En Cuba se le llama invierno a una temporada de intermitencias, donde el clima no permite decir que se está en verano. Porque la mayor isla de las Antillas es un eterno verano; no obstante, ya sea por el capricho de un fenómeno meteorológico, al menos una vez al año hace frío.
En Cuba lo que se conoce a nivel popular como temporada de playa son los meses veraniegos que comprenden a Junio, Julio y Agosto. Fuera de esta etapa los cubanos raramente las visitan, al menos de forma multitudinaria.
Quien haya frecuentado el este del litoral habanero, en verano, sabe a qué me refiero: el alboroto de los niños, la cantidad de personas por metro cuadrado o compartiendo un mismo espacio de playa, incluso los niveles de contaminación que sufre el litoral en este período. Por eso fuera de la temporada, las Playas del Este son otra cosa, una playa distinta.
Pero el azul sigue igual
A veces no sé si la persistencia del color azul es la sensación de infinitud; sobre todo en Santa María del Mar, la más agradable de todas. No en vano uno de los hoteles allí enclavados se llamaba antiguamente Marazul, hoy conocido como Tropicoco.
En el «invierno cubano» la temperatura es muy distinta al calor abrasador de los meses de verano. Entre las nubes se cuela, de vez en cuando, un rayito de sol para recordar que seguimos en Cuba y que ese clima es solo algo temporal.
Entrar en las inmediaciones de la playa es incomparable, quitarse los zapatos, sentir los pies enterrados en la arena mientras se está frente al mar. A nuestras espaldas una palmera parece el lugar perfecto para recostarse a leer o simplemente contemplar la inmensidad azul.
Es una etapa ideal: hay pocas personas en la playa, la mayoría viajeros venidos de otras latitudes, favorecidos por un clima casi de verano donde, por momentos, se siente un leve frío que viene con la brisa del mar.
Tan cerca de La Habana
Uno de los detalles que más se disfruta de las Playas del Este de La Habana es la cercanía a la ciudad. Apenas media hora de la urbe capitalina, este remanso de agua salada parece ser la mejor opción para pasar uno, o varios días, en un excelente ambiente tropical. Desde el punto de vista de los valores naturales estas playas no son muy ricas en lo que se refiere a corales o arrecifes marinos; no obstante, si se arriesga a nadar más allá de los primeros 200 metros encontrará pequeños atractivos en un fondo marino completamente distinto y conservado.
Una vuelta por la playa
El hambre no es problema, pues cerca de la playa hay varias cafeterías y restaurantes con diversas ofertas que van desde, disfrutar de un pollo asado hasta saborear una buena pizza acompañada de una cerveza cubana.
Los deportes extremos son el blanco favorito de grupos de jóvenes y de quienes prefieren ese tipo de entretenimientos. Visibles desde cualquier punto de la playa, se alquilan equipos acuáticos, como bicicletas y kayaks. Los de vela encuentran un ambiente ideal para colgarse mientras el viento los lleva a altas velocidades por toda la playa. La brisa es buena, especial para lanzarse a la aventura y sobrevolar, apenas un metro sobre las aguas, en esta especie de surfing aéreo.
El pueblo de Guanabo
No muy lejos de Santa María del Mar se encuentra Guanabo, un pueblito de mar donde se localiza una de las últimas playas de esta línea costera. A la vez, es la zona del este de La Habana con mayor cantidad de hospedajes, restaurantes, heladerías e incluso carruajes para dar un paseo a lo largo de su calle central.
La tarde cayendo anuncia el inicio de la vida nocturna en el este habanero y donde opciones y atractivos diferentes a los encontrados hacia la ciudad.
Una cena merecida podrá encontrarla en «El Guajiro», conocida paladar de Guanabo, repleta de público y muy frecuentada por los visitantes que llegan hasta allí para degustar sus ofertas. Suelen ofrecer comida tradicional cubana, de muy buena calidad, ya sea para consumir o para llevar, además de una variada oferta de pizzas, muy populares en Cuba.
Guanabo es un pueblo pequeño, básicamente una calle central con las playas y parques a un extremo, mientras que del otro lado quedan las tradicionales casas de veraneo y entre otros encantos turísticos.
El mar siempre el mar
En Cuba todos los caminos conducen al mar. Las Playas del Este, muy cerca de La Habana, son prueba de esta idea. Visitarlas es el plan perfecto para un día fuera de la ciudad, los autos y el alboroto típico de la urbe. No importa si no es temporada de playa, como dicen los cubanos, el mar siempre estará ahí con su azul inmenso, con su arena blanca y las palmeras regalando un pedazo de sombra para disfrutar de un modo diferente.