El Malecón habanero, una extenso muro construido paralelo a la costa, es uno de los espacios más concurridos en la capital cubana. Ideal para recorrerlo a pie brinda un excelente paisaje decorado con cielo y mar azul. Es el único lugar de La Habana que no cierra, que está abierto todos los días.
Puede hacer este paseo lo mismo de día que de noche. Permite ejercitarse, disfrutar de buena música y arquitectura habanera. Puede descansar sobre su muro o en algún espacio gastronómico de los alrededores y entretenerse porque siempre está lleno de personas que complementan el paisaje.
El recorrido que hoy le propongo no abarca el Malecón en su totalidad; pero tiene una extensión de varios kilómetros para recorrer en un clima muy tropical. Por eso le aconsejo llevar un par de zapatos cómodos, una botella de agua o alguna bebida refrescante.
Además, le sugiero que lleve algún dispositivo para tomar fotos, porque ellas le permitirán recordar una de las excursiones más agradables que haya emprendido en su visita a La Habana.
Detalles del Malecón
El paseo se comenzó a construir en 1901 y su muro, punteado por pequeñas pero macizas torres, permite a quien lo desee caminar sobre él, o simplemente sentarse a descansar mirando hacia el mar, para deleitarse con el ir y venir de las olas.
Si lo prefiere puede hacerlo de frente a la ciudad, para admirar algún fragmento de ella. Incluso, debido al arqueo que posee su diseño, puede lograr ambas sensaciones: unir la vista del mar con la urbe de fondo.
Otro detalle que debe conocer sobre este «gran sofá»es que no es igual durante el día que la noche. Cuando el sol se oculta, el Malecón se convierte en una extensión de la vida nocturna de la ciudad cubana.
Allí hay de todo: familias que desean amainar el calor con la brisa marina, enamorados que buscan los rincones más oscuros, grupos de amigos festejando, músicos dispuestos a ofrecer su arte por un pago mínimo, tribus urbanas de las más variadas afiliaciones reunidas en algún lugar del amplio espacio maleconero, conversando, oyendo o tocando sus ritmos preferidos en fraternidad y armonía.
En fin, un caleidoscopio muy diverso. Si algo puedo afirmar sin lugar a dudas es que el Malecón es el único lugar recreativo en La Habana, abierto todos los días de la semana durante las 24 horas.
¿Por dónde comenzar un paseo por el Malecón habanero?
Con todo este conocimiento previo, ya debe sentir la ansiedad por comenzar su paseo a pie por el Malecón. ¿Preparados los zapatos cómodos y su botella de agua? Pues vamos.
La esquina de 23 y Malecón, en el Vedado, es un buen lugar para iniciar. Allí se forma una explanada a los pies de la elevación sobre la que se encuentran los jardines del Hotel Nacional de Cuba.
Ya en la acera, de frente al mar, mire a su derecha y verá el final de su recorrido: la entrada de la Bahía de La Habana, con el faro del Castillo de los Tres Reyes del Morro como fondo. Hasta allí iremos señalando lugares que harán de su camino una jornada inolvidable. ¡Comencemos a andar!
El parque Antonio Maceo
Apenas haya avanzado unas cuadras aparecerá, en la acera del otro lado de la avenida que corre paralela al paseo marítimo, una gran plaza conocida como el Parque Antonio Maceo. En él hay varios elementos que pueden ser de su interés.
Primero, una pequeña fortificación, solitaria en el extremo del parque, conocida como el Torreón de San Lázaro. Fue construida en el siglo XVII, y hoy es un vestigio de las defensas de la urbe ante los frecuentes ataques de corsarios y piratas.
En el centro de la plaza se alza el monumento ecuestre a Antonio Maceo, uno de los próceres más importantes de la independencia nacional en el siglo XIX, erigido en este lugar en 1916.
Detrás del parque, colocado sobre una elevación, llamará su atención un alto edificio que sobresale, por tamaño y estilo constructivo, sobre toda la arquitectura ecléctica que lo rodea. Es el Hospital Hermanos Amejeiras, una de las instituciones médicas insignias en la salud pública cubana.
Tres propuestas para una pausa
Si continúa por la misma acera donde se encuentra el Parque Antonio Maceo, hay tres lugares muy cercanos uno del otro, recomendables para hacer un primer descanso, y tomar o comer algo para seguir avanzando, con la gratificación de la vista maravillosa del mar.
El primer sitio es el Hotel Terral, ubicado en la esquina de la calle Lealtad. Es una instalación reciente, enclavada armónicamente entre las construcciones de diferentes estilos que forman todo el cinturón de fachadas en esta zona.
Debido a su frente construido de cristal, puede disfrutar de una bebida y algún aperitivo, sin dejar de disfrutar de la vida que fluye en ambas direcciones por el Malecón.
Más adelante, entre las calles Campanario y Manrique, encontrará otra construcción moderna: La Abadía, un bar de tapas, caracterizado por sus modernos arcos de metal, estilo gótico, donde también será muy bien atendido.
Y apenas unos pasos más, entre las calles Manrique y San Nicolás, está el Café Neruda, nombrado así en homenaje a uno de los poetas más importantes de América: Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura. Un espacio donde el aliento bohemio es acompañado por el buen servicio.
La torre de los ataúdes
Después de haber hecho una parada para disfrutar de un buen café, un té, un jugo de frutas naturales, un coctel o una cerveza en el lugar que haya escogido, es hora de reanudar la excursión.
En la esquina de la calle Galiano, una de las más populosas de La Habana, disfrutará del Hotel Deauville, cuya fachada acristalada, le aporta un toque muy elegante al estilo de los años cincuenta del pasado siglo.
Siga caminando y le sorprenderá, con el caprichoso diseño de los balcones, un alto edificio que se encuentra en la conjunción de la calle Capdevila y la avenida que corre paralela al Malecón.
La edificación está enchapada en mosaicos azules que la hacen resaltar en el conjunto arquitectónico y sus balcones, si se fija detenidamente, tienen las formas de un ataúd. Por eso la llaman «la torre de los ataúdes».
Cuenta la leyenda que su propietario lo mandó a construir de esa forma en homenaje a su hija, fallecida a la edad de 14 años, la misma cantidad de pisos que posee el inmueble.
La Casa de las Cariátides
Si se percata, ya casi está terminando nuestro recorrido; pero aún le falta por admirar una de las fachadas más interesantes de toda la arquitectura de esta zona.
La llaman «la Casa de las Cariátides», debido a las seis figuras femeninas diseñadas dentro del estilo clásico, las cuales se encuentran, en forma de columnas, en el balcón superior.
En este espacio funciona el Centro Hispano-Americano de Cultura. Si siente afición por algunas de las artes, será una visita obligatoria cada vez que viaje a La Habana, porque siempre tiene en su programación excelentes exposiciones de artes visuales, conciertos y recitales de los más variados géneros musicales, entre otras atracciones.
El final del paseo
¡Ha llegado al final de la excursión! De frente, la entrada de la Bahía de La Habana y como si pudiera tocarlo con las manos está el imbatible peñón sobre el que se levanta el Castillo de los Tres Reyes del Morro. Con su faro ciclópeo que todas las noches comparte su luz entre la ciudad y el mar, da la bienvenida para los que llegan, a través de esa vía.
Con el mar como testigo podrá tomarse fotos sensacionales. Hágase acompañar de una magnífica puesta de sol habanera, sentado en el muro del Malecón, porque no hay nada más hermoso. Todavía queda mucha Habana por caminar a pie; pero eso lo podrá encontrar en otros recorridos que aquí le propondremos.
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