Muy cerca de la patrimonial y exuberante Necrópolis de Colón en la ciudad de La Habana, hay otro camposanto que bien vale una visita por su interés histórico y tradicional: el Cementerio Chino. ¿Un gran sitio de enterramiento de chinos en la isla del Caribe? Pues sí, allí hubo una importante colonia asiática y quedan muchos descendientes aún.
El lugar ocupa la manzana delimitada por las calles 26, 28, 31 y 33, en el barrio de Nuevo Vedado, y su entrada principal la encontramos en la arteria 26, de frente a la avenida Zapata.
Es un frontón fácilmente reconocible por su estilo, que se puede franquear para recorrer el área de enterramiento. A los que no están familiarizados con el turismo funerario les digo que el Cementerio Chino de Cuba es muy poco tenebroso, está bañado de luz y en el medio de uno de los barrios más modernos y exclusivos de la capital antillana.
Una historia china
En el siglo XIX muchos chinos fueron contratados para trabajar en Cuba en duras condiciones, equiparables a los de los negros esclavos, con la diferencia de que los asiáticos eran legalmente libres. Entre 1847 y 1874 llegaron unos 150 mil, sobre todo hombres.
El camposanto fue construido por el arquitecto Isidro Rivas. Se supone que la intención de realizarlo estuvo desde 1868, pero finalmente no se logró inaugurarlo hasta 1893.
Las gestiones para la definitiva construcción de la obra comenzaron en la década de los 80 de ese siglo, impulsadas por el primer Cónsul General de China en La Habana, el señor Liu Lia Yuan. Hasta entonces los colonos de su país, muertos en la isla, se sepultaban en el cementerio de los ingleses, en el de San Antonio Chiquito y en el Cristóbal Colón.
A pesar de que el Cónsul Liu insistió en que ese derecho lo tenían otras colonias extranjeras en territorios españoles, como los inmigrantes ingleses y norteamericanos, por alguna razón la Iglesia Católica no quería un Cementerio Chino en Cuba y retrasó el proyecto más de diez años. Al final cedió con la condición de que se admitieran y coexistieran en los sepulcros símbolos cristianos.
Huellas de tiempos pasados
En La Habana llegaron a vivir unos 35 mil chinos a inicios del siglo XX. Hoy esa colonia no existe, originarios apenas quedan unas decenas, muy ancianos, pero sí hay muchos descendientes.
El Cementerio Chino, uno de los pocos en el mundo con sus características, es un ejemplo genuino de la historia de esa civilización en Cuba y América. Ocupa poco más de 8 kilómetros cuadrados, divididos en cuatro secciones de cuadros irregulares, que representan la tierra y el cielo, el mundo de los vivos y los muertos.
Tienen derecho al camposanto los naturales de China, así como sus cónyuges y descendientes hasta la segunda generación. Caminado por él notamos la coexistencia de signos chinos y cruces cristianas. Encontramos nichos y pequeñas tumbas individuales, además de lujosos panteones erigidos por sociedades de migrantes llamadas “casinos”, algunas ya desaparecidas, por lo que no tienen el mejor mantenimiento. Por el contrario, los jardines se mantienen cuidados.
Esta construcción civil posee un gran valor histórico, y los cubanos la consideran Monumento Nacional desde 1996. Es muy apreciada por investigadores del tema, pues allí, en chapas metálicas, se consignan (en español y chino) los nombres de las principales familias asiáticas en Cuba, sus estatus y fechas de residencia en la isla.
A lo largo del área se distribuyen capillas, obeliscos, bóvedas y cenotafios conocidos como “muritos chinos”. En todos se aprecia su bella caligrafía, dibujos de grullas, dragones, leones y las emblemáticas construcciones de techos de tejas a dos aguas
Sobresale una escultura de San Fancon, una deidad criolla que se formó en Cuba por la conjunción de las culturas africanas y chinas.
Curiosas tradiciones
Llegar hasta el cementerio es fácil y puede combinarse su visita con un recorrido por el Barrio Chino, cercano al Capitolio.
Si tiene suerte presenciará en el camposanto asiático curiosos rituales. La filosofía china está presente en la forma de enterramiento, pues muchos de ellos se realizan en tierra. El difunto consigna en testamento cuáles plantas quiere en su sepultura y la disposición, que puede ser alrededor o encima del montículo.
La siembra y cuidado de las plantas es un símbolo de la salud espiritual y la elevación del alma del difunto y asegura el bienestar de sus familiares. Al año de enterramiento, pueden ser cortadas si así lo deseó el muerto.
Durante la celebración del Año Nuevo Lunar o el Festival de Ching Ming, fiestas chinas, y la cristiana de los fieles difuntos, en ese cementerio los chinos y sus descendientes queman incienso, sándalo y dinero falso, además de llevar alimentos para ofrendar. A veces se ven a más de doscientas personas en esa tradición que dicen que trae suerte.
Sobre las tumbas y monumentos despliegan el banquete que, como símbolo de transculturación cubana, incluye además del arroz (comida muy popular en China), ron, pollo y el cubanísimo cerdo asado.
Son días también en los que las familias realizan homenajes en un monumento dedicado a los chinos que lucharon en la guerra de independencia cubana. La tarja adosada a un monolito de negro mármol, asegura:
“No hubo un chino cubano desertor, no hubo un chino cubano traidor”.
Descubrir un Cementerio Chino en La Habana
Hay quien dice que este es el sitio de enterramiento chino mas grande fuera de aquel país. Cierto o no, lo que sí se puede afirmar es que la Ciudad Maravilla del Caribe no para de sorprender. Aproveche esta oportunidad de ver en el centro de La Habana (incluyo en la recomendación al Barrio Chino) las huellas de una cultura milenaria y para muchos todavía desconocida y mística.