Art Decó en el Cementerio de Colón

Art Decó en el Cementerio de Colón

El Cementerio de Colón, más que un lugar de enterramiento ha sido desde su fundación un reflejo de la sociedad y la cultura antillanas. Por eso, cada estilo arquitectónico que nutre a La Habana tiene una expresión en el camposanto. Este espejo de la ciudad y de cada uno de sus estratos sociales, conserva desde los más pobres y modestos nichos hasta las tumbas más increíblemente fastuosas.

Casi todo el mundo sabe que es el único cementerio en América dedicado al gran almirante y descubridor; y se considera por sus esculturas, monumentos y otras obras artísticas y funerarias, entre las tres necrópolis más importantes del mundo, junto al Staglieno, en Génova, Italia y el de Montjuic, en Barcelona.

Art Decó en el Cementerio de Colón

Un estilo que sedujo a la muerte

Sin embargo, pocos imaginan que un movimiento como el art decó llegó a ese cementerio gracias a una tormentosa historia de amor, de esas que influyen en la manera que vemos la vida y la muerte. Si enfila por la calle central del camposanto, rumbo a la capilla mayor, encontrará a su derecha casi de inmediato un singular panteón. Es la tumba de Catalina Lasa y Juan Pedro Baró, dos aristócratas cubanos que desafiaron al mundo y quizás al propio Dios.

Ellos no lo planearon así, pero uno de los resultados de su denodada lucha contra los prejuicios de la época fue ese lujoso panteón art decó, edificado con una blanquísima cúpula al estilo de los antiguos templos mayas. La obra se distingue por el creativo trabajo de cristalería que alterna a modo de celosías en la construcción y permite que una luz blanca y tenue inunde el interior del mausoleo.

El propio maestro cristalero René Lalique, de la famosa casa francesa de igual nombre, fue comisionado para construir el encargo ante la prematura e inesperada muerte de Catalina. Corría el año 1930 y el mundo estallaba con los diseños decó. Uno de los detalles más impresionantes resulta la puerta de entrada, por su monumentalidad; así como los trazos y líneas de sus ornamentos al más puro estilo decó. Mientras, las formas geométricas de la cristalería le ofrecen un imperecedero aire de fuerza y modernidad.

Otras reverencias al estilo art decó

El art decó fue un movimiento de diseño popular que tuvo su esplendor entre 1920 y 1940. Sus expresiones en la moda, el diseño de interiores y la arquitectura también alcanzaron al arte funerario. En Cuba, no sólo la aristocracia se apropió del estilo para sus espacios de «descanso eterno».

Cuando usted llegue al pórtico del Cementerio de Colón, a mano derecha, como dicen los cubanos, tome la calle que colinda con el enrejado exterior. Debe andar más o menos 500 metros y encontrará un hermoso panteón con el rótulo «Naturales de Ortigueira». Sencillo, pero a la vez muy solemne, fue construido gracias a la colecta de humildes emigrados de aquella región gallega.

En la fachada alternan la piedra y el mármol negro; pero lo más notable de su rotundo estilo decó es el monumento a relieve al frente que rememora la oleada de obreros llegados desde Europa a las costas de Cuba. Quizás nunca pensaron que morirían allí. Son figuras lánguidas, un tanto amorfas, pero a la vez erguidas y dignas.

El estilo aparece frecuentemente en construcciones más o menos suntuosas, por eso se le considera burgués, por su esencia puramente decorativa, sin vínculos evidentes con alguna idea de emancipación; quizás por eso la aristocracia cubana de los años 20 y 30 del siglo pasado lo eligió frecuentemente para sus mansiones en vida y después de ella.

Tal es el caso de los Aguilera, prominente familia republicana poseedora de uno de los más soberbios panteones de todo Colón. A la entrada del mausoleo Aguilera, se yergue una escultura construida en 1957, ya bastante lejos temporalmente del esplendor del decó, pero que expresa la elegancia y el misticismo de ese estilo.

El panteón más alto

Llegar a la intersección de Zapata y 12, en el Vedado habanero, es muy fácil en la actualidad. Se trata de una de las zonas más céntricas y concurridas de la ciudad. La Habana ha crecido al punto de tragarse a la necrópolis, concebida en sus inicios para estar ubicada en las afueras de La Habana colonial.

En 1930, cuando Juan Pedro Baró imaginó la tumba más lujosa posible para su esposa muerta tan prematuramente, no existían los edificios que hoy rodean al cementerio; pero ya estaba vigente la ley que impedía un panteón más alto que el erigido al grupo de bomberos muertos en el cumplimiento de su deber, el llamado monumento a las Víctimas de la Caridad.

Ya estaba lista la deslumbrante capilla art decó en honor a Catalina, pero cómo lograr que fuera el panteón más alto. Un humilde jardinero le dio la idea:

«¡Siémbrele palmas, cuando estas crezcan, la tumba será sin dudas la más alta!»

Todavía pueden verse aquellos árboles que, además de un guiño tropical a un estilo fastuoso, cuentan una trágica historia de amor.

Arquitectura diversa en el Cementerio de Colón

El cementerio más importante de Cuba y el mayor de América, alberga magistrales evidencias de diversos estilos arquitectónicos (todos) que predominaron en ese país desde mediados del siglo XIX y durante todo el siglo XX.

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