Iglesia de Nuestra Señora de la Merced en La Habana

Iglesia de Nuestra Señora de la Merced en La Habana

En medio de un recorrido por la calle Cuba y justo enfrente de la plazuela que sirve para el descanso, nos sorprende la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced o Iglesia de las Mercedes, como se le conoce comúnmente. Estamos en la parte antigua de La Habana Vieja, donde tendremos el privilegio de conocer uno de los templos religiosos más emblemáticos de la Mayor de Las Antillas, una belleza singular.

Fachada de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced

Desde nuestra posición, luce en su totalidad, alta, imponente, barroca, con sus columnas y arcos, luminosa bajo el sol del Caribe. Carece de torres y de campanario, y la puerta principal, amplia y abierta bajo el arco abocinado, invita a la exploración. De inmediato una certeza: la fachada, hermosa pero demasiado sobria, contrasta fuertemente con el esplendor interior.

El interior de la iglesia

El templo, uno de los más suntuosos de la capital cubana, en sus adentros es una imitación de las iglesias italianas erigidas a semejanza de la de San Pedro, en Roma. Se compone de tres naves separadas entre sí por monumentales arcadas de medio punto. Llaman poderosamente la atención los abundantes y hermosos decorados de tonos dorados y amarillo reluciente, que contrastan con el castaño de las bancas y los magníficos frescos de los techos.

Viast de una de las naves de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced

La profusa ornamentación es, sin dudas, uno de los elementos que más resaltan en este sacro recinto. Los lujosos murales, las imágenes de las bóvedas y el resto de las obras de artes plásticas, conforman una colección de pinturas del último cuarto del siglo XIX gracias a reconocidos artistas cubanos de la época, entre los que figuran Manuel Lorenzo, responsable de la excelsa sección principal, y Juan Crossa, quien decoró la cúpula y los bordes superiores de las bóvedas del Altar Mayor.

Techo decorado de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced

El mural de la parte baja de la capilla, que hace alusión a un peregrinaje al Santuario de Lourdes, es obra de Didier Petit, mientras que el paisajista Esteban Chartrand pintó el fondo de la capilla de Nuestra Señora de Lourdes, ubicada al final de una de las dos naves laterales del templo. Completan el espacio constructivo los hermosos altares y el convento anexo, que mantiene sus funciones originales y se halla definido por un bello patio claustral.

Historia de una iglesia

Altar mayor iluminado de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced

Según sabemos, la construcción del templo inició en el año 1630 a manos de los propios fieles de la Señora de la Merced. El proceso, no obstante, requirió más tiempo y esfuerzo del esperado. Más de un siglo después, en 1742, apenas se había logrado completar la sección comprendida entre la fachada y los púlpitos, además de una pobre casa conventual adyacente.

Fingura de Nuestra Señora de la Merced

Para 1834, el Gobierno empleó la edificación como almacén, albergando mercancías aduanales, hasta que en 1863 se entregó a los padres paúles. La ocasión se celebró con una gran fiesta popular y con el renacer de la construcción a cargo de Gerónimo Viladás, superior de los frailes misioneros ahora responsables del recinto. En la nueva tarea intervino nuevamente la comunidad instalada. Desde marqueses hasta los más humildes, contribuyeron con su esfuerzo y dinero. Finalmente, el 31 de enero de 1867, el renovado templo fue inaugurado.

La iglesia hoy

Frescos en el techo de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced

A más de un siglo de su apertura, gracias a las continuas atenciones y trabajos de embellecimiento llevados a cabo por los padres paúles, la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced luce todo su brillo fundacional.

Ofrendas de flores en los altares de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced

Todos los días, entre las ocho de la mañana y el mediodía, y desde las tres hasta las cinco de la tarde, es posible adentrarse en el mundo mágico-religioso de la iglesia. Hay quienes han comparado su interior con un maravilloso y brillante bosque de columnas corintias. Y es que ciertamente impresionan su belleza y su misticismo, el ambiente tranquilo y de meditación.

Virgen de las Mercedes en la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced

En la capilla, postrado ante la Virgen de las Mercedes, en el Altar Mayor frecuentemente adornado con flores, es común encontrar a algún devoto profiriendo sus plegarias o peticiones por algún familiar o ser querido enfermo. Unas pequeñas escaleras permiten llegar a La Merced, que luce refulgente en su sitial.

La Merced, sincretismo y unión

Persona rezando en la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced

El templo se erige en el barrio de San Isidro. Funciona como iglesia católica y destaca por el número de fieles que la visitan, la amplia participación de los parroquianos, las asociaciones sociales y piadosas que radican en sus predios. Se dice que es la iglesia con mayor cantidad de fieles en La Habana. Como parte de su trabajo con la comunidad y entre las numerosas labores religiosas que realizan, desde el año 1900 figura la catequesia infantil.

Uno de los elementos que ha contribuido a la notoriedad de la iglesia es el hecho de que en las culturas provenientes de África se venera a La Merced (o Las Mercedes) fundida con el orisha Obatalá. Razón por la cual, además de los fieles católicos, el recinto es frecuentado por practicantes de las religiones yorubas, convirtiéndose también en un templo de cultos sincréticos.

Vista de la nave pricipal de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced

Concluye la visita. Queda atrás la iglesia y salimos a la calle de sol intenso; cambiamos el esplendor por el resplandor natural. Si aún quedamos con deseos de conocer otras edificaciones religiosas representativas de la cultura y la identidad cubanas, podemos continuar el paseo. Muy cerca de allí, hallamos la Iglesia de Paula y la Iglesia Parroquial del Espíritu Santo, la más antigua de las existentes en La Habana, en pie desde 1632, como buenas opciones para satisfacer nuestra curiosidad acerca de la herencia católica en el Nuevo Mundo.

El padre que reposa en La Merced

El Padre Gerónimo Viladás pidió que, tras su muerte, se enterraran sus restos en La Merced. Treinta años después de fallecer, se cumplieron finalmente sus deseos y desde 1913 reposa en la capilla de Nuestra Señora de Lourdes dentro de la mencionada iglesia.

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