Matanzas, la Atenas de Cuba

Matanzas, la Atenas de Cuba

Hay una ciudad cubana que ha sido comparada con la Atenas de la era dorada en la Grecia Antigua y, como la italiana urbe de Venecia, tiene una particular relación entre la ingeniería y el agua. Matanzas creció dentro de una bahía de bolsa, donde vierten cuatro ríos, entre ellos el Yumurí y el San Juan.

Los españoles la fundaron el 12 de octubre de 1693 para prevenir que potencias enemigas o piratas se apoderaran del privilegiado enclave. La ciudad contó con una planificación ajustada a las «Leyes de Indias», por eso se le considera la primera urbe moderna de Cuba.

El desarrollo económico propiciado por la industria azucarera en el siglo XIX, favoreció que se multiplicaran los barrios, y con ellos los cruces sobre las aguas. Hoy, una treintena de puentes hacen posible que sus habitantes vayan de un lado a otro. Cinco de esas estructuras tienen más de cien años, y son joyas de la ingeniería y el patrimonio. ¿Cuáles son los principales y más bellos puentes de Matanzas? Acompáñeme a descubrirlos en este post.

Antes de llegar a la ciudad, el más alto de Cuba

Si tomamos la Carretera Central, desde La Habana en dirección al este, iremos camino a Matanzas. Entre la provincia Mayabeque y nuestro destino encontramos una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana, el imponente paso de Bacunayagua.

Su proyección y construcción se debe a profesionales cubanos liderados por Luis Sáenz Duplace. A partir de octubre de 1959 la vía estuvo abierta al transitar incesante de autos que llegan desde la capital del país.

La estructura de hormigón mixto tiene 313,5 metros de largo, 16 de ancho y 110 de altura. Con sus gigantescos arcos se eleva sobre el verde Valle del Yumurí, y permite divisar a lo lejos el mar. Es fascinante ver a las aves volar incluso por debajo del nivel de la vía, así como el exuberante panorama del bosque que también se extiende a nuestros pies.

El paso de la falsa paz

Sobre el Yumurí se extiende el Puente de La Concordia, el primero de hierro en Cuba, y aún en uso. Fue inaugurado el 4 de noviembre de 1878, y lo nombraron así en honor a la efímera paz entre cubanos independentistas y colonos españoles, firmada aquel año.

Es, quizás, el más hermoso de todos los que engalanan a Matanzas. Exhibe arcos de 36 metros de luz, apoyados en estribos de cantería.

Alrededor de 140 años ha estado presente en la vida de los matanceros. La importancia del Puente de La Concordia para la urbe es tal que uno de los premios que otorgan las autoridades municipales es una réplica en miniatura de las columnas triunfales del mismo.

El puente del héroe Calixto García

Irónicamente, el segundo en erigirse fue el hoy nombrado Calixto García, que desde 1897 conecta el barrio de Pueblo Nuevo con la Plaza de La Vigía. Su designación homenajea a uno de los generales independentistas más notables, aunque muchos lo conocen como «el puente de Tirry».

Se extiende a lo largo de 73 metros, con una anchura de 6,30, por el río San Juan. Trajeron la estructura metálica desde Bélgica. Fue construido para mitigar las inundaciones debido a los frecuentes huracanes y otros fenómenos del clima caribeño.

Su ubicación es privilegiada, en el centro del casco histórico y es de visita obligada para los viajeros. No has ido a Matanzas si en tu álbum de fotos te falta una en «el Tirry».

El majestuoso Canímar

Ya el río homónimo tuvo un primer paso sobre sus aguas, construido entre 1827 y 1834. La imponente estructura que asombra a los visitantes en la actualidad, fue concluida en 1951.

Algunos dicen, y no les falta razón, que es uno de los más bellos de Cuba. El Puente de Canímar es símbolo de lo mejor de la ingeniería de la isla, y hay que agradecer su diseño de atrevidas dimensiones al cubano José Menéndez. Lo componen tres arcos dobles de hormigón armado.

Tiene una longitud de 297 metros y se eleva a más de 35 metros, por lo que es usado para practicar deportes extremos como el «puenting».

El antiguo Puente Giratorio

Asombra saber de una innovación que tuvo lugar allí: el puente giratorio y de hierro sobre el río San Juan. Fue traído de Nueva York para extender la línea férrea desde el gran puerto hasta disímiles destinos.

Los lugareños le decían «el puente negro», por el color oscuro de su estructura de metal. Fue único en Cuba: giraba 180 grados en un minuto y 40 segundos aproximadamente, para que no resultara un obstáculo al habitual paso de mercancías en embarcaciones medianas por el río San Juan.

Aunque no hiciera falta, lo viraban al menos una vez por semana, para mantener activo el mecanismo. En 1993 le dieron su actual coloración de aluminio, y desde la última reparación (2004) eliminaron la posibilidad del giro. Aun así mantiene su recio dominio sobre el San Juan.

Pasear por Matanzas, la ciudad de los puentes

Con el arribo del Silverio Sánchez Figueras al siglo de vida (1916-2016), ya son cinco los puentes de Matanzas que se mantienen activos en sus centenarios. Según especialistas, ni en Cuba, ni en algún otro país de Iberoamérica hay una ciudad con ese récord.

Los habitantes de la hermosa urbe neoclásica viven orgullosos de sus pasos sobre el agua, aunque a veces por costumbre no reparen en ellos. Pero para el visitante es fascinante encontrar durante un paseo por la ciudad, cada cierto tiempo, estos elevados viales, testigos del fasto antiguo de la capital provincial. Acodarse en ellos a mirar el atardecer sobre la bahía es una fiesta innombrable.

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