Por estos días se cumplió un año del desfile de Chanel en La Habana, un espectáculo que revolucionó durante unas horas a un país en Revolución. Muchos aún no se explican cómo pudo suceder tal cosa, teniendo en cuenta que la filosofía de vida austera por la que se han regido durante décadas está muy lejos de tales estridencias, consideradas enajenantes y superfluas.
Algunos sospecharon que los cambios esperados en Cuba irían un poco más allá de lo anunciado, y otros sencillamente sacaron a colación que Chanel no tiene limitaciones políticas, por lo que sería un supremo ejercicio publicitario. Lo segundo parece más acertado y las autoridades cubanas comprendieron que sólo sería un acto efímero con repercusión global. Decenas de medios internacionales de prensa y varios especializados en la moda y la farándula, estuvieron al tanto de cada detalle para exponerlo al mundo. El desfile de Chanel en La Habana fue su primera edición en Latinoamérica. Cuba estaba de moda, en todos los sentidos posibles del término.
La pasarela Chanel del Prado
El diseñador jefe de Chanel, el alemán Karl Lagerfeld, dirigió la presentación de la Colección Crucero 2016-2017 de Chanel con una impresionante carga de referentes culturales cubanos y caribeños, como los sombreros de guano (hoja de palma real), los habanos y los coches clásicos americanos que en número cercano a 150 transportaron en previa procesión automovilística a los protagonistas y a los invitados. Además, los maniquíes vivos y expresivos exhibieron atuendos con tejidos frescos, coloridos, estampados, camuflados y verde olivos, como la boina del Che Guevara, en alegoría a la herencia guerrillera, mientras se contoneaban bajo los frondosos y experimentados árboles del Prado.
Apenas media hora bastó para que «el káiser de la moda» y su equipo llevaran la Isla a otra dimensión, impensada, anonadada y quizás incómoda por tanto glamour y estilización, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad. Miles de habaneros se congregaron alrededor del cordón policial para observar y en algunos casos, apenas atisbar, la alfombra roja. Otros cientos se asomaron a los balcones de los viejos edificios circundantes, coloniales y republicanos que funcionaron como escenografía, incluso desde sus propios hogares, para admirar y hasta silbar a las y los modelos elegantes y altivos del desfile de modas de Chanel.
Invitados de lujo para el desfile
Decenas de artistas y autoridades cubanas de toda índole, asistieron invitadas al suceso, que también contó con las estrellas de Hollywood Vin Diesel (mientras filmaba en La Habana) y Tilda Swinton (ganadora de un Oscar y un BAFTA por Michael Clayton (2007)), la también actriz Geraldine Chaplin y la supermodelo brasileña Gisele Bündchen.
Por los locales, destacó la presencia de Omara Portuondo, diva del célebre Buena Vista Social Club, el funcionario deportivo Antonio Castro y Mariela Castro, hija del presidente de ese país y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), y Alexander Delgado, integrante de la conocida agrupación de música urbana Gente de Zona.
Al concluir el show apareció ante los espectadores Karl Lagerfeld para recibir los merecidos aplausos, con sus acostumbrados guantes y la chaqueta de lentejuelas, entre una algarabía de tambores y la inquietante conga.
Opiniones encontradas
«Finalmente el mundo se abre a Cuba. Todos quieren venir a conocer la manzana prohibida, todos quieren descubrirla, saborearla, disfrutarla, explorarla.»
Dijo a la prensa Mariela Castro en el ambiente festivo.
Aunque las modelos y las pasarelas funcionan en Cuba de manera similar a otros países del mundo, con algunos profesionales muy calificados y reconocidos (entre ellos, los que vestían a la primera dama Michelle Obama), dentro de la Isla la alta costura no se desarrolla por considerarse innecesaria, de lujo desmedido y fuera del alcance de la mayoría de la población. Chanel pareció tener un arranque de excentricismo, allí donde aún es chocante pero confía en que se abran a nuevas posibilidades.
En días posteriores, algunos intelectuales y periodistas cubanos preocupados por un intento de «recolonización ideológica y consumista», se expresaron de manera similar a esta:
«La filmación de un blockbuster de Hollywood, con helicóptero incluido, o cerrar el Paseo del Prado para exhibir la Colección Crucero de la conocida casa francesa, difícilmente logren tumbar una Revolución, mucho menos la cubana… pero la forma en que se interpretan esos acontecimientos, dentro del proceso de cambios que definirá el destino de 11 millones de personas, sí puede trastocar el consenso social que ha sostenido el país por más de medio siglo y que está en franco proceso de renegociación… Había mucha gente en el Prado tratando de ver el desfile, pero había aún más en las tiendas tratando de encontrar productos básicos recién rebajados como pollo y aceite de cocina.»
Así de complejas pueden ser las interpretaciones encontradas en la Cuba del deshielo, ahora convirtiéndose en escarcha ante la incertidumbre arrojada por la nueva administración de la Casa Blanca.
Una pasarela en el momento justo
La alfombra roja desplegada por la archifamosa casa de modas francesa Chanel, se sumó a varios sucesos culturales, políticos y comerciales destacados que marcaron la etapa inicial del deshielo en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, como el concierto de los Rolling Stones, la visita del presidente Barack Obama, viajes de superestrellas del cine y la música, la filmación de Fast and Furious 8 y Transformers 5, la apertura de los viajes de cruceros desde el país norteño, de los vuelos regulares directos, entre otros.