En la calle Desamparados, conocida por todos en la actualidad como Avenida del Puerto, se halla una de las obras arquitectónicas más significativas de la ciudad de La Habana, la Iglesia de San Francisco de Paula.
Vaivenes históricos
El sitio que ocupa la iglesia al final de la célebre Alameda de Paula, en La Habana Vieja, siempre ha tenido fines religiosos. Desde 1664 allí estaban emplazados un hospital para mujeres y una ermita bajo la advocación del santo calabrés Francisco de Paula, que se mantuvieron activos hasta que en 1730 un huracán los destruyera completamente. Quince años más tarde, tras un proceso de reconstrucción y ampliación, nacerían la Iglesia de San Francisco de Paula y el Real Hospital de La Habana.
La iglesia continuó funcionando como templo religioso católico hasta finales del siglo XIX, cuando fue vendida a la Compañía de Comercio del Puerto Habana Railroad, quien la empleó como almacén durante largo tiempo. Para 1937, la nueva propietaria pretendió demolerla con la intención de ampliar el ferrocarril. Grandes protestas y polémicas se desataron con la intervención de eminentes figuras criollas como Emilio Roig de Leuchsenring, Historiador de la Ciudad y el etnólogo Fernando Ortiz. Como resultado, lograron conservar gran parte del inmueble y lo declararon Monumento Nacional en 1944. Lamentablemente, el hospital en ruinas debió ser demolido dos años después como parte de la reanimación de la Avenida del Puerto.
A partir de ese momento, el templo comenzó a sufrir transformaciones, arreglos, modernizaciones que trataron de rescatarlo. La sacristía y el altar mayor, sin embargo, no pudieron ser salvados por lo que en la actualidad quien lo visita se percata de la ausencia de estas estructuras.
Iglesia San Francisco de Paula, una joya arquitectónica
A pesar del paso de los años, San Francisco de Paula es una de las iglesias más bellas de la capital cubana, considerada por muchos como una de las más preciadas joyas arquitectónicas del patrimonio eclesiástico local.
Es una muestra representativa del estilo barroco de la primera mitad del siglo XVIII, evidente en su gran cúpula, de base octagonal que sobresale en la distancia y en su fachada con arco central, columnas adosadas y alto campanario. Posee una planta de cruz latina y la nave con bóveda de cañón.
Otros elementos que caracterizan la iglesia de San Francisco de Paula son sus bellos vitrales, a modo de retablo del altar, que fueran elaborados por artistas de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana como parte de la restauración llevada a cabo a finales del siglo XX y que con sus reflejos naranjas, malvas y dorados, figuran para muchos entre los más hermosos de cuantos adornan la parte antigua de La Habana.
En su construcción, es contemporánea con el convento de San Francisco de Asís y la Iglesia de Santo Domingo, en Guanabacoa, con las que guarda similitudes arquitectónicas evidentes, sobre todo en su fachada.
El hospital y la iglesia
Adjunto a la Iglesia, el Hospital de Paula fue la segunda instalación médica de la Cuba colonial y la primera en especializarse en atención ginecobstétrica. Fue construido gracias a donativos del vecindario y se destinó a atender a las mujeres pobres. En él colaboraron importantes científicos cubanos como Tomás Romay y Laura Rodríguez de Carvajal, primera mujer graduada de Ciencias Médicas por la Universidad de La Habana. Allí también se inició la práctica de la enfermería intrahospitalaria por mujeres. Según se dice, en él nació y murió la dama que inspiró Cecilia Valdés, célebre protagonista de la primera y más importante novela cubana del siglo XIX, del escritor Cirilo Villaverde.
En la iglesia, como en el resto de los templos coloniales cubanos hasta 1806, año en que el Obispo Espada decretó su prohibición en el país, era habitual realizar enterramientos. En el año 2000, tras algunas investigaciones, se constató la presencia de restos humanos de diversos estratos económicos, razas, sexos, edades e incluso nacionalidades, con una presencia importante de las pacientes fallecidas en el hospital aledaño. También fueron encontrados fragmentos de cerámica correspondientes a varias épocas.
Templo de la música
Aún cuando en la actualidad no se ofrecen ceremonias religiosas, la iglesia de San Francisco de Paula sigue siendo un templo, ahora del arte. Con el fin de dar al inmueble una ocupación alejada de los intereses mercantiles que amenazaban su integridad, y bajo la tutela del musicólogo cubano Odilio Urfé, el santuario fue por casi medio siglo sede del Instituto Musical de Investigaciones Folclóricas y posteriormente del Centro de la Música, hasta que en 1996 la Oficina del Historiador de La Habana asumió la edificación y ejecutó las labores de rescate definitivo.
A partir de ese momento se convirtió en sala de conciertos dedicada a la música antigua, sitio expositivo de obras de la plástica contemporánea nacional, sede del grupo de música antigua Ars Longa y del Festival Internacional de Música Antigua Esteban Salas.
Por si estos vínculos resultaran escasos, la iglesia atesora uno de los pocos órganos que se conservan íntegramente en Cuba, con su tubería y maquinaria originales. También alberga las cenizas del gran violinista cubano Claudio José Brindis de Salas (1852-1911), unánimemente considerado como el mejor de su época y conocido como «El Paganini negro».
En la Alameda de Paula
Próxima a la iglesia, en 1777 se construyó la Alameda de Paula, el primer paseo marítimo de la capital cubana devenido en espacio social y cultural. Toma el nombre precisamente de su cercanía con el Hospital y la Iglesia de San Francisco de Paula.