Una visita al Cabo de San Antonio en Cuba

Una visita al Cabo de San Antonio en Cuba

Continuamos el viaje hasta La Bajada, donde queríamos vivir la experiencia de quedarnos en una casa particular ubicada en un sitio tan solitario y hermoso. La Bajada es un pueblecito pequeñísimo, con unas pocas casas que casi todos sus habitantes alquilan. Preguntamos y rápidamente apareció una que reservamos para pasar la noche. Pero mientras preparaban el cuarto, decidimos no perder tiempo y llegar hasta el Cabo de San Antonio, la punta más occidental de Cuba.

Cuando nos disponíamos a entrar en la carretera que lleva al Cabo, nos encontramos un punto de control donde nos explicaron que era imposible pasar sin un guía de experiencia. Al inicio no entendimos mucho el por qué, pero la realidad es que es una zona cuidadosamente conservada, donde los animales son silvestres y hasta las costas pueden resultar peligrosas.

Cabo de San Antonio, una reserva de la naturaleza

Cabo de San Antonio

A unos pocos metros se encontraba el centro de atención de esta reserva natural y allá nos fuimos. Un guía nos explicó los diferentes senderos que podíamos hacer en la zona, pero el recorrido más largo, por supuesto, era hacia el Cabo. Este no se puede hacer caminando, sino en auto o en bus.

Era un poco tarde para comenzar el recorrido, pero convencimos al guía de que nos acompañara. Nuestra petición tuvo una condición: cuando concluyéramos debíamos llevarlo de regreso a su casa, ubicada en un poblado a unos cuantos kilómetros de allí.

Primera parada: el cenote

Así que comenzamos. Iríamos por toda la carretera haciendo paradas en diferentes sitios de interés. La primera, y mi preferida, fue en un cenote maravilloso rodeado de los llamados “dientes de perro”, que son grandes piedras puntiagudas con salida al mar. Allí nos bañamos y contemplamos los peces que nadaban a nuestro alrededor. Créame que fue una experiencia hermosa que todavía no deja de sorprenderme.

Seguimos la ruta mientras observábamos los diferentes tipos de vegetación de la zona. Es impresionante cómo va cambiando completamente el paisaje. Primero encuentras arbustos relativamente grandes y frondosos que van disminuyendo en altura hasta que el paisaje se hace agreste, casi desértico. Gracias a esta particularidad hay tanta variedad de animales también.

En el camino nos topamos con puercos jibaros, jutías, iguanas. Intentamos fotografiar estas últimas, pero en cuanto sienten el peligro se esconden entre las rocas.

Una cueva espeluznante

Paramos en una gruta donde, según nos contaba el guía, se escondían los piratas y corsarios en su época. Allí nos mostró la vegetación, la alta humedad y los pequeños murciélagos que nos causaron estupor. Es increíble pensar, desde la contemporaneidad, que alguien pudiera vivir meses enteros allí.

Playa Antonio

Otra de las paradas impresionantes fue en Playa Antonio. A simple vista se pueden ver todos los desechos marítimos que llegan a las costas occidentales, desde el Mar Caribe y la Península de Yucatán. El guía nos contaba que todas las semanas se hacen labores de limpieza en las playas, con jóvenes y voluntarios de la zona y el resto del país. Se encuentran todo tipo de desperdicio, sobre todo plásticos. Aquello realmente nos conmovió porque es una agresión incontenible para un entorno tan hermoso.

Y seguimos viaje, con otras paradas, para admirar las vistas y la naturaleza. Nuestro acompañante nos señaló otros sitios donde se hace buceo y snorkel, y a la vez nos aclaraba los nombres de cuanto animal veíamos a nuestro paso.

Cabo Santonio Cuba

Faro Roncali, en la puntica de Cuba

Finalmente llegamos hasta el Faro Roncali, el monumento insignia del extremo occidental cubano. Mide un poco más de 25 metros de altura y constituye un punto de referencia para las embarcaciones que llegan hasta allí, desde las peligrosas aguas de la Península de Yucatán.

Luego de tomar tantísimas fotos íbamos a regresar, pero necesitábamos combustible, así que continuamos y llegamos literalmente hasta la punta de Cuba, donde los barcos se abastecen del necesario líquido. Aquello devino en una interesante experiencia porque no solo visitamos el faro, sino que podemos decir con orgullo que estuvimos en la misma punta de la isla de Cuba.

Una noche tranquila en La Bajada

Cumplimos nuestra promesa de llevar al guía hasta su casa en el regreso. Luego seguimos hasta La Bajada para dormir y regresar al día siguiente. En la casa de renta nos ofrecieron una cena exquisita y compartimos la noche con una pareja de alemanes que nos invitaron a tomar Guayabita del Pinar, una fuerte bebida cubana, típica del lugar. Así que pasamos la noche conversando y disfrutando de aquella tranquilidad que, sin ser absolutos, no habíamos sentido en otro sitio de Cuba.

Una experiencia sin comparación

Sin dudas esta fue una de las experiencias que más hemos disfrutado en nuestros viajes a Cuba. El occidente del país tiene unos paisajes maravillosos más allá de Viñales, que es la referencia más repetida de la región. Haber conocido el Cabo de San Antonio y en general, el extremo más occidental de Cuba, nos dejó un buen sabor y una sonrisa amplia en el rostro. Es una vivencia diferente, alejada de los focos turísticos y, simplemente, espectacular.

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