La visita a la ciudad de Santa Clara, capital de la provincia de Villa Clara, inicia irremediablemente con el Che Guevara, célebre viajero, aventurero y líder guerrillero internacional, que se ha convertido en símbolo para muchos por su espíritu revolucionario, rebelde, justiciero y desinteresado. El memorial que guarda sus restos ha recibido hasta hoy más de dos millones y medio de visitantes, ávidos por conocer de cerca la cripta-mausoleo donde descansan, además, otros 16 combatientes de su tropa. El sobrecogedor ambiente interior se refuerza con la intencionada iluminación de los nichos y la manera en que están dispuestos los objetos personales que se muestran allí.
La entrada se organiza en grupos pequeños y mientras se espera para acceder, vale la pena disfrutar del amplio complejo monumental con la majestuosa estatua de este hombre, erguida a 16 metros del suelo y de los amplios espacios abiertos, ornamentados con plantas y escalinatas que imprimen relieve al conjunto. La plaza es un lugar muy frecuentado por profesionales de la fotografía y es una excelente oportunidad para que también tomes tus propias imágenes en la ciudad de Santa Clara.
Desde hace varios meses el monumento recibe una amplia restauración, concebida de manera que no afecte el acceso del público al sitio de descanso póstumo de una de las figuras más interesantes y controvertidas de la historia contemporánea.
Santa Clara no descansa de día
Santa Clara es una de las pocas ciudades mediterráneas de Cuba y como buena urbanización sin mar, organiza buena parte de su vida social y nocturna entorno al parque principal, antigua Plaza Mayor y hoy parque Vidal. Desde allí parten casi todos los recorridos para conocer Santa Clara, una especie de punto inicial y final.
El parque está rodeado por las edificaciones más importantes: restaurantes, bares, oficinas públicas, comercios, teatros. Si le interesa ver de cerca la vida de los lugareños, esta es la mejor ubicación. Entre sus jardines, las personas van y vienen, se sientan, conversan. El espacio se mantiene animado y ruidoso, con sus bancos y glorietas de inicios del siglo XX. Todo tiene un aire ameno y provinciano, sin muchas pretensiones de gran metrópoli.
Cinco cuadras al norte del parque Vidal, sobre una empinada colina, se yergue el sitio donde fue fundada la villa en 1689. La plaza tiene una iglesia construida en 1748, que ha sobrevivido intacta el paso de los siglos. Allí se comprueba que Santa Clara es una ciudad de techos bajos. Desde los pocos edificios sobresalientes se divisan las casitas de una sola planta. Muchas conservan las pintorescas cubiertas coloniales de tejas de barro cocido, que se extienden hasta donde alcanza la vista. Es un paisaje que invita al reposo.
El recorrido por la fábrica de tabacos ubicada en la calle Maceo, entre Julio Jover y Berenguer, es más agradable, quizás, que en sus similares de La Habana. Esta ciudad recibe menos turistas y el recorrido es más sosegado. Usted puede detenerse en cualquier detalle del trabajo de los torcedores de las marcas Romeo y Julieta, Hoyos de Monterrey, Montecristo y Partagás. Las visitas guiadas duran 45 minutos, por un precio de tres CUC (menos de tres Euros). Si quiere llevarse productos autóctonos, originales, una pequeña tienda emplazada en la acera de enfrente ofrece habanos, ron y café.
Quien esté particularmente interesado en la historia reciente de Cuba, debe incluir en su agenda una visita al Monumento Acción del Tren Blindado, lugar donde se conservan los vagones propios del expreso descarrilado por la columna guerrillera del Che. Se dice que este hecho militar, acaecido en 1958, fue decisivo para cambiar la historia del país antillano. El monumento incluye una exposición de fotos, armamento y otros artefactos utilizados, y una excavadora empleada por los rebeldes para detener el tren abarrotado por miembros del ejército regular de entonces.
Si ha seguido al pie de la letra este itinerario, llegó el momento de descansar. El hotel Los Caneyes, en las afueras de la ciudad, es una excelente propuesta para refrescar las piernas y el paladar. Varios clientes habituales aseguran que cuenta con una de las mejores mesas buffet de la Isla en su categoría. Como nota jocosa, muchos aseguran que sus ingresos por gastronomía son mayores que por concepto de alojamiento. Lo cierto es que Los Caneyes ofrece una sorprendente variedad de productos y un sello propio en la cocina tradicional. Sus habitaciones están inspiradas en los antiguos caneyes cubanos (casas circulares de madera y guano); en este caso, cómodamente amuebladas y climatizadas.
Para redondear la oferta, Santa Clara ofrece al viajero el hotel La Granjita (también famoso por su comida criolla) y el Santa Clara Libre; este último vive con el orgullo provinciano de ser uno de los edificios más altos de la ciudad. Enclavado justo en el parque Vidal, sus habitaciones conservan el estilo propio de los años cincuenta del siglo pasado, cuando la agotadora ruta de transporte por carretera Habana-Santiago, de un extremo a otro de la isla, tenía una parada oficial en sus puertas.
Noches culturales
Uno de los pocos teatros coloniales que aún funcionan en Cuba, está en Santa Clara. Es el Teatro de la Caridad. Inaugurado en 1885, acoge en sus salones las principales propuestas de danza, teatro y música. En una céntrica esquina, el teatro destaca por su diseño, bellos enrejados de hierro en los balcones y grandes puertas de arco que favorecen la ventilación natural.
En el propio edificio está el Bar La Marquesina, un espacio con presentaciones en vivo, donde agrupaciones de pequeño formato ofrecen música cubana popular. Es una excelente ocasión para disfrutar de un buen trago y de la vista a la plaza atestada de noctámbulos.
Si seguimos por la misma calle, a pocos metros de distancia, el patio interior del restaurante Santa Rosalía se convierte en una fantástica y casual pista de baile. Algo similar ocurre en la piscina del hotel Los Caneyes, a unos tres kilómetros de distancia, con espectáculos de variedades acordes con la noche tropical.
Sin embargo, el sitio más popular de la vida nocturna es El Mejunje. Con una mezcla exquisita de estilos, gustos y personas, cada noche está tematizada con diferente perfil. Hay jornadas para el son y la salsa, otras para las lecturas de poesía, los trovadores, las bandas de rock locales o las piezas de teatro. Es de los poquísimos establecimientos en Cuba que prevé noches para fiestas de la comunidad LGBTI, donde travestidos y transexuales encarnan roles artísticos y dan rienda suelta a sus sueños de cabaret.
El Mejunje es un patio de estilo bohemio, levantado sobre las ruinas de un viejo hotel. Tiene un salón para espectáculos y un bar. El precio de la entrada es muy económico y nos sorprende con propuestas diferentes cada vez. Por eso la esquina de la calle Marta Abreu, No. 12, donde está situado, es siempre de las más animadas y concurridas.
Una ciudad sin bahía, pero cerca del mar
A 280 kilómetros de La Habana, el azar histórico quiso que Santa Clara se construyera tierra adentro a pesar de los ricos y bellos litorales de la región. Partiendo desde ella, a 90 minutos en coche encontramos los cayos de Santa María, un auténtico paraíso de playas vírgenes y arenas blanquísimas, con el aderezo de una decena de hoteles de lujo, especializados en el confort y la exclusividad.
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