectiva de manera espontánea. Desde hace algunos años, en las calles de La Habana se muestra una fuerte tendencia hacia la práctica de estas expresiones, a veces intolerables para algunos, incomprensibles para muchos, impresionantes para otros, visibles para todos.

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