Si viajamos a Cuba para disfrutar de las cálidas aguas de Varadero, ese bello, famoso e increíble balneario, deberíamos combinar nuestra estadía con un recorrido por el Centro Histórico de Matanzas, ciudad capital de la provincia que alberga también a la mencionada joya natural.
Ubicada a unos cien kilómetros al este de La Habana y declarada como Monumento Nacional desde el año 2013, la ciudad atesora una rica historia, caprichosas edificaciones de variados estilos arquitectónicos e innumerables huellas de ilustres figuras representativas de la cultura cubana, quienes hicieron de ella su hogar transitorio o definitivo. Para convencernos, visitamos hoy la urbe antillana a través de estas páginas.
Centro Histórico de Matanzas
El 12 octubre de 2013, en la Plaza de la Vigía, el sitio por donde Matanzas comenzó a extenderse como ciudad, se celebró el acto que declaró oficialmente al Centro Histórico como Monumento Nacional. Numerosas investigaciones y un camino de 320 años, ampararon la decisión. Los inicios se remontan a 1693, cuando fue fundada como San Carlos y San Severino de Matanzas, con el objetivo de fortificar su bahía ante los frecuentes ataques de filibusteros.
Pero más allá de las funciones defensivas, se pensó desde los primeros momentos como una urbe para ser extensivamente habitada, por lo que contó con un acta capitular, un plano y treinta familias canarias que arribaron para ser sus primeros moradores. Más tarde, en el siglo XIX, el boom de la industria azucarera en esa provincia y la existencia de figuras adineradas asociadas a ella, contribuyeron a la conformación definitiva de lo que es hoy el llamado Centro Histórico de Matanzas.
Valores de Matanzas
Matanzas es considerada y reconocida por muchos como la primera ciudad moderna de América. Como evidencias figuran los criterios urbanísticos de su propio plano primigenio, con solares para plazas, calles, mercados, aduana, iglesia, una casa del corregidor y cabildo. En tanto, las arterias fueron diseñadas de tal modo que el sol siempre las iluminara.
Precisamente Ercilio Vento Canosa, Historiador de Matanzas, ha referido que esta no solo es una urbe «única», sino totalmente excepcional, pues se comporta como un gigantesco reloj y calendario solar que posibilita conocer la estación y la hora según el grado de iluminación de las calles durante el día. Además, posee manzanas rectangulares que difieren de lo pautado en la cuadrícula de Indias.
Los elementos anteriores, evidentemente, hicieron del Centro Histórico de Matanzas una demarcación singular para ser reconocida. La declaración, de acuerdo con el documento oficial acreditativo de la Comisión Nacional de Monumentos de Cuba, resalta los conjuntos arquitectónicos, esculturas monumentales y objetos representativos de varios estilos que la identifican, a la vez que refiere el crecimiento de la industria azucarera, génesis de la transformación económica de la ciudad en las primeras décadas del siglo XIX, cuando prosperó el comercio por su puerto y que, sumado al establecimiento en la zona de personalidades acaudaladas, favoreció su desarrollo constructivo y urbano.
La arquitectura
Junto al carácter patrimonial y los valores artísticos, la declaración como Monumento Nacional reconoce su entorno natural e incluye un conjunto de edificaciones representativas e imprescindibles, vinculadas a sucesos trascendentales de la vida política, social, cultural y científica de la ciudad, como la casa natal del poeta José Jacinto Milanés, cuya preservación es considerada vital en este proceso.
En total, el sector patrimonial ocupa un área de 92.20 hectáreas. De tal modo, 76 de las 299 manzanas con que cuenta esta parte de la urbe están señaladas como Monumento Nacional. Mientras, otras 95 se comprenden como zonas de protección, representativas de valores de los siglos XVIII al XX. Merecen una visita especial el Parque de la Libertad, erigido en 1800, y el Museo Farmacéutico.
El entorno edificado de la ciudad reúne notables atributos que conforman un conjunto admirable, de seductora belleza. El neoclacisismo, el eclecticismo, el art noveau, el art decó y el modernismo, caracterizan los diversos espacios en una representación de su desarrollo y de sus propios habitantes. Destaca también la autenticidad de la trama urbana y la existencia de sitios con marcado estilo neoclásico.
La Atenas de Cuba
En la actualidad, mientras se desanda el contorno adoquinado de la Plaza de la Vigía, la misma que sirvió de escenario para el nacimiento y la declaración, es posible imaginar el esplendor del Centro Histórico de Matanzas durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando Matanzas ganó el renombre de «La Atenas de Cuba» por el gran movimiento literario y cultural del que fue protagonista. Ejemplo de ello puede ser el Liceo Artístico y Literario, lugar donde se estrenó el danzón, baile nacional en la isla, que ya era muy popular en 1879. Aún trasciende una de esas leyendas modernas y gloriosamente vivas: la poetisa Carilda Oliver Labra.
La Vigía está flanqueada por el majestuoso Teatro Sauto, primera construcción neoclásica de Cuba, el Museo Provincial Palacio de Junco, las ruinas del Castillo de San Severino, el Cuartel de Bomberos, los ríos Yumurí, San Juan y Canímar, y centenarios puentes que distinguen y engrandecen el patrimonio tangible y persistente de la hermosa ciudad de Matanzas. Gracias a estos últimos, Matanzas también es conocida como «La ciudad de los puentes».
Matanzas y sus puentes
Brazos de mar y tres ríos serpentean caprichosos dentro de la ciudad de Matanzas, llamada también «La Venecia de Cuba». Para sortear diariamente estos acuíferos, los coches y transeúntes tienen a su disposición 29 puentes que tipifican el paisaje urbano. Cuatro de ellos sobrepasan ya los cien años de explotación. Igualmente, en la principal vía de acceso desde La Habana, es necesario cruzar el puente de Bacunayagua, una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana y el más alto de la gran isla antillana.