La Habana barroca: Palacio del Marqués de Arcos

La Habana barroca: Palacio del Marqués de Arcos

En la parte más antigua de La Habana hallamos una de las joyas del llamado «barroco cubano». Es considerada por los especialistas como uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura residencial en la Isla durante el siglo XVIII: la Casa del Marqués de Arcos.

Fue construida a inicios del siglo XVIII a la par del Palacio de Lombillo, el inmueble contiguo, en lo que hoy conocemos como la Plaza de la Catedral. Por esa época aún el sitio no era concurrido y se conocía como Plaza de la Ciénaga por ser una zona baja adonde llegaban el mar y algunos manantiales. Es por ello que, contrario a lo que pudiera imaginarse, la fachada principal se encuentra hacia la calle Mercaderes.

Detalles de una de las exposiciones del Museo Casa del Marqués de Arcos

Cuando se construye la iglesia, que luego pasaría a ser la Parroquial Mayor, sede principal de las autoridades eclesiásticas de la ciudad y exaltada posteriormente a Catedral en la segunda mitad del siglo XVIII, es que la plaza gana en trascendencia. Para entonces, la Casa del Marqués de Arcos y otros edificios de las inmediaciones construyeron su nueva fachada y portales hacia el célebre espacio común. La privilegiada posición les añadió un valor inconmensurable.

Los propietarios

Fuente y aljibe en el atrio de la Casa del Marqués de Arcos

Entre los primeros dueños del palacete, la historia guarda al doctor Francisco Teneza, investido por la Corona Española con el título de Protomédico de La Habana. El 6 de mayo de 1707, Tenesa obtuvo permiso para añadir a la casa, de una sola planta por aquel entonces, los zaguanes que hoy luce.

Viajeros toman fotos en la Casa del Marqués de Arcos

Luego la ocupó Don Diego Peñalver y Angulo, Tesorero oficial de la Real Hacienda. Él, además de otras modificaciones, mandó a construirle uno de los elementos más vistosos desde el exterior, la segunda planta. Luego, como herencia, la propiedad pasó a su hijo, Ignacio Peñalver y Cárdenas, quien en el año 1792 obtuvo el título de Marqués de Arcos, esencia nobiliaria que hasta la actualidad califica a la residencia. En los arbotantes superiores se añadieron ventanas, rectificadas más tarde como parte de una restauración que la Secretaría de Obras Públicas realizara al entorno de la plaza en 1933.

Vista del patio interior de la Casa del Marqués de Arcos

En la casona residieron los marqueses hasta mediados del siglo XIX, cuando se fueron a vivir a otro sitio. Con el transcurso de los años, los espacios del palacio fueron ocupados por las oficinas de correos, el Liceo Artístico y Literario a finales del siglo XIX, por el Taller Experimental de Gráfica de La Habana e, incluso, fue una casa de vecindad.

Detalle de carteles en la Casa del Marqués de Arcos al fondo viajeros y guias conversan

Todos estos avatares dañaron seriamente su estructura, por lo que en 2015 la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, atendiendo al valor patrimonial de la Casa del Marqués de Arcos, concluyó una restauración total que le devolvió el esplendor de antaño y en la que se han creado múltiples áreas abiertas al visitante, como un salón de arte digital para los niños y un café literario.

Valores arquitectónicos

Mesa de banquetes de la Casa del Marqués de Arcos

Las transformaciones que fueron modernizando la casa con el transcurso de los años útiles, dieron como resultado que en la actualidad los expertos la clasifiquen como uno de los mejores exponentes de la arquitectura residencial en Cuba. Entre los elementos que resaltan, figuran su elegante monumentalidad y la perfecta comunión de los atributos considerados imprescindibles en la vivienda cubana de las familias adineradas del siglo XVIII.

Destaca en su estructura el frente principal a la calle Mercaderes, de gran altura, imponente presencia e impresionantes balcones escoltados por columnas dóricas. Por ella se accede al espacio interior, diseñado con un patio central desde el que se tiene acceso visual a varias arcadas apoyadas en columnas, a las galerías circundantes y al entresuelo. El piso está pavimentado con losas de piedra de San Miguel, propicias para el trasiego de los carruajes.

Habaneros y turistas recorren los pasillos del Museo Casa del Marqués de Arcos

Urge mencionar la gran escalera con cuatro ramas, al estilo de los grandes palacios italianos del Renacimiento. Sobresale por ubicarse en un amplio salón donde aún es posible imaginar a las damas luciendo sus amplios vestidos, de la mano de algún distinguido caballero. Una vez en la planta alta, resalta la galería principal, amplia y bella, con techo de madera. En las paredes todavía se conservan muestras de las pinturas murales, mientras los trabajos de carpintería y herrería dan fe de la magnificencia del palacio.

Columnas del patio interior (atrio) de la Casa Museo del Marqués de Arcos

Atravesando la casa se sale a la Plaza de la Catedral. La fachada por allí es más sobria. Al igual que casi todas las casonas que la rodean, posee arcadas y columnas que complementan el extenso portal y dan paso al piso superior. En este último, sin embargo, se nota una asimetría poco frecuente en las construcciones coloniales que aporta un sello agradable y distintivo. A un lado, tres grandes ventanales con finos vitrales, representativos también de las construcciones de la época. Estos contrastan con una puerta rectangular y solitaria en la esquina opuesta. A todo lo largo, se bota hacia la calle un balcón voladizo sostenido por grandes palomillas de hierro y una sólida baranda de bronce al estilo Luis XV.

El Mural

Vista del Mural en la calle Mercaderes cerca de la Casa del Marqués de Arcos

Recordando precisamente uno de los períodos más esplendorosos del palacio, cuando fue sede del Liceo Artístico y Literario de La Habana, al otro lado de la calle Mercaderes y justo enfrente de la fachada original se esparce un vasto mural a modo de espejo que recrea un instante imaginado de la historia. La fachada de la Casa del Marqués de Arcos está poblada por 67 personalidades que recorrieron sus salones durante el siglo XIX y principios del XX, mientras era escenario por excelencia de confrontaciones entre grandes figuras de la intelectualidad cubana.

Con la autoría del artista criollo Andrés Carrillo, la pintura muestra a muchos personajes conocidos que pueblan la planta baja y los balcones, entre los que sobresalen el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, y la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda.

Ruta por la era colonial

Turistas recorren el museo en la Casa del Marqués de Arcos

Como proyecto de la Oficina del Historiador de la Ciudad, se concibe a la Casa del Marqués de Arcos, al Museo de Arte Colonial y al Palacio de Lombillo, como una ruta representativa y de inestimable valor para descubrir la arquitectura colonial y la evolución de las construcciones domésticas en la Cuba del siglo XVIII.

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