Llegar a Pinar del Río es comparable con alcanzar las cumbres del Olimpo, tropical, por supuesto. La provincia se ubica en el extremo más occidental de la Isla, relativamente cerca al oeste de La Habana. Se dice que la región es un lugar prehistórico por la presencia de especies que datan de 150 millones de años, así como una geografía con características del llamado periodo Jurásico de Cuba.
Debido a su valor paleogeográfico, Pinar del Río ofrece múltiples sitios naturales para el disfrute del turismo, entre los que sobresale por su encanto el Área Protegida de Recursos Manejados «Mil Cumbres», una reserva natural con más de 17 mil hectáreas ubicadas en la costa norte, en el municipio de La Palma, cuya gestión humana gira en torno al Centro de visitantes donde podemos obtener toda la información que necesitemos.
Un paraíso entre las sierras
El accidente geográfico donde se encuentra Mil Cumbres recibe el nombre de cordillera de Guaniguanico. Esta se divide en dos sistemas montañosos de mediana altura: la Sierra del Rosario y la Sierra de los Órganos. Precisamente, este conjunto serrano ocupa buena parte de ambos relieves, atesora la altiplanicie de Cajálbana y alberga la mayor cúspide del occidente de la isla grande, conocida como el Pan de Guajaibón, con 699 metros sobre el nivel del mar.
Pero una vez allí el aventurero no sólo disfrutará del enigmático y húmedo paisaje que regalan las crestas boscosas: puede visitar la casa de un campesino, compartir sus experiencias, su modo de vida, sus técnicas agrícolas y su profundo conocimiento del entorno. A la salida, le esperan también valles y depresiones que ofrecen una singular variedad topográfica a esa maravilla de la naturaleza pinareña. Como todo Edén, Mil Cumbres ofrece una ruptura desafiante con el caluroso clima que regularmente impera en Cuba. La diferencia se debe a su privilegiada ubicación, que brinda una exquisita temperatura ambiental.
Fabulosos valores vegetales
La caminata por los senderos intramontanos de Mil Cumbres, es una oportunidad ideal sin precedentes para disfrutar de un jardín tropical. Y es que la naturaleza ha decorado el paisaje con todo tipo de plantas, hasta completar unas mil 155 especies descritas. Se dice que esta región es la de mayor endemismo verde en la Isla. Allí habitan entre 35 y 40 especies de flores típicas cubanas.
Un sendero por donde se puede transitar en busca del deleite de esta vegetación, es el conocido como «Más Allá de las Espinas» o mejor «El Cuabal», en la altiplanicie de Cajálbana. El camino conduce al interior del bosque de Cuabal, en un recorrido de casi siete kilómetros. El excursionista se apasiona ante la variedad de plantas con flores. No faltan las fotografías y los videos, cuando queremos eternizar cada detalle vivido. Las mariposas y 49 especies de orquídeas, figuran entre las de mayor atractivo.
Otro elemento destacable de la naturaleza en estos parajes, lo constituyen los helechos y licófitos. Hasta el momento, suman 34 las especies de estas plantas primitivas que pueden encontrarse en Mil Cumbres; pero, sin dudas, la de más relevancia es la pequeña palma corcho. El sendero «Regreso al Jurásico» favorece la oportunidad de conocer de cerca a este fósil viviente. Cuando se acarician las finas hojas de sus tupidos penachos, el naturalista siente que palpa una reliquia y regalo del pasado.
Los pinares, para no desentonar con el nombre de la provincia, también se integran en armonía al paisaje del área protegida, así como todo tipo de árboles maderables y frutales que proyectan una exquisita sombra sobre el camino, aseguran una merienda y atraen la lluvia que nutre los cristalinos ríos San Marcos, San Diego, Puercos y Tortuga, y el abundante número de arroyos que atraviesan la zona.
La fauna de Mil Cumbres
Pero si la flora de Mil Cumbres se torna inolvidable, más aún resulta el recuerdo de su fauna silvestre. Aves como la vistosa cotorra cubana, el ruiseñor con su incansable trino, el solitario carpintero verde, la preciosa cartacuba, el libre tomeguín del pinar y el tocororo, Ave Nacional de Cuba, figuran entre las que vuelan de un lado a otro cada minuto, sin cesar y en abundancia, alegrando el ambiente con sus colores y tonadas naturales. Sin dudas, la lista podría ser más larga.
Se suman a este conjunto algunos reptiles como el lagarto de río y el majá de Santa María, conocida como la boa cubana. Ambos son exclusivos del archipiélago caribeño. El majá puede llegar a medir hasta seis metros y no es venenoso, por lo que no ofrece peligro para el visitante. Resulta común, además, observar alguna que otra jutía que se alimenta de los frutos de los árboles, y esbeltos venados que se pasean entre la espesura del monte.
Encuentro con la historia
El territorio que ocupa el Área Protegida de Recursos Manejados «Mil Cumbres» no sólo deja constancia de su vínculo con la historia evolutiva de Cuba, sino también con los anales de la Isla como país y su proceso de formación. Excavaciones arqueológicas que han tenido lugar en las cuevas de la región, muestran inobjetablemente la dinámica existencia de vida aborigen Precolombina.
Hermosas haciendas y elegantes casonas dan cuenta de la presencia de poderosas familias que se asentaron en la zona en tiempos de la colonia, dedicadas principalmente al negocio del café y la madera. Singular resulta el Parque La Güira, antigua hacienda con río y extenso jardín inspirado en el del Palacio de Versalles, en Francia, que resulta visita obligada por su belleza y calidad estética, y se une virtuosamente al paisaje que le rodea. Este mismo panorama inspiró al escritor cubano del siglo XIX, Cirilo Villaverde, a las más sublimes descripciones y detalles impresionistas en su obra antológica Excursión a Vueltabajo, como se le llamaba en aquellos tiempos.
Además, ese territorio fue testigo de numerosos y fieros combates durante las guerras por la independencia de la Isla, que protagonizaron caudillos cubanos y el Ejército Español de entonces.
Mil Cumbres con alojamiento
En el kilómetro 178 de la Autopista Nacional, a pocos metros del Entronque Fierro, se localiza el ecohotel Mil Cumbres, una pequeña instalación de tres habitaciones dobles y una cuádruple, nueve casas de campaña y 18 albergues. Desde el singular alojamiento se organizan visitas dirigidas para contemplar de cerca la flora y la fauna; así como programas de excursionismo con guías entrenados y conocedores de la serranía pinareña.