La cocina cubana ha sido una de esas aristas de la cultura que mayor beneficio ha recibido. Es fácil identificar en muchos de sus platos la influencia de la culinaria de otras latitudes. Pero mucho más interesante es encontrar espacios donde se rinde culto a recetas típicas venidas de otros lugares.
Una hermosa historia de unión
En esa relación ineludible que tuvo Cuba con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas muchos cubanos viajaron allí para estudiar diversas profesiones. Durante las décadas del 70 y 80 del siglo XX aprendieron también en la URSS de sus costumbres, de su historia y de su gente.
En la lejanía se formaron familias que años más tarde regresaron a Cuba para instalarse definitivamente. Una vez en la isla, una nueva adaptación: el idioma, modos de vida y tradiciones que absorbieron aquellas traídas con olor a pieles y vegetales. Eran mujeres soviéticas, fundamentalmente, que siguieron a sus parejas e hijos llevando consigo la esencia de su idiosincrasia.
Y en medio de esa amalgama de saberes y aportaciones, las recetas de cocina guardadas en una maleta y el corazón se encontraron con otras especies, aromas y sabores.
Restaurante Nazdarovie
El Restaurante Nazdarovie está ubicado en la avenida Malecón, número 25, segundo piso, entre Prado y Cárcel. Es fácil de reconocer porque en su balcón ondea la bandera de la hoz y el martillo, la misma que por décadas identificara las 15 repúblicas que conformaron la URSS. En la portada del edificio, un marino da la bienvenida a un espacio donde la nostalgia por esos años arrancará más de una sonrisa y el asombro perenne por los detalles que reconstruyen el período histórico.
Las mesas en el balcón regalan la preciosa vista del famoso litoral habanero, pero en su interior todo remite a la legendaria cultura. Como parte de la decoración hay una interesante colección de carteles alusivos a su historia en los que pueden identificarse símbolos como el koljosiano, el obrero, la bandera, imágenes de juegos olímpicos o la propia tipografía. En el bar, diversos envases con bebidas tradicionales como el vodka y varias de sus marcas, cervezas, además de vinos.
En medio de todo ese cúmulo de colores, una serie de las mundialmente conocidas matrioskas, especie de muñecas rusas que en su interior albergan varias piezas de menor tamaño. Una curiosidad de la que pocos escaparán resultan las fotografías dispersas por todo el local. Pequeñas imágenes que recogen modos de vida en el lejano paraje y la manera en que los cubanos se proyectaron allí; entre ellas, algunas inéditas de Fidel Castro en la tierra de Lenin.
Cada cierto tiempo se dan cita en el lugar numerosos cubanos, radicados en la isla o no, que estudiaron en aquel país para rememorar su música, los sabores, los tragos y las miles de anécdotas que una vez los marcaron para siempre. Una hermosa tradición reservada para la añoranza juvenil por una segunda patria.
Cocina Rusa y nostalgia soviética en La Habana
Algo que vale la pena probar. Se ofertan los platos típicos de esa gastronomía: las sopas, las ensaladas, las salchichas. Todo se cocina según la tradición y los ingredientes porque quienes lo preparan son las propias mujeres que un día arribaron a Cuba o los hijos de esa familia venida de tan lejos.
Por tanto, lo que allí se come está muy cerca de lo que se podría probar en cualquier ciudad rusa. Una particularidad que pocos restaurantes de comidas foráneas, en Cuba, pueden gozar. Si bien es cierto que bajo el calor del Caribe no apetece tomar una sopa, es muy recomendado probar el borsch para conocer uno de los platos principales de esta culinaria; quizás el más conocido. Es una peculiar mezcla de verduras cuyo resultado es un sabor inigualable que bien puede tomarse caliente o frío.
En los entrantes, un guiño para el golubets con ají relleno: combinación de carne, col, especies en tomate y aderezado con la famosa salsa Smetana. Sobre la smetana acotar que está presente en la mayoría de las ofertas y para quien guste de las cremas, es una excelente oportunidad para probar otro sabor.
Como plato principal, las carnes tienen un espacio singular por su gran tradición de consumo. El más conocido: el stroganoff de res acompañado de hongos y champiñones que merece más de un elogio. Pero también con muchas recomendaciones el pielmeni de cordero: raviolis según la tradición rusa rellenos con este tipo de carne. Se ofertan además opciones vegetarianas respetando gustos y paladares sin traicionar los sabores que identifican a esta singular cocina.
Una manera diferente de contemplar la ciudad
Olores, sabores e imágenes conspiran para brindar al visitante un ambiente diferente, auténtico y novedoso en Nazdarovie. Tragos y bebidas a la manera rusa; palabras en un idioma que vagamente se traducen como bienvenido, buen provecho, a tu salud. Una cultura lejana, pero también cercana para miles de cubanos que una vez la hicieron suya.
Momentos que se reviven en el segundo piso, de un edificio ubicado en el Malecón habanero. Y allí, mientras se degusta un mojito eslavo o una brochetas shashlik, el balcón se abre a la inmensidad del mar que un día condujo a algunos hacia una región lejana y devolvió a otros cargados de evocaciones, semblanzas y nostalgias.