Desde la calle Monte, una de las más concurridas de La Habana, nos adentramos hoy rumbo al mar. Inevitablemente, el camino nos conduce por el corazón de la ciudad, por sus calles estrechas llenas de gente en constante ir y venir, donde el eco del pasado nos llama a cada paso.
Bajemos por la arteria urbana que ostenta el nombre más complicado de toda la zona, casi impronunciable la primera vez que lo escuchamos. En medio de Aponte, Factoría, Águila o Florida, la invitación a transitar por Revillagigedo parece desafiar, más que a nuestros pasos, a nuestra mente en un singular trabalenguas. Aceptamos el reto, no obstante, mientras repetimos bajito: Revillagigedo, Revillagigedo… La pregunta cae por su propio peso, ¿de dónde viene el nombre?
¿Revillagigedo?
El origen del calificativo, como el de muchas calles habaneras, se relaciona con un personaje que hizo historia en su tiempo. En este caso recuerda a Juan Francisco de Güemes y Horcaditas, primer Conde de Revillagigedo, que fuera Capitán General de Cuba entre los años 1734 y 1756. A él se atribuye, entre otras cosas, el haber creado la Compañía de Comercio de La Habana, el haber expulsado a los británicos de la isla tras su periodo de ocupación y luego encargarse del restablecimiento del sistema de fortificaciones de la villa.
La historia lo guarda, además, por haber disciplinado la limpieza de las calles, los espacios públicos y el puerto de La Habana; por haber emprendido una dura batalla contra los que burlaban el fisco, los que aumentaban desmedidamente los precios y especulaban con los artículos agrícolas y por contribuir con la apertura del hospital de San Lázaro y la reorganización del Ayuntamiento. Realmente los cubanos añoran un Revillagigedo moderno.
Cuando casi concluía su mandato en la Mayor de Las Antillas, fue nombrado Virrey de Nueva España. Se cuenta que fue un militar ejemplar de la armada española, que poseía mano dura y una avaricia desmedida que le ganó muchos detractores a los cuales, se dice también, no prestaba la menor atención.
La Habana Vieja y la calle
Cuando conocemos la historia no nos extraña que una de las calles creadas bajo el mandato de ese Capitán General lleve su nombre, aunque en la actualidad, realmente, poquísimos son los que conocen el motivo.
Nos disponemos de todos modos a recorrerla, más por conocer qué ha sido de ella después de tanto tiempo que por la anécdota escuchada, aparentemente muy distante en el tiempo como para impactarnos. A primera vista no difiere del resto de los trazados en el barrio Jesús María, del cual forma parte. Está repleta de gente que te mira con expectativas, edificaciones diversas, unas remozadas y otras que luchan por mantenerse en pie. De puntales altos y balcones en la planta superior, con aceras breves por las que apenas cabe el transeúnte y portones que conducen a solares y pasadizos misteriosos.
En medio del contexto sobresalen restos del pasado en algunas construcciones que conservan claramente sus aires coloniales. Un friso que sorprende, la moldura de una reja, pequeños indicios que hablan de una época de esplendor, muy remota.
Revillagigedo, su historia
La calle fue creada en el año 1753, en una zona humilde en expansión, habitada por los negros curros del manglar, famosos en la época, y por trabajadores del astillero de la ciudad emplazados en aquel entonces cerca de allí, en el área que hoy ocupa la Estación Central de Ferrocarriles. Las casas eran muy modestas, de yaguas de palma y guano, con pisos de tierra.
Sus orígenes se remontan a la creación de La Ermita de Jesús María y José, por lo que a la naciente vía se le comenzó a llamar como «Real de Jesús María». Al poco tiempo, sin embargo, se le cambia por el nombre actual en honor al referido Capitán General y se conserva la denominación de la ermita para hacer referencia, hasta el presente, a la barriada que la acoge.
Revillagigedo, desde su fundación, se extiende por nueve cuadras que conectan a la Calzada de Monte con Tallapiedra, muy cerca del margen de bolsa de la bahía de La Habana.
Sitios y figuras de interés
En su longitud ampara varios sitios de interés que con el paso de los años han ido conformando y enriqueciendo el imaginario de Revillagigedo. Si iniciamos nuestro recorrido desde Monte, hallamos la edificación marcada con el número 12, antes de llegar Corrales, con una tarja que rememora la celebración allí del primer Día Internacional de la Mujer que se conmemoró en ese país.
Más adelante, en el número 162, entre Gloria y Misión, nos recibe el más importante y antiguo de todos los inmuebles, la Unión Fraternal, una institución cultural fundada en abril de 1886 que halló en ese lugar su emplazamiento definitivo desde 1917.
Aún guarda recuerdos de cuando lo visitaban cubanos ilustres como el periodista e independentista Juan Gualberto Gómez, quien fuera su presidente de honor; el gran violinista Claudio José Brindis de Salas, conocido como el «Paganini Negro», y los generales de la guerra de independencia Silverio Sánchez Figueras y Quintín Bandera Betancourt, vecino del número 115. Vivió también en Revillagigedo, entre Esperanza y Misión, otro célebre cubano, Carlos Baliño, quien en 1925 fundara junto a Julio Antonio Mella el primer Partido Comunista de Cuba.
Cuando arribamos a las cuadras finales, encontramos la iglesia que recuerda a la ermita fundacional y el Parque de Jesús María. Allí, una estatua inmortaliza al padre Manuel de Jesús Noval, reprimido fuertemente por las autoridades coloniales en las postrimerías del siglo XlX debido a sus ideales independentistas, y se venera a la ceiba como árbol sagrado para las religiones africanas.
La vía llega a su fin. Queda en nosotros la sensación de haber realizado un recorrido especial, parecido al que nos pueden ofrecer otras calles de La Habana, pero muy particular a la vez. En Revillagigedo la historia nos sorprende a cada paso y nos invita a conocerla, camuflada en la difusa contemporaneidad, pero siempre latente.
Revillagigedo en Jesús María, barrio musical
El barrio que acoge a Revillagigedo, Jesús María, tiene un vínculo especial con el arte. Vivieron en él los músicos Brindis de Salas, Barbarito Diez y Rafael Cueto, uno de los integrantes del Trío Matamoros. Además, por allí se fundaron la Sonora Matancera, el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro y la orquesta La Ideal, de Joseíto Fernández. Todos continúan siendo orgullo para la cultura cubana.