Los más nacionalistas siguen diciendo que «el mojito» es tan cubano como las palmas, quizás tan cubano como Hemingway, su gusto por el ron de la isla y las circunstancias que le dieron origen. Lo cierto es que el mojito figura como uno de los cocteles más populares y una de las cartas de presentación de la cubanidad dondequiera que se tome y, que nadie lo dude, nació en Cuba, la Mayor de Las Antillas, para mejorar la vida si se bebe con moderación, para estimular la felicidad y la diversión.
Desde su nacimiento, ha sido y es una de las tres joyas internacionales de la coctelería local, junto al Daiquirí y el Cuba Libre, aunque cientos de mezclas reclamen nuestra atención con total justeza. Todas tienen un elemento común: el inigualable ron cubano.
En esencia, los ingredientes son simples: ron blanco, gaseosa, hielo picado, jugo de limón, o lima, azúcar blanca o morena, preferiblemente morena, y hojitas de «yerbabuena» o en su defecto menta.
En casa podemos hacerlo. Mezclamos el azúcar con el cítrico y machacamos hasta que tengamos un solo jugo de roma singular. Añadimos la yerbabuena y seguimos macerando. Después agregamos hielo y ron al gusto. Así estaría bien para algunos, pero la mayoría adiciona una gran parte de soda para estirar y suavizar un tanto el coctel, hasta hacerlo delicioso y casi delicado. Para adornar, podríamos incrustar una mitad de lima o limón en el borde del vaso.
Las variantes se han hecho prácticamente infinitas. Existen mojitos con ron añejo, con jugo de limón industrial, al estilo Bacardí, de fresa, sandía, melón, mora, plátano, piña, Royal, Light, de Vodka, sorbete de mojito, sin alcohol. Lo cierto es que hasta James Bond, parcial del Martini, lo bebe en una de sus películas.
La génesis de un sabor
Como suele suceder, existen varias anécdotas para justificar el nacimiento del mojito cubano. Todas ellas son difíciles de refutar o probar. Una de las más posicionadas, se ambienta durante la Ley Seca en Estados Unidos. Los norteamericanos viajaban constantemente al Caribe donde no había prohibiciones y allí sustituyeron el bourbon por ron, en una mezcla que usualmente bebían.
Otra variante asegura que fue la bebida más popular entre los marineros de antaño, incluyendo a Sir Francis Drake. Se dice que inicialmente agregaban limón, agua y especias a la «tafia», un destilado anterior al ron, para hacerla más agradable en la garganta.
Sin embargo, para la historia oficial de Cuba y varias organizaciones internacionales relacionadas con la coctelería, el descubrimiento del mojito se atribuye a Hemingway. Dicen que el escritor estaba bebiendo ron aderezado con jugo de limón en su casa de Finca Vigía, cuando sintió cierta acidez. Para aplacarla, entonces se llenó la boca con un manojo de menta y se empinó nuevamente la botella con un resultado muy satisfactorio.
Más tarde contó su experiencia en la Bodeguita del Medio, adonde iba casi todas las tardes y, mientras explicaba en su español dificultoso que añadieran un «manojito» de menta al coctel, los empleados entendieron «mojito». Así se perpetuó el nombre.
La Bodeguita del Medio, el templo cubano del mojito
Un buen mojito se puede degustar en cualquier país, al igual que en cualquier región o establecimiento de Cuba. Pero la Bodeguita del Medio tiene la fama de cuna y el mejor sabor. Resulta inevitable recordar la frase recurrente de Hemingway:
«Mi mojito en la Bodeguita, mi daiquirí en el Floridita.»
Con ello, se dice todo. Durante años lo saboreó de la mano de profesionales que aportaron su grano de arena para que la Bodeguita se convirtiera en el restaurante más célebre de Cuba y conocido al otro lado del océano. Por ello tiene réplicas en varias ciudades del mundo.
En una de las paredes está la firma del Premio Nobel estadounidense, junto a otras de miles de clientes ilustres que han pasado por allí, orgullosos de haber estado en uno de los hogares de Hemingway, donde se fuman Habanos y se sirve comida criolla excepcional. Podemos encontrar grafitis de Gabriela Mistral, Salvador Allende, Agustín Lara, Pablo Neruda, Mario Benedetti, Gabriel García Márquez, Errol Flynn y Brigitte Bardot, entre muchas celebridades.
A raíz de esto, desde hace mucho tiempo la Bodeguita del Medio es uno de los lugares preferidos por los turistas extranjeros que viajan a La Habana. Ubicada en el número 206 de la calle Empedrado, a un costado de la Plaza de la Catedral, en La Habana Vieja, continúa siendo atractiva y haciendo historia después de 76 años ininterrumpidos de servicios.
Desde que el ibérico Ángel Martínez le diera vida casi a mediados del siglo XX, los chicharrones de cerdo, el cerdo o los pollos asados, los tostones rellenos, el arroz moro, los frijoles dormidos, deliciosos mariscos, pescados frescos y ensaladas de estación, han persuadido a cada comensal. Aun así, el mojito con su toque especial de Bodeguita sigue siendo anfitrión y rey de un ambiente sobrecargado de testimonios, fotos, olores y música tradicional en vivo, que perdurará como símbolo de identidad nacional para Cuba y los cubanos.
Mojito con y sin alcohol
El mojito se hizo famoso como bebida alcohólica de altos quilates y sabor refrescante, pero muchos lo prefieren de otra manera. El mojito sin alcohol también es meritorio. Se aumenta la cantidad de menta o yerbabuena y se sustituye el ron por jarabe o endulzante. Sigue siendo delicioso. En la Bodeguita, lo podemos pedir sin alcohol.