La Historia y el Tiempo viajan de la mano en Santa Clara. Van dejando huellas, marcas que se acentúan en cada lugar. Ella se apodera de cuanto rincón existe; luego él los sedimenta y los convierte en símbolos con ese rastro que va dejando al pasar…
¿Cuántas ciudades existen, cuántos espacios, cuántos símbolos en los que Historia y Tiempo se conjuguen como uno? Miles… Pero en Cuba, hay una en la que se respira, constantemente, esa comunión entre Historia y Tiempo.
Transcurría el mes de Julio de 1689, cuando 18 familias salieron de la villa de Remedios para encontrar un lugar donde asentarse y comenzar a crecer. Varios kilómetros tierra adentro los condujeron hasta el “corazón de Cuba”, Cubanacán como le llamaban los nativos a aquel lugar. Y bajo la sombra de un enorme tamarindo se congregaron para construir las primeras viviendas que conformaron lo que más tarde se conocería como la villa de Santa de Clara.
Me gusta sentarme en los parques de los lugares que visito. Son espacios abiertos que hablan de la gente que por ellos transitan y que allí viven. Todo lo que existe a su alrededor es palabra viva de cuanto aconteció a lo largo de su historia. El de Santa Clara (Parque Leoncio Vidal) es elegante, tranquilo y lo distingue cada una de las construcciones que lo rodean: Museo de Artes Decorativas, Café Literario o el antiguo Palacio Provincial hoy Biblioteca Provincial.
Prefiero descansar en el ala izquierda… Bueno, frente al Teatro La Caridad (1885) porque es uno de los símbolos de la ciudad, uno de los mejores conservados del país y porque en él he disfrutado de buenas puestas teatrales y magníficas versiones de clásicos de la música cubana y universal a la manera de la Banda Provincial de Conciertos. Frente a esta imponente construcción, también hacia la izquierda, otro de los símbolos que más se asocia a la ciudad: la efigie “El niño de la bota infortunada”.
Seleccionada de un catálogo, de una casa de objetos y obras de arte neoyorkina, la fuente quedó instalada para la inauguración del parque santaclareño. Me encanta mirar a ese niño que sostiene en su mano derecha una bota de cuya suela se vierte un manantial de agua; dicen que el homenaje a los niños que con sus tambores acompañaban al ejército norteño durante la guerra civil.
Al culminar las batallas, llevaban en sus botas el preciado líquido para contrarrestar la sed de los heridos en combate. Aunque sin aparente vínculo con la historia local, la fuente ha devenido en símbolo citadino, entregado a pequeña escala, a ilustres personalidades homenajeadas por la ciudad.
Pero si de símbolos hablamos los más conocidos son los asociados a la figura de Ernesto Guevara. Se dice que Santa Clara es la tierra del Ché. Sus tropas descarrilaron el tren militar que transportaba hombres y armas hacia el Oriente cubano para hacer frente al Ejército Rebelde. El Monumento del Tren Blindado (1971) agrupa aquellos vagones accidentados y en su interior objetos, documentos y fotografías alusivas al decisivo momento.
Sin embargo, es el Mausoleo del Ché, el lugar de mayor confluencia de visitantes y admiradores del mítico guerrillero. Construido en la década del 80 no será hasta 1997 en que se convierte en Mausoleo para acoger los restos identificados del Ché y 16 de sus hombres muertos en Bolivia.
Aledaño, una sala donde se exhiben fotografías, documentos y objetos personales del líder entre los que se halla el abrigo y gorra que usaba cuando le fue tomada la fotografía que lo inmortalizó. Aunque no son exhibidos, muchos visitantes tienen al Mausoleo como lugar de peregrinación al que llevan ex – votos de disímiles lugares del mundo; algo bien curioso por lo que vale la pena indagar.
Es cierto que Santa Clara es una ciudad tranquila. No necesito mucho tiempo para recorrerla y contemplar sus atributos. Un periplo bien planificado siempre me hace concluir en el parque Leoncio Vidal. Y allí, entre niños que corren y ancianos que conversan, la Banda Municipal interpreta desde la Glorieta Vidal un tema cubano embriagador, de esos que te hacen sentir el peso de la Historia contada a través de sus símbolos.