Apenas despierta la ciudad y me dispongo a salir. Antes de las ocho de la mañana capturo las mejores imágenes, lo he aprendido como fotógrafa aficionada durante mis viajes. Deseo captar una instantánea parecida a la de la postal que encontré en el Hotel Habana Libre Tryp.
Subo por la calle L, una de las principales arterias del Vedado capitalino y encuentro otro hotel muy cerca, el Hotel Colina, también varios negocios particulares: bares; restaurantes, uno me sorprende por su nombre: “Waoo!”; una pequeña tienda de souvenirs, regalos y accesorios artesanales en el primer piso del edificio No. 454 también llama mi atención.
En breve estoy frente a una gran escalinata. Es el acceso principal a la Universidad de La Habana (UH), la más antigua de Cuba y una de las primeras de América. Me embelesé frente a la estructura arquitectónica del edificio, inspirada en el Partenón griego, y casi olvido tomar la foto por la que había llegado hasta allí.
El Alma Mater da la bienvenida
Subí 88 peldaños hasta quedar justo frente a la imponente escultura de una mujer con los brazos abiertos. Es una escultura en bronce del artista checo Mario Korbel que recibe cada año a los estudiantes universitarios.
La efigie es conocida como «Alma Mater». Cuentan que la modelo para el rostro fue la joven cubana Feliciana Villalón y Wilson que entonces contaba con 16 años, hija de un profesor de matemática analítica. Para el cuerpo el artista tomó como modelo una mujer criolla mestiza, de más edad.
Esta figura simboliza a la Casa de Altos Estudios, un sitio de obligada visita, con su Museo de Historia Natural, el de Antropología, el Parque de los Cabezones y sus aulas que albergaron a figuras de la talla del ilustre pensador Félix Varela; la poetisa Dulce María Loynaz, premio Cervantes de Literatura; el científico Carlos J. Finlay, entre otros personajes del arte y la historia de Cuba.
Orígenes de la Universidad de La Habana
Fueron los frailes Dominicos pertenecientes a la Orden de Predicadores del convento de San Juan de Letrán, quienes la fundaron el 5 de enero de 1728. Su primer nombre fue Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana y su primera sede, el convento antes mencionado que radicaba en la calle Obispo, de la Habana Vieja que hoy se conoce como Centro Histórico de la Ciudad, declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Aquel colegio se creó con la autorización del rey Felipe V de España y del Papa Inocencio XIII. Para 1842 el nombre de la institución pasó a ser Real y Literaria Universidad de La Habana, entre los cambios fundamentales de este proceso se debe el paso de universidad católica a universidad laica.
Recorrido por la primera Casa de Altos Estudios de Cuba
Me adentro y encuentro el Aula Magna, primer edificio construido en esta sede en 1902, cuando comienza el traslado de la universidad hacia la Colina de Aróstegui, cerca de la Quinta de los Molinos; hoy en día se le conoce como la «colina universitaria» o también como la «loma de la pirotecnia».
En el Aula Magna reposan los restos del ilustre pensador cubano Félix Varela. El interior del recinto fue decorado por el artista Armando Menocal evocando las facultades de la época: la Medicina, la Ciencia, el Arte, el Pensamiento, las Artes liberales, la Literatura, y el Derecho.
Casi inadvertido por su ubicación al fondo del neoclásico edificio de la Facultad de Matemática y Computación, descubro El Parque de los Cabezones,entrañable escondrijo de estudiantes conspiradores y de parejas amorosas.
Su nombre oficial es «Jardín de la Fama», pero todos le llaman por su burlón apelativo. Se encuentran allí grandes esculturas esculpidas por el francés Philippe Garbeille, de personalidades históricas: José de la Luz y Caballero, Antonio Bachiller y Morales y el presbítero Félix Varela, tres intelectuales cubanos de los siglos XVIII y XIX.
La UH posee actualmente una matrícula superior a los 60 mil estudiantes distribuidos en 32 carreras, entre ellos jóvenes de alrededor de 65 naciones. Cuenta con un importante estadio en donde se celebran los juegos deportivos universitarios con más tradición en el continente, los Juegos Caribes y tiene una biblioteca principal, establecida desde 1936.
Concierto en la escalinata
Alzo la vista en el mismo punto donde descubrí el Alma Mater y decido tirarme un selfie para mis perfiles en las redes sociales. Sin dudas, capté una de las mejores y más emblemáticas imágenes de mi visita a La Habana.
Ya de regreso me detuve en un restaurante. Era mediodía, y muy cerca de la universidad, en la esquina de las calles L y 25, No. 452, encontré el CIBO Café. Se ubica en una de las joyas arquitectónicas del Art-decó capitalino.
Sentada en su amplia terraza disfruté de la auténtica comida italiana, aunque el menú sugería otros interesantes platos internacionales.
Seguí luego hasta el Museo Napoleónico, a menos de tres cuadras de dónde estaba almorzando. Es otro sitio lleno de intereses históricos y patrimoniales. La visita fue rápida, debía aún conocer toda la zona y regresar en la tarde noche para la escalinata. Antes de llegar al hotel llegué a La Kapital Café, otro espacio en la calle L muy acogedor.
El músico cubano X Alfonso ofrecería allí un concierto junto a diversos artistas invitados. No es raro encontrar a las principales bandas de la isla usando la escalinata como escenario. En esta ocasión vi videos mapping proyectados en la fachada del antiguo edificio, coreografías de danza contemporánea, escuché música electrónica con ritmos cubanos, bailé en una noche de celebración: la Universidad de la Habana cumple años de fundada.