El faro del Morro de La Habana

El faro del Morro de La Habana

El Castillo de los Tres Reyes del Morro

El Castillo de los Tres Reyes del Morro, hasta la construcción de la Cabaña en el siglo XVIII había sido la principal fortaleza militar para la defensa de La Habana de corsarios y piratas. En 1762 con la toma de La Habana por los ingleses el faro quedó destruido hasta la construcción de este castillo y de un faro nuevo.

El Faro del Morro y el Castillo de los Tres Reyes del Morro visto desde el malecon de La Habana

La entrada al castillo cuesta 6 CUC y al faro 2. El lugar está ambientado con la indumentaria española de los tiempos de la Cuba colonial, armaduras, sables, arcabuces e historia acompañan la visita a los tiempos en que la presencia española tenía el control de la isla.

El camino de adoquines

Estrechas calles adoquinadas en el interiror de la fortaleza conducen al Faro

Los altos muros construidos para evitar la entrada de intrusos lo vuelven una fortaleza cerrada donde la historia se conserva, uno se siente protegido entre estas paredes y camina confiado sobre los adoquines y el olor de la salitre impregnado en las grandes piedras que forman la construcción.

Local para almacenamiento de agua en el Castillo de los Tres Reyes del Morro

La venta de souvenirs es común, aprovecho para llevarme un recuerdo de este día y compro un pequeño llavero, el faro del morro de La Habana indica la entrada a las puertas marítimas de la ciudad y quiero que este recuerdo acompañe las de mi casa, también venden instrumentos de música típicos de Cuba, para aquellos que quieran llevar una parte de la sonoridad cubana con ellos.

Una cerveza donde rompen las olas

Bateria y restaurant de los Doce Apostoles vista desde el Morro, al fondo La Habana

Hacia la parte más baja del Castillo de los Tres Reyes del Morro hay un restaurante ubicado en lo que antes fuera la principal batería de cañones para defender La Habana de invasores y ataques de piratas. Aprovecho para quitarme el calor con una cerveza bien fría en este lugar, se llama los Doce Apóstoles y es una mezcla de arquitectura colonial con la Cuba de estos días.

Cañoones en la bateria de los Doce Apostoles

El camino hacia el faro es un pasillo estrecho desde el cual se apostaban los guardias del castillo en los momentos de enfrentamientos militares, cada 3 metros hay una hendidura hacia afuera desde la cual se ve el puerto y La Habana. Nunca falta aquel que se asoma a esta especie de ventana y adopta la posición de un soldado y la verdad es este lugar es una constante invitación a evocar como hubiera sido la vida en La Habana de aquellos tiempos.

Vista de la Bahia de la Habana desde el Castillo de los Tres Reyes del Morro

Al salir está el faro, elevándose 32 metros frente a mí, desde lejos parece más grande y me cuestiono si esa será la altura real, pero sé que la visión nos engaña a menudo y que lo mejor es subir.

La subida al faro

En el interior de la torre la escalera está hecha de piedras, tiene un aspecto rústico y si eres observador podrás notar pequeñas formaciones salinas producto del fuerte impacto del salitre y el aire de mar. Según se suman los escalones la estrechez de la escalera aumenta, llegando a cuestionarse uno si cabrá entre las paredes. El último tramo, no deja de ser el más emocionante pues consiste en una pequeña escalera de madera que hay que subir casi pegado al suelo y de la cual uno cree por segundos que no podrá salir.

Faro del Morro visto desde su base en el Castillo de los Tres Reyes del Morro

Una vez en la cima del faro está el guardián de faro, un señor con la calma de los que sienten que tienen el control del tiempo, que me cuenta la historia de la construcción del faro y los datos interesantes sobre el funcionamiento de esta mole de hierro y cristal que ahora mismo estoy viendo.

Me dice que el faro fue electrificado en el 1945, y que actualmente tiene una bombilla que emite dos destellos blancos cada 15 segundos, sirviendo de guía así a las embarcaciones que entran a La Habana en la noche.

Lo mejor son las vistas

Vista del Vedado Habanero desde el Castillo de los Tres Reyes del Morro

A la altura del faro La Habana es otra cosa, una ciudad maqueta con pequeñitos personajes que se mueven en pequeños automóviles y barcos en escala entrando al puerto. Por un lado me debato entre cerrar los ojos y respirar el aire que circula a esta altura o quedarme embobecido con la vista que me ofrece el faro de La Habana. Busco en mis bolsillos una moneda y la lanzo de espaldas al mar, como si estuviera en la Fontana de Trevi, pido un deseo también pero ese me lo quedo para mí.

Desde aquí los cañones de la fortaleza parecen los juguetes de un niño muy organizado, aprovecho y me tomo uno, dos y tres selfies, con La Habana a mis espaldas, me siento rey y no quiero irme de aquí.

El Faro del Morro, en el fondo el skyline de la ciudad de La Habana

Pero el faro cierra sus puertas al público en horas tempranas y probablemente no pueda ver la tarde convertirse en noche desde aquí. Por suerte muy cerca está el Castillo de la Cabaña, con vistas igual de espectaculares de La Habana y dentro de unas pocas horas el cañonazo de las nueve de la noche, otra tradición histórica que se mantiene desde los tiempos en que La Habana estuvo rodeada por murallas.

La Habana vista desde el Faro

Viajeros se toman fotos en el Castillo de los Tres Reyes del Morro con La Habana como fondo

Siempre he escuchado decir que las cosas, para verlas bien hay que alejarse un poco de ellas. Apliqué esta fórmula a La Habana y verla desde lejos, como si fuera una maqueta en vivo, fue genial. Mezclar esta experiencia con el ambiente colonial del Faro del Morro de La Habana es el mejor modo de viajar en el tiempo y en el espacio, alejándome de La Habana Vieja, pero no para olvidarla sino para verla distinta.

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