Si pregunta a un habanero sobre la calle Línea y los extremos que une, podrá obtener respuestas diversas: «De Plaza a Playa», dirá alguien aludiendo a los municipios que conecta; «Del Vedado a Miramar», asegurará otro haciendo referencia a las barriadas; «Del malecón al túnel», le explicará un tercero situando puntos más reconocibles y precisos. Todos estarán en lo cierto.
Esta avenida de la capital de Cuba se extiende casi paralela y próxima al litoral, y es una de las más importantes del Vedado, cómplice y testigo de múltiples evoluciones y sucesos culturales que históricamente han marcado la dinámica citadina. Efectivamente, resulta vital para enlazar espacios urbanos, económicos y turísticos fundamentales de La Habana moderna.
Construida a finales del siglo XIX, fue la primera calle trazada en el Vedado, un barrio nuevo, en expansión. Desde sus inicios, por ella circularon carruajes; después, pequeños trenes que partían cerca de La Punta, en La Habana Vieja, y más adelante se le sumaron tranvías eléctricos que formaron parte del paisaje de esa zona hasta 1952, cuando se sustituyeron por ómnibus. Para que funcionara el transporte público con trenes y tranvías, lógicamente existían líneas férreas, rieles incrustados al suelo, lo cual provocó que todos comenzaran a identificar este recorrido con el nombre que conserva hasta la actualidad: Línea.
Otras fueron, sin embargo, las denominaciones que le intentaron asignar a esta ruta. Para 1918 se le llamó Avenida del Presidente Wilson y fue impuesta como Doble Vía General Batista, en la década de los 50. Los habaneros, inconformes en ambos casos con las maniobras propagandísticas, y acostumbrados al término original, siguieron conociéndola como la calle Línea.
Recorrido y edificaciones de la calle Línea
La calle Línea es una avenida de dos carrileras en direcciones opuestas, cada una con tres vías. En el espacio central posee un separador de casi un metro de ancho, en el que se erigen farolas y pequeñas áreas verdes. En su trayecto, partiendo de uno de los túneles bajo la desembocadura del río Almendares, se fusiona por tramos con otras calles como 9na, y entre las arterias de mayor importancia que la atraviesan perpendicularmente al mar figuran la calle 12, la Avenida Paseo, la Avenida de los Presidentes (calle G), y la calle L. Desemboca en la Avenida Malecón.
Ante todo, es una calle residencial. Edificaciones que responden a diferentes momentos de la historia de la isla antillana, a distintos movimientos y estilos arquitectónicos, pueden observarse a lo largo de su trazado, en una combinación de grandes y lujosas construcciones con viviendas modestas y austeras.
Para 1870 sólo existían unas 20 casas habitables al borde de la avenida. Sin embargo, el hecho de estar muy cerca de la costa y en una zona casi virgen, en pleno desarrollo, fueron razones suficientes para que cada vez más habitantes de La Habana y emigrantes nacionales de entonces, decidieran asentar sus residencias en las inmediaciones de Línea.
Circuito cultural y gastronómico
Otro de los elementos que más ha realzado a esta célebre calle a través del tiempo, es la presencia de instalaciones culturales. Entre ellas, se destacan de modo prominente los teatros Mella, Bertold Bretch, la casona de la Sala Teatro Adolfo Llauradó, Teatro Estudio y el cine-teatro Trianón, así como la Casa del Alba Cultural, con una activa y sugerente programación. En la intersección con la calle G, está el Museo de la Danza y muy cerca de allí, entre E y F, en los bajos del edificio Retiro Radial está la Galería Habana, un importante centro de exposiciones de las artes plásticas con más alto vuelo en esa ciudad.
Parques públicos, centros educativos, clubes recreativos, entidades gastronómicas como el bar-restaurante Esencia Habana, el Club Tropical, el Decamerón, El Potín y La Casona de Línea, forman parte de las ofertas a lo largo de la célebre avenida.
Ilustres moradores
Incontables son las figuras descollantes en diversas esferas sociales que a través de los años han residido en esta calle habanera. Entre ellas se encuentran Francisco de Frías (Conde de Pozos Dulces) y su familia, quienes son considerados como los primeros habitantes del Vedado; la familia Blanco Herrera, propietaria de la cervecería La Tropical y de una de las tumbas más bellas de la calle principal de la Necrópolis de Colón, quienes residían en la casona que actualmente sirve de sede al Teatro Estudio Raquel Revuelta.
En ella también se encuentra el hogar de la célebre escritora cubana Dulce María Loynaz, Premio Cervantes, lugar que inspiró su bella novela Jardín. Por su parte, en el edificio Someca, ubicado en la esquina de la calle Línea y F residieron el reconocido pintor cubano Mariano Rodríguez, famoso entre otros motivos por sus dibujos de gallos, y el pianista Jorge Luis Prats.
Según se cuenta, en una casa de huéspedes emplazada entre las calles F y G, vivió transitoriamente el poeta y guerrillero salvadoreño Roque Dalton, mientras que en el número 962 vivió el historiador Emilio Portell Vilá. En el 951 vivió la familia del escritor, periodista y luchador internacionalista Pablo de la Torriente Brau y en el número 603, el eminente hematólogo español Gustavo Pitaluga. En los números 304 y 306, antaño radicaron los Estudios Armand, quien fuese reconocido como «El fotógrafo de las estrellas».
En la calle Línea también fallecieron el Mayor General Mario García Menocal, ex presidente de la República y el doctor Félix Lancís, Senador de la República y Primer Ministro durante dos gobiernos de inicios del siglo XX.
En Línea, Sylvain
En Línea, esquina a 8, tuvo su repostería el maestro francés Sylvain Brouté, cocinero de acaudaladas familias de París como la del banquero Rothschild y el perfumista Guerlain, y posteriormente de la época republicana criolla. El nombre de su establecimiento original, Sylvain, es hoy el mismo de una importante cadena de panes y dulces, extendida por todo el país antillano.