De hecho, para la próxima Feria Internacional de Turismo FIT-Cuba 2018 ya deben estar listos para su explotación dos inmuebles patrimoniales que recobran su esplendor, el viejo Palacio Arenas y el Hotel Sagua.
Una vez abiertas, ambas instalaciones podrían ser una base idónea para lanzarse a descubrir «La Villa del Undoso» y sus alrededores: a pocos kilómetros está Isabela de Sagua, en su momento conocida como «La Venecia del Caribe», célebre por su gastronomía marinera y restaurantes sobre pilotes, pero también por los servicios de marina para quien llegue al país en yate.
A su vez, los amantes de la playa pueden escoger entre el proletario espigón del Uvero y la calma virginal de Cayo Cristo y Cayo Esquivel.
¿Por qué nadie hablaba de Sagua hasta ahora como destino turístico?
Porque durante años su desarrollo socioeconómico giró alrededor de la industria, con ingenios azucareros y concurridos puertos, su inmensa planta de fundición y una empresa electroquímica que abastece a industrias de toda Cuba.
Sin embargo, la Villa de la Purísima Concepción de Sagua la Grande siempre estuvo lastrada por las migraciones, primero por el constante paso de corsarios y piratas, y luego por el deseo de buscar fortuna en la cabecera provincial, la capital del país o el extranjero, donde muchos sagüeros triunfaron.
De hecho, su cercanía geográfica con Estados Unidos propició que Sagua la Grande fuera una de las regiones elegidas para emplazar los misiles rusos que desataron la famosa Crisis de Octubre en 1962.
Llegar a Sagua, tan emocionante como estar
Hay muchas maneras de llegar a Sagua la Grande, enclava al norte de la central provincia de Villa Clara, a unos 270 kilómetros de La Habana.
Tierra cuyos habitantes se precian de «guapos»; gente sin miedo y presta a la bronca, como se dice en buen «cubano»; a Sagua la Grande se puede entrar por vía marítima, mediante el mencionado puerto de Isabela de Sagua, pero también por vía férrea, mediante un coche-motor bautizado como «Carahatas», por el villorio de pescadores donde nacían y morían sus viajes. Viaje lento, pero nada tedioso, sobre todo si te gusta la campiña y descubrir caseríos de pintoresco nombre.
La vía más tradicional es por carretera, ya sea viniendo desde las playas de Varadero, pasando cerca de las aguas termales de Elguea y los campismos de Corralillo; o desde la ciudad de Santa Clara, su ancestral «némesis» territorial: la rivalidad entre sagüeros y santaclareños es histórica, solo superada por la inquina entre Bayamo y Manzanillo, en la oriental provincia de Granma.
El trayecto por la llamada «Carretera a Sagua» es monótono, pero enseña esa otra Cuba interior, distante del cliché y las postales de siempre.
¿Qué ver en Sagua?
Fundada en 1912, Sagua la Grande fue declarada Monumento Nacional porque rompe con los estereotipos de ciudad del interior y posee una fuerte personalidad urbana. Entre sus atractivos destaca el remozado Palacio Arenas, considerado una maravilla de la arquitectura en el centro de Cuba.
Con su estilo ecléctico y elementos de «art nouveau», el Palacio Arenas es una mansión que data de 1918 y es famosa por la peculiar decoración de sus pisos, murales, cielo raso, carpintería, rejas, escaleras de mármol, zócalos de terrazo, balaustradas de hormigón, balcones y lucetas de colores. De ahí que los sagüeros, orgulloso, le llamen Palacio.
Su prosperidad económica en el siglo XIX le abrió las puertas del ferrocarril, así como al primer alcantarillado de toda Cuba. Fue una de las primeras ciudades con electricidad y acueducto en el país, y de aquella bonanza quedó un centro histórico rico en edificaciones de aire neoclásico, con refinado eclecticismo y toques de modernidad.
Pese al deterioro por el paso de los años, aún impresionan las construcciones de la antigua Colonia Española, el Casino Español, el Hotel Sagua y el Hotel Telégrafo, los edificios que pertenecieron al Royal Bank of Canada, The City Bank of New York, la llamada Villa de París y el Palacio del Conde de Casa Moré.
Como en toda plaza cubana, en el parque central de Sagua se yergue la Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción, y no lejos de ahí, cerca del Puente del Triunfo, el Colegio de los Jesuitas exhibe su alto campanario de estilo neogótico, coronado con una imagen de Jesús y con la compañía de singulares «ángeles negros» que sorprenden al visitante.
Otra foto que no puede faltarte es ante la emblemática Estación Central de Ferrocarriles, pero si sales de la ciudad puedes recorrer los típicos meandros del río Sagua o «Undoso», y ver los Mogotes de Jumagua, pues no solo en Viñales existen esos peculiares cerros cársicos.
Para muchos, FIT-2018 contribuirá al nuevo despegue de Sagua la Grande como futuro destino de viajes y turismo. Existen grandes proyectos de infraestructuras, hoteles por construir e ideas por madurar, pero sobre todo, esta ciudad tiene una historia y un patrimonio que justifican con creces su nombre: Sagua no es la «Grande» por gusto.