Frente a la avenida Malecón, confundiéndose casi con el azul inmenso del mar que rodea a toda la isla, se levanta el Hotel Riviera. Es una bella y agradable construcción perteneciente al Grupo Hotelero Gran Caribe y localizada en el Vedado habanero.
Declarado como Monumento Nacional de Cuba en el año 2012, obtuvo su nombre para rememorar a la «Riviera Francesa». Fue inaugurado hace 60 años, el 10 de diciembre de 1957, como el mejor hotel de lujo en ese país. Destaca desde entonces por la conjugación de sus valores arquitectónicos, diseño y elementos artísticos, además de una inigualable posición.
Riviera, un hotel casino
Su construcción fue idea del mafioso estadounidense Meyer Lansky, mano derecha de Lucky Luciano, quien fundó en 1956 la Compañía Hotelera Riviera de Cuba con el fin de erigir el más espectacular hotel casino de América. Según las referencias históricas, los planos originales fueron creados por la compañía estadounidense Fedelman Construction Corporation y por el Arquitecto Facultativo en Cuba Manuel Carrera Machado. En 1956 iniciaron las labores a cargo del Proyecto de Obras de la Construction Corporation S.A. (POCSA).
Según se dice, Lansky se inspiró en el Riviera Casino ubicado en la más famosa calle de Las Vegas. Tuvo algunos problemas para encontrar quien se responsabilizara por la obra, pues la quería finalizada en seis meses. Como resultado, el costo total ascendió hasta ocho millones de dólares, de los cuáles gran parte fue proporcionada por el Banco de Desarrollo Económico y Social (BANDES), creado por el presidente de la Cuba de entonces, Fulgencio Batista, lo que hizo especular a muchos sobre las estrechas relaciones entre ambos individuos.
Arquitectura
El Hotel Riviera se distingue por su arquitectura que, según expertos, brinda una atmósfera oriental de raro exotismo y novedad, con un diseño bien resuelto y una apariencia ecléctica. Es considerado un notable ejemplo de la arquitectura racionalista del «Movimiento Moderno» en Cuba y se encuentra inventariado con Grado de Protección I.
Su planta fue diseñada en forma de letra “Y” para que sus 354 habitaciones, espaciosas y sobriamente decoradas, tuvieran vista al mar. En los bajos se creó un casino, cuya cúpula, revestida de cerámicas verdes y azules, descuella desde la distancia e identifica al inmueble. Se cuenta que su acústica fue diseñada de tal modo que desde el hotel se percibiera el sonido de las fichas y las máquinas tragamonedas para así atraer a más clientes. Destacó en su momento, además, por ser el primero en Cuba en contar con aire acondicionado central, que llega a todos los rincones de sus 20 pisos.
Otro de los principales atractivos del Riviera es su piscina. Emplazada en la parte trasera, está delineada con bordes en zigzag y un gran trampolín, una obra de arte en sí mismo que hace desistir a muchos de los que se aventuran hasta su máxima altura.
Museo y galería
El Hotel Riviera da la impresión de estar detenido en el tiempo. El mobiliario y la decoración, originalmente a cargo de Albert Carvin and Company y del arquitecto Igor Polevitsky, de Polevitsky and Johnson, recrean fielmente la época. Conserva aún obras de arte de gran valor que complementan sus cualidades estructurales e históricas.
Desde la llegada, se percibe que estamos en presencia de un pequeño gran museo. Justo a la entrada, como carta de presentación, nos recibe la escultura «La sirena y el pez», y dentro encontramos «Ritmo cubano», que regala suaves formas en una danza provocadora. Ambas son de la autoría del escultor cubano Florencio Gelabert.
Al ingresar al espacioso lobby, resalta el reluciente piso de mármol y los chaiseslounges de color azul real, que se conservan junto a los butacones rojos. Más adelante, rodeada por la espectacular y dorada escalera helicoidal que da paso a la planta inferior, puede admirarse una escultura de Rolando López Dirube.
Mientras, el elegante L’Aiglon, preciado por haber sido uno de los más lujosos restaurantes de etiqueta del siglo pasado, está agradablemente amenizado con el bello mural costumbrista «Escenas», del pintor español Hipólito Hidalgo de Caviedes. Otro mural, ubicado en el Salón Internacional y de la autoría del cubano Rolando López Dirube, recrea signos de juegos Abakuá en altorrelieve y técnica mixta.
En el bar del antiguo casino podemos disfrutar de «Los músicos», la única serie completa realizada en su tierra por el artista Cundo Bermúdez, y el díptico «Pedacito de Archipiélago», de Ernesto García Peña, nos sorprende en el Bar Al Fresco.
Estrellas en el Riviera
Desde el mismo momento de su inauguración, la historia del Hotel Riviera ha estado acompañada de famosos que lo han visitado, ya sea para actuar en sus salones o alojarse en él. El día inicial arrancó con un gran show en su Cabaret Copa Room, protagonizado por grandes figuras internacionales y a partir de ese momento han estado allí grandes celebridades como los actores Stewart Granger, William Holden y Alain Delon; el compositor y cantante francés Michel Legrand, los boxeadores Rocky Marciano y Joe Louis, el escritor colombiano Gabriel García Márquez, el periodista y escritor salvadoreño Roque Dalton, la defensora estadounidense de los derechos humanos, Ángela Davis, la rusa Valentina Tereshkova, primera mujer cosmonauta, y el que fuera presidente de Chile, Salvador Allende.
Más recientemente ha sido anfitrión de la actriz brasileña Regina Duarte, los cantautores españoles Joan Manuel Serrat, Ana Belén y Víctor Manuel, el cantante carioca Chico Buarque y el artista de cine estadounidense Dean Reed. Del territorio nacional, destacan los músicos Frank Fernández, Pacho Alonso, Chucho Valdés, Leo Brouwer; el cuarteto Las D’Aida, la cantante Olga Guillot, la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso y el mundialmente famoso boxeador, Kid Chocolate.
Riviera, entre la historia y la modernidad
A sus 60 años, el Hotel Riviera de La Habana sigue siendo un sitio espectacular, donde nos remontamos a mediados del pasado siglo y vivimos el glamour de aquellos tiempos, con el toque de modernidad necesario para satisfacer los gustos más exigentes con vista al mar.