Casi todas las calles de Gibara, para no ser absolutos, terminan besando el mar. El pintoresco pueblo de la provincia de Holguín, distante aproximadamente 800 kilómetros de La Habana, tiene tanta luz natural en sus avenidas anchas y rectas, que también se le conoce como la «Villa Blanca de los Cangrejos».
Por eso, y porque fue amurallada, la segunda en Cuba, con un cerco de paredes blancas. Todavía pueden conocerse fragmentos del perímetro defensivo, sobre todo la Batería de Fernando VII, fortines y las ruinas del «Cuartelón».
En ese municipio se celebra desde 2002 la segunda competencia cinematográfica de mayor importancia en Cuba, solo superada por el habanero Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. El Festival de Cine de Gibara, FIC Gibara, convoca a lugareños y a cientos de visitantes de otras partes de Cuba y el extranjero, para celebrar juntos una fiesta del arte.
En el 2018, FIC Gibara trasladó sus jornadas de la primavera al verano. Transcurrirá durante la primera semana del mes de julio, y sus organizadores prometen convertir la mítica localidad en el epicentro del cine latinoamericano.
Gibara, la luminosa Villa Blanca de los Cangrejos
En 2004 Gibara fue declarada Monumento Nacional. Desde 2017, año de su bicentenario, las autoridades cubanas promocionan el pueblo como destino turístico internacional.
Ciertamente es un sitio encantador y generoso con los fotógrafos que persiguen imágenes paradisíacas. Por sus caminos no es raro encontrase, durante cierta época del año, crustáceos deambulando como un paisano más.
Hay teorías que ubican en la zona la llegada del Almirante Cristóbal Colón a Cuba, el 28 de octubre de 1492. En el siglo XIX, Gibara se convirtió en el principal puerto del norte oriental cubano. Fueron años de un auge económico reflejado en su conjunto arquitectónico colonial, quizás el más relevante de la provincia.
Entre las construcciones patrimoniales que aún pueden visitarse están el Museo de Historia Natural de Gibara, la Iglesia de San Fulgencio, la mansión neoclásica que acoge el Museo de Arte y el Museo de Historia Municipal. Además, en el parque Calixto García, antigua Plaza de Armas, se levantó una réplica de la «Estatua de la Libertad», creada por escultores italianos.
Al realce internacional de Gibara ha contribuido el festival de cine, certamen que durante la edición anterior tuvo gran convocatoria y reunió en Holguín a notables artistas de Hispanoamérica como Benicio del Toro, Victoria Abril e Imanol Arias.
Idea del «cine pobre»
El evento fue creado por el gran director cubano Humberto Solás (1941-2008), quien se enamoró del poblado y lo utilizó como escenario en algunos de sus filmes. Lo fundó con el nombre de Festival Internacional del Cine Pobre, para promover una zona del cine no «carente de ideas o de calidad artística», sino realizada con «restringida economía».
Para Solás, el creciente abaratamiento de los equipos de filmación permitiría el desarrollo, al margen de la gran industria, de:
«…estilos, legados y propósitos de un arte que no será patrimonio de un solo país ni de una sola e impositiva concepción del mundo.»
La edición anterior se realizó bajo otro nombre y concepto, pero según el actor Jorge Perugorría, presidente del evento:
«Sigue inspirándose en los principios de Humberto Solás. Aunque el presupuesto no determine la aceptación de las películas, continuaremos incentivando el cine de autor.»
El sabor de FIC Gibara en 2018
Este verano es el momento ideal para conocer la pintoresca villa. Si hace coincidir su viaje con FIC Gibara 2018, será testigo de un evento de película en una locación inmejorable.
Obras procedentes de Europa, África y América Latina serán vistas durante la primera semana de julio en el emblemático Cine Jiba. En esta edición se convocó de nuevo el concurso de animación y videoarte, por la gran demanda de los creadores de estos audiovisuales para participar en la fiesta.
Además, se potencia el surgimiento de nuevas obras, mediante un certamen de guiones inéditos y la sección «Cine en Construcción», donde premian con dinero los mejores proyectos de filmes.
El arte culinario de Gibara es muy peculiar y se basa fundamentalmente en salsas, mariscos y pescados. Entre las actividades colaterales del festival se anunció el primer Encuentro de Arte Culinario «Saborear a Gibara», para mostrar tradiciones de la cocina local.
El programa también incluye talleres, conferencias, degustaciones, exhibición de filmes donde la comida es un protagonista más, así como showcookings de excelentes chefs. Es una oportunidad de saborear lo mismo exquisitos platos gourmet que los cubanisimos y tradicionales cocteles de pescado, de camarones o de masa de jaiba aderezados con jugo de tomate, limón, picante y sal.
El arte reina en las plazas y calles
Otras manifestaciones del arte se incluyen en la fiesta audiovisual. Silvio Rodríguez inaugura FIC Gibara con un gran concierto en la Plaza Da Silva, como tradicionalmente arranca la cita.
En la llamada «Villa Blanca» también se presentan por esos días las bandas de Kelvis Ochoa, David Torrens, David Blanco, Pancho Céspedes y Nube Roja, así como otros artistas de la música alternativa, la canción, el pop, el jazz y la música electrónica.
Será homenajeada la obra del famoso director argentino Eliseo Subiela (1940-2016) con la proyección de la copia restaurada de «El lado oscuro del corazón» (1992). Se espera la visita del músico y productor argentino Osvaldo Montes, responsable de su banda sonora, y de otras cintas de Subiela. El compositor ofrecerá un concierto y participará en un panel dedicado a la música en el cine.
Las artes visuales, que han regalado tantos hermosos murales a las calles de Gibara, no faltarán a este festival: habrá una gran exposición del pintor holguinero Cosme Proenza, así como una muestra fotográfica sobre la vida y obra de Humberto Solás, a diez años de la muerte del maestro del cine latinoamericano.
Conocer la pintoresca ciudad del cine
En Gibara hay varios lugares donde conocer su deliciosa tradición gastronómica, entre ellos La Cueva Taína, El Curujey, Las Terrazas y Villa Azul. Cada vez más viajeros se acercan a este destino, provisto de hospedajes en los hoteles Ordoño y Arsenita, además de numerosas casas particulares, conocidas como hostales.
La mítica comunidad se ha convertido en un lugar paradisíaco para los amantes y reaalizadores de cine. A esta fascinación ha contribuido su encantadora naturaleza y su arquitectura patrimonial, pero también la hospitalidad y cariño de su gente. Compruébelo, y no olvide la cámara: conocerá un pueblo digno de una novela de realismo mágico.