Hay particularidades, hechos, personalidades, objetos, marcas que hacen exclusiva la visita a Cuba y a su capital, La Habana. Muchos vienen con la intención de llevarse lo mejor de la historia y la identidad de un país atrapado en el tiempo, pero pujante y revelador.
Hay símbolos de cubanía conocidos en todo el mundo, íconos de todos los tiempos que hoy aumentan su prestigio. Es el caso del tabaco y su internacionalmente conocida marca Premium Cohiba. Otro es el exquisito ron cubano, con sus variadas marcas, fundamentalmente, la Havana Club.
Un museo «embriagador»
La mayoría de aquellos que visitan la isla cubana, a la hora de su partida, desean llevarse una botella de ron como regalo o recuerdo de su estancia. Pero muchos no conocen toda la historia encerrada detrás de ese recipiente. La mejor manera de adentrarse en el mundo de la elaboración del ron en Cuba es a través de la visita al Museo del Ron de La Habana, aunque también puede llegar hasta la Ronera Santiago de Cuba, ambas pertenecientes a la Corporación Cuba Ron S.A.
Una visita guiada de alrededor de una hora, introduce al visitante en todos los procesos de elaboración del ron ligero en la isla cubana desde sus inicios.
Repasando la historia
Allá por 1493, en el segundo viaje de Cristóbal Colón, se introdujo la caña de azúcar en la isla. Pronto, los negros esclavos utilizaron su extracto como bebida. Así, comenzó la historia del ron en Cuba, producto de la fermentación alcohólica y la destilación de la azúcar de caña. En su elaboración es muy importante el clima, la tierra, la materia prima y el añejamiento.
Para el siglo XVIII Cuba exportaba ron hacia Europa, muchas veces ligado al tabaco, un maridaje que se ha mantenido con los años. Entre las marcas más reconocidas está la familia de rones Havana Club, cuya fábrica radica en Santa Cruz, al este de La Habana. Se dice que la marca es producto de la invención del vasco José Arechabala y partir de 1990 se asocia con Pernod Ricard, bajo la marca de Havana Club International.
Entre las variantes más consumidas y prestigiosas está el Añejo Blanco, Añejo 3 Años, Añejo Especial, Añejo Reserva, 7 Años, el Cuban Barrel Proof, San Cristóbal de La Habana, Gran Añejo 15 Años, el Máximo Ron Extra Añejo, entre otros. En el Oriente del país también son reconocidas marcas como Matusalén, Paticruzado, Caribbean Club, Varadero, Caribe y el excelente ron Santiago. Del Centro destacan otras como Decano, Siboney, Mulata, Legendario, Bocoy, Bucanero y Antillano.
El Museo del Ron
Pero no tiene que ser un experto para disfrutar del Museo del Ron. El museo ocupa la mansión colonial restaurada del siglo XVIII, antigua «Casa del Conde de la Mortera», frente a la bahía de La Habana, en calle San Pedro 262.
El recorrido comienza en un gran patio, decorado con helechos y palmeras que dan la entrada a una escalera de piedra. En la primera planta está el taller del tonelero, donde se exhiben las artesanías necesarias para construir y preparar los barriles de roble en donde se añejan los rones. Más adelante una galería muestra el antiguo y original molino de caña que era accionado por mulas en las primeras refinerías de azúcar.
El guía explica sobre los trabajos forzados de los esclavos durante siglos en el campo y los trapiches. Hay una locomotora de vapor de 1902, una de las encargadas de transportar la caña de azúcar. Cuba fue el primer país de América Latina que utilizó el ferrocarril para transportar estos productos. Asimismo se exponen modelos de las antiguas refinerías y destilerías de ron, donde destacaban las grandes chimeneas y los trapiches.
Por otra escalera se llega a un espacio bien calentito, la zona de fermentación y destilación. Los barriles de madera, las columnas de destilación de cobre, unidas por tubos que transportan el ron hasta grandes tanques, asombran a quienes se acercan, por vez primera, a esos procesos. En las bodegas de añejamiento descansan los barriles que esperan el paso de los años para destaparse. Y en el ambiente, un aroma especial, embriagador.
Una maqueta reproduce con detalles un central azucarero de 1930: el central «La Esperanza», mientras el guía explica todo el proceso, los sonidos, los olores característicos de la conversión de uno de los mejores rones del mundo.
Gracias a una escalera de caracol se llega hasta la zona de degustación con su barra de madera. Allí se prueban las variedades de ron cubano (la degustación está incluida en el precio de entrada al local). Puede terminar el recorrido entrando a la tienda donde, además de las marcas de ron, puede hacerse de artículos relacionados tradicionalmente con el mismo como tabaco, vasos, removedores y fosforeras de la marca Havana Club, entre otros suvenires que mucho agradecen los visitantes.
El recorrido puede ser concluido en el bar-restaurante del museo, donde los bármanes enseñan la preparación de cocteles cubanos como el «Mojito» o el «Daiquirí». Si lo visita recuerde probar el coctel de la casa llamado el Guarábana, una mezcla de ron Añejo Blanco, jugo de caña de azúcar y zumo de naranja, muy refrescante y sabroso.
Otros prefieren terminar la visita en el bar contiguo, el Havana Club Bar, que ofrece un amplio menú de cocteles y tragos cubanos e internacionales elaborados por reconocidos bármanes, junto a una agradable música. Puede degustar igualmente platillos cubanos de buena calidad, aunque su especialidad son las bebidas.
Un encuentro también con el arte
El Museo del Ron tiene un espacio para la exposición de artistas jóvenes y consagrados del arte contemporáneo cubano. Significativas figuras del orbe han pasado por su galería como Roberto Fabelo o Nelson Domínguez. El centro se interesa por el arte joven y realiza sesiones de música y eventos en diferentes momentos del año.
Conozca un poquito más de Cuba en el Museo del Ron
Esa es una visita casi imprescindible para aquellos que caminan por La Habana Vieja. Es una zona muy hermosa de la ciudad, un local céntrico, muy próximo a lugares concurridos como la Plaza de Armas, la «Plaza de las Palomas» o Plaza San Francisco de Asís, el Malecón habanero, la lanchita de Regla y la Casa de la Cerveza, entre tantos otros.
La tradición y autenticidad del ron cubano, lo colocan entre los mejores del mundo. Los cubanos sienten mucho orgullo de su condición privilegiada en ese sector y por su historia. La mejor manera de escudriñar los largos procesos de fermentación, filtración, añejamiento y mezclas que durante años se ha venido perfeccionando en Cuba, es a través de la visita al Museo del Ron en la siempre impresionante Habana Vieja.