Sin dudas, resalta en el entorno. Se levanta hermoso, elegante, majestuoso. Se sabe representativo de los más refinados y bellos edificios que transpiran cultura iberoamericana. Orgulloso de su condición y recientemente restaurado con todo el cariño y la profesionalidad posibles, obliga a detener la mirada sobre él con la fuerza especial, única, que posee lo magnífico.
Estamos a la entrada de La Habana Vieja, en el Paseo del Prado y tenemos ante nosotros al Gran Teatro de La Habana «Alicia Alonso», antiguo Palacio del Centro Gallego. Muy cerca de él están el Capitolio Nacional, el famoso bar-restaurante El Floridita, el Museo de Bellas Artes, el bulevar de Obispo, los hoteles Inglaterra, Telégrafo, Iberostar Parque Central, Mercure Sevilla, Saratoga y el lujoso Gran Manzana Kempinski.
El palacio del Paseo del Prado
Lo primero que atrae es su fachada ecléctica, según expertos, plagada de elementos neobarrocos, neoclásicos y hasta del estilo rococó, en lo que resulta un conjunto armonioso y monumental. Es obra, junto al resto del recinto, del talento arquitectónico del belga Paul Beleu, quien ganó un concurso para edificarlo. Se inspira en las construcciones del barroco europeo, lo que justifica la prolífica presencia de tallas y esculturas en piedra.
Descuellan los relieves, bajorrelieves, cornisas, ventanas, balcones y torres coronadas con esculturas aladas. Entre todo, quizás lo que más llama la atención son los cuatro hermosos conjuntos escultóricos, en mármol blanco, de la autoría del italiano Giuseppe Moretti, que representan la Caridad o Beneficencia, la Educación, la Música y el Teatro.
El ambiente interior del palacio es tan sorprendente como su exterior. El vestíbulo, la gran escalinata, los amplios espacios y el fastuoso teatro, todo está especialmente creado para agradar y acoger al público, al visitante.
De Tacón a Centro Gallego
Como ya dijimos, el Palacio del Centro Gallego fue erigido en el Paseo del Prado, entre las calles San José y San Rafael, justo al frente del populoso Parque Central. Está en la misma ubicación que antaño ocupara el Teatro Tacón, el más importante en La Habana de su tiempo y uno de los mayores y más lujosos del continente, en cuyo escenario se presentaron míticas figuras del arte.
La primera piedra fue colocada el 8 de diciembre de 1907 y, según se cuenta, esta fue extraída de las canteras españolas de Praga, en Lugo. Seis años debieron transcurrir hasta que iniciaran las obras, que finalmente quedarían concluidas en 1915 como sede de las sociedades españolas existentes en Cuba desde inicios de siglo. Allí, además, se impartían clases, existía una Academia de Bellas Artes y una de música.
Las obras, a cargo de la firma estadounidense Purdy & Henderson, la misma que edificaría el Banco Nacional de Cuba y la Lonja del Comercio, tuvieron un coste de 1.8 millones de pesos cubanos de entonces. Como resultado, nació el admirable palacio que contaría con el más grande y lujoso teatro de la Isla durante muchos años. Ofrecía dos salones de baile, un casino, salones de juegos, oficinas, caja de ahorros, restaurantes y cafés. Desde aquel momento, La Habana ostentó uno de los edificios más bellos y artísticamente trabajados de toda Iberoamérica.
Palacio de muchos nombres
A lo largo de su historia, el edificio ha recibido diferentes denominaciones en correspondencia con su función social fundamental. Para 1961 pasó a llamarse Federico García Lorca, en homenaje al poeta español; seis años después, se cambió a Gran Teatro de Ballet y Ópera de Cuba, y se le denominó Liceo de La Habana Vieja en 1977, cuando comenzó a emplearse la mayoría de las capacidades pertenecientes al Centro Gallego.
En 1981 se rebautizó como Complejo Cultural del Gran Teatro García Lorca y en junio de 1985, Gran Teatro de La Habana. El título García Lorca se reservó únicamente para su sala principal. A partir de esa fecha todas sus áreas se dedicaron a la labor cultural y se habilitaron locales para cursos, ensayos y exposiciones, además de acoger a muchos de los principales grupos o compañías de ballet y ópera de Cuba.
Desde la década del 60 del pasado siglo, casi toda la historia del teatro ha estado vinculada a la vida de la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso, directora del Ballet Nacional de Cuba. Por ello, como acuerdo reciente del Consejo de Estado de la República de Cuba pasó a llamarse, de forma excepcional, Gran Teatro de La Habana «Alicia Alonso», un reconocimiento a sus aportes en el plano profesional y personal a la cultura cubana y universal.
Gran Teatro de La Habana «Alicia Alonso»
El Gran Teatro es hoy uno de los complejos culturales más importantes de Latinoamérica y sirve de sede al Ballet Nacional de Cuba, bajo la dirección de Alicia Alonso; también al Teatro Lírico Nacional y al Ballet Español de Cuba. En correspondencia, su cartelera incluye habitualmente las funciones de estas agrupaciones, así como las del Centro de Promoción de la Danza (PRODANZA) y las temporadas del Centro Pro-Arte Lírico, con sus propuestas de óperas, zarzuelas, operetas y conciertos. Igualmente, desde 1960 el Festival Internacional de Ballet de La Habana, el acontecimiento danzario más importante de Cuba y unos de los más renombrados del planeta.
La sala principal, con cabida para mil quinientos espectadores, ha reverenciado a las principales figuras y compañías del ballet universal. El teatro también posee otros espacios más pequeños como la Sala Lecuona y el Café Adagio, donde ofrecen recitales de música de cámara.
Tras un proceso de restauración que se extendió entre 2013 y 2015, en el que se respetó la idea original, el teatro reabrió sus puertas el primero de enero de 2016 con nuevo mobiliario y telones, sistema de climatización, acústica, mecánica escénica, salones de ensayo para los bailarines y la orquesta. Además, ahora incluye un estudio de grabación, más de 20 camerinos y sanitarios.
El Gran Teatro de La Habana por dentro
Recientemente, el Gran Teatro de La Habana inauguró un nuevo servicio. La modalidad «Teatro por dentro» ofrece un recorrido especial por el interior de la institución, una privilegiada exploración de espacios y áreas de trabajo a los que habitualmente no se tiene acceso y que han sido escenarios de anécdotas de célebres luminarias del ballet mundial, comenzando por la estrella que ahora le da nombre: la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso, su casa.