Tradiciones cubanas: La quema de la Tarasca

Tradiciones cubanas: La quema de la Tarasca

Una Tarasca camina por la calles de La Habana Vieja. Le siguen niños, familias, personas de todas las razas, credos y nacionalidades. A su paso, otros quedan viendo la procesión desde las aceras o las edificaciones cercanas, embrujados por el encanto del espectáculo, ansiosos por revivir la tradición.

La Tarasca camina por la calles de La Habana Vieja

Se trata de un dragón monstruoso, mezcla de león y tortuga, con caparazón, escamas, patas cortas de oso, lengua bífida, más de seis metros de largo y un poder casi infinito. Otras criaturas mitológicas y sorprendentes se suman al desfile, en un carnaval popular y callejero. El títere gigante es una Tarasca y está en La Habana, como lo hacía doscientos años atrás.

Orígenes de la quema de la Tarasca

Orígenes de la Tarasca

Su historia, como es de suponer, es bien remota. La Tarasca forma parte del folclore de varias ciudades europeas. Según algunas referencias, proviene de la cultura popular del sur de Francia, de la ciudad de Tarascón, y desde el siglo XVII ya se sacaba en procesión durante la festividad del Corpus Christi en Madrid. Aún hoy ocupa un lugar importante dentro de las peregrinaciones que se emprenden en pequeñas ciudades del sur del país galo y en varios asentamientos de España, como Granada, Galicia, Valencia, Toledo y Tudela, en ocasión de la celebración. En cada una de las regiones o villas, la tradición cobra matices diferentes.

La Tarasca forma parte del folclore de varias ciudades europeas

En Cuba, las evidencias encontradas en las Actas Capitulares de la ciudad que se conservan en los archivos del Palacio de los Capitanes Generales, señalan que la Tarasca estaba también presente en los festejos del Corpus Christi durante la época colonial, principalmente entre los siglos XVI y XVII. Algunas venían en barco desde España y otras eran creadas en la Isla e integraban un cortejo de títeres, músicos, enmascarados, que convertían en espectaculares fiestas de pueblo las procesiones cristianas.

El gremio de los taberneros quien se hacía cargo de la restauración del monstruo mitológico

En la otrora San Cristóbal de La Habana, era el gremio de los taberneros quien se hacía cargo de la restauración del monstruo mitológico que, incluso, llegó a exhibirse en Santiago de Cuba, Trinidad y Matanzas, algunas de las villas más antiguas de la colonia. Sin embargo, se eliminó por orden real en la época de Carlos III, ya que se consideró contraproducente ante los intereses propugnados por las fiestas del Corpus Christi.

Gigantería Habana al rescate

Gigantería Habana al rescate

Dos siglos después, la Tarasca está de vuelta en la Mayor de Las Antillas. La compañía de teatro callejero Gigantería Habana, que desde hace más de 15 años se fusiona con el escenario natural de la parte antigua de esa urbe, la ha rescatado del olvido. La agrupación forma parte de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Con su arte contribuye a resguardar y mantener vital el patrimonio intangible y la riqueza espiritual de sus habitantes.

La compañía de teatro callejero Gigantería Habana

Los miembros de Gigantería Habana sorprenden con sus trajes coloridos en marcha común o sobre zancos de madera, acompañados de alegres niños que siguen el compás de la trompeta. Las estatuas vivientes, una de sus formas habituales de intervención comunitaria, pueden hallarse en muchas plazas del Centro Histórico o en sus espacios más concurridos, como el boulevard de Obispo, donde se observan inmóviles en ciertas esquinas, esperando para sorprender a los incautos o que alguien detenga el paso, se fije en ellas, les tome una foto y les eche una moneda, para así cobrar vida durante unos segundos.

De regreso en las calles de La Habana

De regreso en las calles de La Habana

En el renacido espectáculo contra la figura mutante y demoníaca a través de la periferia del Centro Histórico, sus calles y plazas principales, la Tarasca sale en procesión. Dicen los entendidos que su función es “llevarse lo malo”. La acompañan otros personajes fantásticos y extravagantes de Gigantería. Al ritmo de bombos y tambores, la vida de la ciudad cobra una magia especial. Se suman los transeúntes y escriben sobre la bestia aquellas cosas que desean alejar de sus vidas. Finalmente, en la noche llega el carnaval a la explanada del Castillo de La Punta, a la entrada de la bahía de La Habana. Allí desarrollan un performance que culmina con la quema del grotesco dragón, junto a todo lo que aflige.

La Tarasca sale en procesión

La quema de la Tarasca implica liberarse de todos los males engendrados en el año y purifica a quienes la han acompañado hasta el final de su recorrido o han depositado los deseos en su caparazón. La multitud que la siguió, la despide congregada a su alrededor y disfruta de poner fin simbólicamente a los males. Otros, por supuesto, utilizan el hecho como pretexto para bailar al ritmo de la música cubana, en un ambiente cargado de magia y tradición.

Libérame de los males

Libérame de los males

Antes de ser quemada, sobre la Tarasca alcanzamos a leer algunos deseos. Unos piden el fin de los conflictos, del odio, el hambre, el dolor, el miedo. Otros entregan directamente a las llamas los papeles que contienen aquello de lo que se quieren librar.

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