El Mural de la Prehistoria, en Viñales es uno de los mayores frescos a cielo abierto del planeta. Esta obra de impresionantes dimensiones, 120 metros de altura y 160 de ancho, fue dibujada sobre rocas de formación cársica. La antigüedad de la piedra data del período Jurásico y ha sobrevivido a los embates del clima e incluso la fuerza del mar en momentos históricos donde las olas todavía golpeaban esas montañas.
A cuatro kilómetros del poblado de Viñales, el mural se extiende sobre una pared vertical del Mogote Pita, en el Valle Dos Hermanas. Tuvo que ser limpiado en 1959 para realizar la pintura del mural creándose, desde ese instante, un sistema de drenaje natural para evitar la acumulación de agua en su superficie. Gracias a él, ha podido soportar las lluvias e inclemencias del tiempo por más de 57 años.
Para su realización fue necesario el trabajo y experiencia de 18 campesinos de la zona durante cuatro años. Estuvo encabezado por el pintor, científico y director de cartografía de la Academia de Ciencias de Cuba, Leovigildo González, quien fuera discípulo en su juventud del reconocido muralista mexicano Diego Rivera.
El Mural de la Prehistoria
La composición del Mural de la Prehistoria consiste en 12 piezas que aluden al pasado biológico y natural del Valle de Viñales, considerado uno de los asentamientos más antiguos del Caribe. En su estructura se observan varias figuras humanas que evocan a los aborígenes de la zona del archipiélago cubano, además de mamíferos inmensos como el «Megalocnus rodens» (una especie de oso extinto) y los amonites, moluscos de más de 70 millones de años de antigüedad. Se identifican también reptiles marinos, de la etapa mesozoica, que parecen emerger de la tierra.
En su restauración se utilizan esmaltes y pinturas resistentes a las condiciones atmosféricas privativas de Cuba y del Valle de Viñales, en especial. Esa particularidad le ha permitido resistir, casi intacto, desde su inauguración, detalle que llama la atención de los numerosos visitantes que a diario llegan hasta él. El proceso restaurativo toma cerca de 5 años y se realiza totalmente a pincel por campesinos locales que cuelgan en arneses desde lo alto del mogote.
Muy cerca está el campismo
Casi frente al Mural de la Prehistoria se localiza el campismo Dos Hermanas, una opción rentable y mágica para el alojamiento en el Valle de Viñales. El área que rodea esa instalación es óptima para los paseos en bicicleta, el camping y el senderismo, además de los famosos paseos a caballo por el lugar. Aquí podrá hacer estancia en un entorno natural repleto del canto de las aves, rodeado de mogotes, plantaciones de tabaco y el verdor característico de los campos cubanos.
Otras cosas que hacer
El Mural de la Prehistoria, en el Valle de Viñales, es una formación impresionante. Sus colores y matices, junto a la historia de sacrificios tras su realización, invitan a tomar al menos un minuto de reflexión ante la inmensidad, no tan artística pero sí humana, de la obra frente a nosotros.
La visita está incluida en todos los tours y senderos por Viñales y sobran los modos de complementarla o hacerla más interesante. Por ejemplo, el recorrido a caballo, el ascenso hacia la cima del mogote o el paseo en bicicleta son algunas de las variantes para aderezar la visita al Mural de la Prehistoria. Ya sea por el pedaleo o el galope del caballo, un poco de actividad física en uno de los paisajes más hermosos de Cuba puede ser gratificante y estimulante para quienes buscan un refugio en lo natural. Igualmente, puede disfrutar de otras interesantes maneras de viajar ante el mural como lo es montado sobre un buey amaestrado, un «medio de transporte» mucho menos común.
Y para el estímulo del apetito, siempre habrá un espacio donde satisfacer el gustazo de probar la comida criolla. A los pies del mural, casi que divisando detalles pictóricos entre rugosidades rocosas, un restaurant le espera para completar el viaje. No desdeñe el servicio de bar y coctelería, donde la piña colada es especialmente exquisita.
Abierto al cielo y al visitante
El Mural de la Prehistoria, en el Valle de Viñales, es un retrato de la evolución de la naturaleza a lo largo del tiempo; un homenaje natural que pertenece a las montañas, para las que “vive” y a las que se debe. Contemplarlo de cerca, o lejos, es un estímulo para los sentidos y la memoria afectiva. Anímese a retratarse con el mural de fondo. Lleve consigo una parte de la historia del mundo en su cámara, su móvil o a su muro de Facebook. Los colores, la magnitud del mural, el verdor de la naturaleza que lo rodea y el exotismo rústico de esa obra le facilitarán un lindo recuerdo de uno de los sitios más espectaculares de Cuba.