Reconocida como una de las ciudades más importantes de Cuba, y ubicada a unos 750 kilómetros al este de La Habana, Holguín ya luce pequeña para la enorme confluencia de las artes, unida a cierta euforia colectiva que generan las Romerías de Mayo. Quizás esta sea la mayor fiesta regional del país antillano.
El arte inunda las calles
Si eres un viajero audaz y curtido, seguro guardas el recuerdo de algún que otro carnaval remoto y exótico, o alguna fiesta popular, pero nada que ver con esto. En las Romerías, si bien hallamos celebración en todas partes, lo más interesante es el arte apropiándose de las calles. De forma simultánea, la ciudad permite involucrarse en obras de teatro callejero o vivir plenamente, lejos de la formalidad de una sala de presentación, el magnetismo de la danza en espacios urbanos.
Nadie sabe a ciencia cierta cómo logran combinar tanta diversidad de intereses y gustos, lo cierto es que las Romerías de Mayo pueden ofrecer al unísono y a pocas manzanas de distancia, un concierto de rock duro y otro de salsa cubana o de música popular tradicional.
La ciudad florece en mayo
Durante siete días la ciudad no duerme. Célebre por ser una de las urbes más limpias y tranquilas de Cuba, se mantiene permanentemente iluminada y en movimiento. Los bancos y jardines de la también conocida «Ciudad de los parques», sirven de lecho transitorio para los que no quieren perder un detalle. Conviene reservar alojamiento con mucha antelación en hoteles o casas particulares, y preferiblemente en los alrededores del casco histórico o la plaza principal, epicentro de las mayores emociones.
Organizadas por la Asociación Hermanos Saíz, institución cubana dedicada a promover el arte joven, las Romerías de Mayo ofrecen espacios para discutir sobre problemas sociales y culturales que marcan la actualidad «en caliente», al tiempo que el arte se expresa en avenidas y barrios.
Todos no resisten el ritmo
Desde su remoto nacimiento, allá por 1790, las Romerías han sido una gran fiesta maratónica. Cuentan que por aquellos años concluían con cenas fabulosas que se negaban a menguar. Hasta hoy, es tradición festejar durante varias jornadas, con sus días y sus noches, ¡sin parar! Así lo dictan la memoria y el espíritu de los lugareños. ¡Así se cumple!
Cuando el pueblo en peregrinación acarrea una enorme hacha aborigen, señal del inicio de los festejos, se encienden las luces de las Romerías para no extinguirse más. En esos primeros días de mayo nadie se marcha sin antes cumplir un rito: subir a pie la Loma de la Cruz, un cerro ubicado en el extremo norte de la ciudad, con una vista incomparable de la llanura y de la urbanización que se va descubriendo poco a poco durante el empinado ascenso de 464 escalones. Allí está el origen de las fiestas, en aquel símbolo cristiano que bendice y protege a la ciudad de plagas, enfermedades y desastres naturales, de acuerdo con la fe que justificó su existencia y aún lo hace, desde que la emplazara fray Antonio de Alegría.
No todos resisten una semana de insomnio, donde la idea es celebrar la vida, compartir, participar. En cada esquina se asoma una propuesta diferente. Hay que atreverse a experimentar.
¿Una fiesta sólo para jóvenes?
Holguín se convierte cada año en la capital de la juventud. La explosiva confluencia de gente muy joven de todas partes del mundo y de cada rincón de Cuba, es un espectáculo digno de apreciar. Pero no se trata de juventud física, más bien de juventud de almas y sensaciones.
Según reseñó la prensa cubana, en una de las ediciones más recientes el joven habanero Luis Carlos García subió los peldaños de la Loma de la Cruz dominando un balón de fútbol sobre su frente. Escalar el cerro a pie ya es bastante difícil… imaginen hacerlo sin dejar caer un balón. Cada cual se apropia a su manera de los festejos, establece sus propios retos y su concepto de aventura.
Turismo de playa y naturaleza en Holguín
A Holguín también se puede acceder por aire. Desde cualquier lugar de Cuba y desde muchas partes del mundo, existen conexiones hacia el confortable aeropuerto Frank País, a pocos minutos del centro metropolitano. Esta podría ser la puerta de entrada a las Romerías de Mayo y a las bondades de la naturaleza circundante, matizada por la playa Guardalavaca en el litoral norte, una opción ideal para relajar después de las fiestas.