La Plaza de Albear, hermoso homenaje en La Habana Vieja

La Plaza de Albear, hermoso homenaje en La Habana Vieja

Desde el establecimiento de La Habana en la costa norte en 1519, en la zona reconocida por los aborígenes como «Casiguaguas», se contaba con un gran abastecimiento de agua potable. Según cuentan las crónicas las aguas eran reconocidas por ser las más frías, o sea de temperaturas más bajas, tanto así que sus baños eran denominados «baños de sangre». El nombre lo dice todo, ¿verdad?

Bueno, en esos momentos el agua potable no era un problema, pero a medida que la ciudad se desarrollaba y crecía hacia los cuatro puntos cardinales, la cosa se iba complicando.

Detalle del monumento en honor a Don Francisco de Albear y Fernández de Lara

La creación de la Zanja Real y del Acueducto de Fernando VII, marcaron los dos primeros siglos de la situación del agua en la capital cubana. Cuando el acueducto no fue suficiente para garantizar el abasto de este a oeste, y a menos de veinte años de su inauguración, se comunica que el Ayuntamiento había aprobado el proyecto de un nuevo canal.

Albear ingeniero, también habanero

Don Francisco de Albear y Fernández de Lara nació el 11 de enero de 1816, en el mismísimo Castillo de los Tres Reyes del Morro. Era hijo de un notable militar del ejército de su majestad y sí, su vida estaría ligada al agua, su uso y optimización, pues fue su proyecto el aprobado, ejecutado y, aún hoy, continúa abasteciendo de agua a la ciudad habanera.

Castillo del Morro, lugar de nacimiento de Don Francisco de Albear y Fernández de Lara

Albear obtuvo el grado de Brigadier del Real Cuerpo de Ingenieros, fue profesor de la Academia de Ingeniería en Guadalajara en México, ingeniero de la Junta de Fomento y director de Obras Públicas de la isla de Cuba.

Sus trabajos y proyectos fueron premiados en las exposiciones de Filadelfia en 1876 y París en 1879. Recibió títulos nobiliarios durante su vida y póstumamente. Su muerte acontecida en 1887, no le permitió ver inaugurada su obra, el «Acueducto de Vento» o «Isabel II»; o mejor, el Acueducto de Albear, como lo bautizaron los habaneros.

Un monumento a su consagración

Plazuela de Albear, al fondo el Gran Hotel Kempinski Manzana de Gomez

En honor a su exitosa carrera, la perdurabilidad de su obra en el tiempo y su papel imprescindible en la historia habanera, pocos años después de su muerte, se inauguró en esa ciudad, un monumento a tamaño real dedicado a su persona.

Quedó ubicado en una plazuela que lleva también su nombre en los inicios de la calle bulevar de Obispo, el 12 de mayo de 1895. La obra fue encomendada al escultor cubano José Villalta de Saavedra.

Justo en la Plazuela de Albear se encuentra el famoso bar Floridita

Se describe en la prensa de la época que la inauguración de la plazuela y el monumento, fueron todo un suceso popular. Las personas se aglomeraron en las calles y azoteas, banderas tricolores adornaban los edificios circundantes y una enorme cantidad de coronas florales dieron fe de las muestras de reconocimiento a la labor del ingeniero cubano.

La escultura, de innegables valores estéticos, se concibió en mármol blanco de Carrara. La figura, de tamaño natural, nos muestra a un Albear de uniforme, en actitud pensativa y en disposición de anotar sobre el cuaderno que sostiene en su mano izquierda.

Antiguo coche americano de los años 50 circula frente a la Plazuela de Albear en La Habana Vieja

A sus pies, y en señal de agradecimiento, una figura femenina simboliza a la ciudad y en actitud indicativa, presenta al genio ingenieril. Pequeñas fuentes lo rodean, en representación de su obra, vinculada al agua, aunque en estos momentos, no puede disfrutarse en pleno funcionamiento.

Cerca de la plaza y de Albear

Cartel que señaliza el comienzo del Boulevar de Obispo en la Plazuela de Albear

No es solo la belleza de la escultura, lo que hace atractivo a ese punto de la ciudad, que muestra a sus alrededores el crecimiento y desarrollo del cual fue activo partícipe. La plazoleta de Albear, o «Monserrate» como era conocida antes de ser erigido el monumento, se encuentra a pocos metros del Parque Central de La Habana, lugar de animado tránsito y donde se encuentra la estatua del héroe nacional cubano José Martí.

Un pequeño paseo conecta a Martí con Albear; hacia un lado se localiza el actual edificio del Museo de Bellas Artes – Arte Universal, espacio donde reposan tesoros pertenecientes a creaciones artísticas de buena parte del orbe. Justo al frente se levanta el moderno Hotel Gran Manzana Kempinski, inaugurado hace menos de cinco años, actualmente un símbolo en cuanto a servicios de lujos dentro de la hotelería cubana.

Boulevar de Obispo en La Habana Vieja

Frente al monumento, uno de los lugares preferidos de Hemingway: El Floridita. El emblemático bar restaurante, acaba de cumplir doscientos años y es un estandarte de la culinaria y la coctelería nacional. Le aconsejo que sigua el consejo del Nobel de Literatura:

«Un daiquirí que no debe dejar de probar.»

Una dosis de La Habana

El Floridita en la noche habanera, al fondo la Plazuela de Albear

La Plaza de Albear es ya un lugar de encuentro en La Habana Vieja, al igual que el acueducto que construyera en su época el ingeniero cubano y que siglos después engrosó la lista de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana. Desde allí se accede a la calle más famosa de la Habana: Obispo, se conecta con la calle Monserrate y se llega al famoso Paseo del Prado. En sus alrededores han crecido cafeterías, bares y negocios de todo tipo, como las personas que diariamente se reúnen y que de algún modo son una muestra de lo que es La Habana.

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