La Madre Teresa de Calcuta en La Habana

La Madre Teresa de Calcuta en La Habana

Sentada, tranquila, recogida en su delicada figura, la Madre Teresa de Calcuta parece sumergida en un mundo inasible para quien la observa. En toda su sencillez, luce inmortal ante el paseante que arriba al jardín de la Basílica Menor del Convento San Francisco de Asís, en La Habana Vieja.

Quien desconoce de su presencia puede llegar a tener una grata sorpresa en el encuentro. Los que saben que está allí, generalmente la buscan con la certeza de hallar a su lado consuelo, paz y consejo. Alguien se sienta junto a ella y medita unos minutos. El tiempo transcurre lentamente.

El jardín Madre Teresa de Calcuta

Estamos en el Jardín Madre Teresa de Calcuta, un espacio dedicado a la beata desde el año 1999 y que se ubica en el fondo de la basílica, en la Avenida del Puerto. En este mismo sitio se levantaba la cúpula del convento, destruida por un ciclón en el año 1850. Unos minutos bastan para sentirnos distantes de la concurrida zona histórica, del ir y venir de personas, de los ruidos externos.

Justo en este espacio, rodeada de una verde vegetación que contrasta con los rudos y altos muros de piedras de cantería, la pequeña figura parece perderse, fusionarse con el entorno. La escolta una gran cruz, adosada en una cavidad de forma semicircular y una inscripción que recuerda a todos la obra de esa gran y humilde mujer.

La Madre Teresa, menuda casi como una niña, luce su sari habitual y sostiene una Biblia entre sus manos. A pesar del color oscuro del metal, pueden advertirse las listas distintivas de su ropa, que sabemos azules. Resalta el crucifijo de su rosario, sobre el hombro derecho, tal como la acompañara en vida. Los años se dejan ver, claramente, en su rostro y sus manos arrugadas. Los pies unidos, el calzado sencillo, la postura modesta, refuerzan su grandeza. Generalmente la acompaña una cesta de flores.

La escultura y su escultor

La estatua de bronce fue creada por el artista cubano José Villa Soberón. Forma parte de su colección de imágenes figurativas que se integran a los diversos espacios de la ciudad y de la cual forma parte, también, el Caballero de París que nos recibe en la propia entrada del Convento.

Fue develada en el año 2003 por el Monseñor Ramón Suárez Polcari, canciller del Arzobispado de La Habana, en un acto cargado de emociones en el que estuvo además el embajador de la India en Cuba por aquel entonces, el excelentísimo señor Bhaskar Balakrishnan.

El Historiador de la Ciudad de La Habana, Doctor Eusebio Leal Spengler, refirió en esa ocasión que el homenaje es un reflejo de la intensa espiritualidad y la suprema humildad de aquella gran mujer en un mundo martirizado por la pobreza, la guerra y el dolor de los que sufren y padecen; mientras que el Ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto, escribió:

«Me impresionó tremendamente aquella mujercita increíble que reza o medita doblada sobre sí misma, como un mínimo bulto irradiante de humanidad, apoyada apenas en el quicio de un bloque muy bajo de mármol, humildísima pero llena de misterio y dignidad, oscura, sí, pero también extrañamente iluminada. Es una pieza extraordinaria, muy lograda, concebida con la mayor mesura y parquedad de recursos.»

Huéspedes perennes del jardín y el convento

Muy cerca del sitio fundacional de la otrora villa San Cristóbal de La Habana, acompañan a la Premio Nobel de la Paz otras esculturas de artistas contemporáneos. Resaltan entre ellas la «Mesa del Silencio», del ceramista Carlos Alberto Rodríguez Pérez, que alerta sobre la incomunicación intrafamiliar, y grandes huevos moteados, de loza, que contrastan de forma sugerente con la vegetación circundante. Rodean al jardín varias losas fúnebres que otorgan un aire de solemnidad y quietud.

Este remanso se ha erigido, además, como un espacio real para el sosiego y la meditación. Incluso, en la actualidad rebasa las intenciones fundacionales y es hoy un campo santo en el que reposan los restos de reconocidos intelectuales cubanos como Marta Arjona, Lisandro Otero, Liborio Noval, el cineasta Octavio Cortázar y los artistas de la plástica Juan Vicente Bonachea y Pepe Rafart.

Al interior del convento de San Francisco de Asís, una cripta resguarda los restos del popular personaje andante conocido como el «Caballero de París», además de acoger desde 2003, en su museo, parte de la mortaja de Hernán Cortés, conquistador de América.

Otras sugerencias para su visita

El Jardín Madre Teresa de Calcuta puede visitarse libremente de martes a sábado, entre las 10 de la mañana y las cuatro de la tarde, y los domingos desde las nueve y hasta el mediodía. Se accede a él desde el interior del propio convento o a través de su puerta principal, ubicada a un costado de la Plaza de San Francisco de Asís. Si no sabe dónde se ubica no se preocupe, las palomas que la desandan constantemente le dirán que ha llegado, así como las bellas construcciones que la rodean. Una vez que la localice, tendrá la fortuna de estar en una de las cuatro plazas más antiguas de la capital cubana.

Antes de retirarse, le proponemos que se adentre en la Basílica Menor. Le sorprenderá descubrir que actualmente es una sala de conciertos que destaca por su excelente acústica y acoge al Festival de Música Antigua de La Habana. Podrá visitar la bella colección de Arte Sacro, compuesta por imágenes, piezas arqueológicas, de orfebrería, mobiliario y textiles, con algunas que datan de finales del siglo XVII; así como muestras transitorias de pintura de artistas nacionales y extranjeros. Y si no le teme a las alturas, suba hasta la torre del campanario, desde sus 42 metros de altura podrá disfrutar de una vista inigualable de la ciudad.

Próximos al Convento puede pasar también por la pequeña iglesia Ortodoxa Griega, la Lonja del Comercio y la Terminal de Cruceros Sierra Maestra, cada vez con más actividad turística y mercantil.

La Madre de los pobres y los desposeídos

Eligió el nombre de Teresa para profesar y dedicó su vida al apostolado en favor de los pobres. Fundó, entre otras, la congregación de las Misioneras de la Caridad. Tanta era su fama y tan grande el respeto que se le tenía y se le tiene aún, que fue comisionada para mediar en el conflicto de El Líbano.

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