JANUA SUM PACIS reza sobre un imponente arco en el centro de la capital de Cuba. Soy la puerta de la paz, se trapasa el umbral y comienza la extraña paradoja de si ¿la vida culmina con la muerte? o ¿la muerte comienza al finalizar la vida? Inequívoca relación que divaga en un lugar digno para la contemplación.
Visité la Necrópolis de Colón con el fin de completar una investigación sobre arquitectura y escultura. Para mi sorpresa allí encontré una parte importante de esa historia que no hallas en los barrios de La Habana, que no percibes cuando recorres las calles tratando de apresar con la mirada y retener en la memoria el devenir arquitectónico de la ciudad. Por todas partes esculturas, mausoleos, monumentos, mármoles, herrerías, cristales policromados, bellísimos arquetipos de lo que fue la vida terrenal en todo su esplendor.
Es asombroso, llama la atención constantemente mientras se recorre cada cuadrícula, calle, manzana… Regresé y pedí un mapa, pero conseguí algo mejor: una guia que consiguió hacerme hermoso aquel viaje entre la muerte.
En 1886 se inició esta historia que no imaginó llegar a covertirse en uno de los museos al aire libre más significativos porque Colón es el camposanto más grande de Cuba, el tercero más importante del mundo (luego de Staglieno en Génova, Italia y el de Montjuic en Barcelona, España), pero también el de mayor extensión en el orbe con 560 mil metros cuadrados y 53 mil sepulturas distribuidas en 20 kilómetros dispuestos en forma de cruz latina. Impresionante.
No recuerdo un estilo que no esté presente: neoclásico, bizantino, gótico, barroco, mudéjar, racionalismo, art decó… Hay hasta tumbas en forma de pirámides egipcias. Y todos con riquísimos ejemplos, que vale la pena conocer, muchos de ellos acompañados de historias llenas de vida y de amor.
Una de ellas la de Catalina Laza y Juan Pedro Baró reunidos en una capilla donde predomina el volumen y la pureza de las formas. Bello exponente Art Decó que se entreteje con la hermosa historia de amor de la pareja. El único templo circular allí construido, decorado con motivos geométricos y un llamativo pebetero (1942) perteneció a la familia del acaudalado azucarero Domingo León. También Arte Decó la Capilla Steinhart (1938) cuyo enchape destaca por el contraste de color que proporcionan los materiales. En esta un significativo relieve de Juan José Sicre, notable escultor de la vanguardia artística cubana.
Pero estos ejemplos no son casos aislados. Las obras allí reunidas revelan pasajes históricos, sociales y culturales. El Monumento a los Bomberos (1897), por ejemplo, es considerado uno de los más abundantes en alegorías y símbolos, dedicado a perpetuar la labor de un grupo de hombres que cayeron en cumplimiento de su deber; mientras que otros como el de la Ficha de Dominó (fanática que muere en partido de dominó antes de ganarlo), el de la Fidelidad (dueña y mascota esculpidos en la misma lápida) o el rey que corona la tumba de José Raúl Capablanca, campeón mundial de ajedrez, son algunas de las ilustrativas en anécdotas, curiosidades e historias.
La más famosa y visitada la de La Milagrosa. Luego de muchas dificultades Amelia Goyri de la Hoz logró casarse con José Vicente. Ella muere en el parto junto a su criatura. Ambos son enterrados; el bebé a los pies de su madre. Al ser exhumados la encuentran abrazando a su hijo. Increíble historia devenida en leyenda y motivo de peregrinación obligada para quien busca un milagro.
La Necrópolis de Colón es como la cultura cubana, un gran ajiaco en el que también se mezclan creencias, prácticas que pueden ser apreciadas durante cualquier visita. Rituales civiles, militares con descargas de salva, religiosos de tipo católico con misas en su bella capilla central diseñada para exequias, toques de violín para espiritistas, tambores que despiden a un abakuá (secta secreta), discretas liturgias masónicas, todos unidos en un mismo espacio rico en materiales, formas escultóricas y monumentos arquitectónicos de alto valor artístico. Un digno emplazamiento para conocer el legado del hombre tratando de vencer a la muerte, para reencontrar puntos olvidados en la historia de Cuba.
Necrópolis de Cristóbal Colón
El cementerio es ubicado en la esquina de la Calzada de Zapata y Calle 12, en el barrio El Vedado de la Ciudad de la Habana.