Edificios imprescindibles
Esta propuesta será del agrado de quienes disfrutan de la arquitectura como manifestación. La Plaza de Armas, en La Habana Vieja, es un buen lugar para comenzar el recorrido. En una zona muy reducida podrá disfrutar de los más esplendorosos palacios coloniales en La Habana Vieja.
A solo tres cuadras, la Plaza de la Catedral complementa la ruta con otras propuestas que aunque similares mantienen su personalidad. Y es que La Habana mantiene esa elegancia que siglos atrás atrajera a miles de visitantes, tal y como hoy lo hacen quienes prefieren mirarla a través del tiempo.
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Palacio de los Capitanes Generales
Preside la Plaza de Armas, en el casco histórico de La Habana Vieja. En ella radicó el Gobernador General de la isla durante la colonia. Es una hermosa construcción del siglo XVIII, ejemplo del esplendor de la burguesía cubana de esos siglos. La piedra como material preserva el fresco, tan necesario en una calurosa ciudad. El portal con arcos, el patio central, las galerías de pasillos con vanos, el puntal elevado, los techos artesonados son algunos de los detalles que sorprenden a los visitantes.
Actualmente es el Museo de la ciudad de La Habana y maravilla por las exuberantes colecciones de porcelanas, esculturas, platería, muebles entre otras piezas que ilustran los modos de vida de los ricos habaneros de entonces. La historia, no solo de la ciudad, sino de buena parte del país se recoge en documentos, estandartes, banderas que recuerdan el devenir de sus hechos. Una magnífica construcción que se eleva ante los ojos de quienes la contemplan en una obligada visita.
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Palacio del Segundo Cabo
Ubicado a un costado del Palacio de los Capitanes Generales, esta magnífica construcción devino modelo de las casas señoriales del siglo XVIII. Tuvo varias funciones y, como indica su nombre, la principal fue servir de residencia al Segundo Cabo de la isla y posteriormente la Casa de Correos. El amplio portal facilita el recorrido a la sombra y no es difícil imaginar aquel espacio repleto de mercaderías.
Mientras, la monumental entrada invita a pasar a través de la puerta, el arco de la galería y llegar hasta el patio central donde el jardín le espera para un merecido descanso. Un lugar de reciente remodelación dedicado a describir la presencia europea en el continente en una agradable mezcla de la historia con la tecnología moderna. Un paseo que disfrutará sobremanera.
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Palacio del Marqués de Aguas Claras
Justo en la Plaza de la Catedral un majestuoso edificio invita a refrescar a la sombra de su portal. Enormes columnas, testigos de varias épocas en el tiempo, sostienen los arcos que dibujan su fachada. Allí, un reconocido restaurante acoge a quienes prefieren una bebida o degustar típicos platos nacionales.
Desde el exterior se adivina la belleza de su interior: el maravilloso patio, que da nombre al restaurante, aglutina las habitaciones, los pasillos, las galerías que siglos atrás habitaron familias cubanas. Y mientras se refresca, el ir y venir en la plaza permite disfrutar de otras maravillas constructivas que a su alrededor complementan el conjunto.
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Palacio del Conde de Lombillo
Junto al Palacio del Marqués de Aguas Claras escolta la Catedral de La Habana. Un interesante exponente de las viviendas de los criollos cubanos en la que claramente se aprecian detalles como los grandes ventanales que permiten una mejor ventilación o las escaleras con pasos de piedras. Destaca el mesanini o piso intermedio; una curiosa técnica constructiva, que aprovecha ese puntal alto, para ubicar las oficinas de negocios.
Numerosas familias habitaron en ella, como numerosas también han sido las reconstrucciones. En él se halla la sede de la Oficina del Historiador de la Ciudad, espacio para proyectar el rescate del patrimonio habitacional de La Habana; ese mismo objetivo que la convirtió en una auténtica prenda de la arquitectura cubana.
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Palacio O’Farrill
Cerca del puerto de La Habana, una impresionante mansión neoclásica ha sido convertida en hotel. Su reconstrucción abarcó las más exigentes técnicas. Los diversos trabajos en madera llaman la atención de los huéspedes y visitantes que llegan hasta allí para recibir sus servicios. Predomina la caoba como la madera insigne que una vez formara parte de estas hermosas mansiones.
La vidriería, cuidadosamente seleccionada, combina armónicamente con los muebles, esa madera y el color de sus paredes. Tal parece que revivieran momentos de un pasado del siglo XVIII donde las tejas, los balcones y los grandes portones esperan para ser contemplados porque quienes gustan del esplendor de un distintivo palacio colonial.
Palacios coloniales para comprender la historia
Casonas, palacetes, mansiones y palacios, construcciones todas en las que se disfruta del pasado y el presente en armónica conjugación. Entre piedras, rejas, balcones y cristales se deja entrever una ciudad patrimonio, verdadera maravilla de la historia, una atracción para comprender sus orígenes. Y en ella, cada edificación se mostrará a sí misma, expondrá sus códigos; los mismos que un día hicieron que los habaneros apostaran por la majestuosidad de una villa que todavía hoy se exhibe con orgullo.