Su ubicación, presencia e historia podrían ser, perfectamente, la envidia de todas las edificaciones circundantes. «Consciente» de ello, el Hotel Tryp Habana Libre se yergue orgulloso, se muestra en su amplitud y desde la altura contempla a la ciudad que vive a sus pies desde hace unos 60 años.
A ratos, parece como si se quisiera confundir con el inmenso océano que le sirve de fondo, a lo lejos, en sus tonos azules y contrastes en blanco como la espuma de una ola agitada. A ratos, sólo a ratos, algún descuidado pretende olvidar su presencia. Le basta entonces con levantar la vista para redescubrirlo, de cerca o a la distancia, porque el Habana Libre, como todos le llaman, fácilmente es apreciable desde varios confines de la ciudad.
Si quiere visitarlo, no tendrá pérdida posible. Vaya al centro del Vedado, ahí donde están la heladería Coppelia, el Cine Yara, el Instituto Cubano de Radio y Televisión… vaya y sin preguntar mire a su alrededor. Enseguida lo descubrirá. Decenas de autos a las puertas, gente de todas partes del mundo que entra y sale del lobby, que se sienta en una de sus cafeterías o que va de compras a las tiendas de la planta baja.
Como uno de sus elementos más singulares y bellos, el frontis de casi 70 metros está adornado con una enorme naturaleza muerta, obra de la artista cubana Amelia Peláez que, también en tonos azueles y blancos, embellece no sólo la fachada del hotel, sino a La Habana misma. Entonces, no cabrá duda. Estamos presenciando el Hotel Habana Libre.
De Habana Hilton a Tryp Habana Libre
Este, que para muchos continúa siendo el hotel más emblemático de La Habana, fue construido a finales de la década del 50 del siglo pasado bajo los auspicios personales del entonces presidente Fulgencio Batista. Según se cuenta, cinco mil obreros trabajaron en las obras constructivas, cuya contratación corrió a cargo de la Caja de Retiro Gastronómico y fueron dirigidos por la Frederick Snare Corporation. El costo total del inmueble ascendió a casi veinticuatro millones de dólares.
La manzana que conforman en su intersección las calles L, M, 23 y 25, una de las direcciones más populares y concurridas de toda Cuba, fue la escogida para ubicar el hospedaje. Evidentemente, todos apostaron por él y desde su proyecto prometía ser el más grande y más llamativo del grupo hotelero estadounidense Hilton, encargado de su gestión. Incluso, en el momento del lanzamiento la Caja de Retiro Gastronómico lo presentaba al pueblo de Cuba en un impreso como:
«El más moderno y mejor equipado de los grande hoteles del mundo.»
La inauguración oficial ocurrió el 19 de de marzo de 1958 y comenzó a operar tres días después. Sus treinta pisos y doscientos metros sobre el nivel del mar lo colocaron en el momento de su nacimiento como el edificio más alto de América Latina. Poseía 630 habitaciones, centro comercial, casino, club, piscina y un bar de azotea.
El primer nombre que recibió fue Hotel Habana Hilton. Sin embargo, pasó a llamarse Hotel Habana Libre en 1960, con el cambio radical de rumbo que tomó ese país. A inicios de 1959 había sido sede provisional del nuevo gobierno encabezado por Fidel Castro y allí mismo se produjo uno de los primeros intentos de magnicidio. En la actualidad funciona como un hotel cuatro estrellas, propiedad del grupo local Gran Caribe, en contrato de gestión y comercialización con la cadena mallorquina Meliá Hotels International, bajo su marca Tryp.
Un edificio moderno y funcional
El Habana Libre fue diseñado por la compañía Welton Beckett & Associates y la firma cubana de Menéndez-Arroyo. Su ubicación en La Rampa, una colina que sube gradualmente desde el mar hasta internarse en la ciudad moderna, fue todo un desafío. Para dar solución al desnivel del terreno, la parte delantera posee tres pisos menos que la trasera, donde se aprovechó el espacio con parqueos, almacenes, oficinas de agencias de viajes y turismo, y otras áreas de administración. Solucionado el escollo, el grueso del inmueble se proyectó sobre un amplio basamento que se asienta como una plataforma uniforme. La estructura general es de hormigón armado, vigas, losas, columnas con ábacos y capiteles, fundidas en el lugar.
El cuerpo principal, la torre, se levanta por 27 pisos más y posee dimensiones menores que la base, sobre la que no se halla centrado, sino que se retira a la parte trasera, de modo tal que el conjunto logra una agradable armonía entre sus partes y el entorno, con el cual se entrelaza.
La funcionalidad del edificio se complementa con largos pasillos en los laterales exteriores que permiten la circulación sin interrumpir la dinámica de la instalación, a la vez que conectan muchos de sus espacios más concurridos. El hotel está concebido, además, para garantizar una fluida circulación vial, con la salida de autos en dirección a La Rampa que se insertan de forma efectiva en el trazado urbano.
Descubriendo sus espacios
En cuanto entramos al lobby tenemos la impresión de habernos transportado a un mundo alejado de la vida exterior, imparable y bulliciosa. La amplitud, la sinuosidad de la escalera principal, el contraste entre cristales y vegetación, los acogedores y cómodos muebles que invitan a descansar y relajarse, la sonrisa y el trato amable de los empleados, aportan al sitio cierto influjo de hechicería moderna.
Para añadir valor a la edificación, a lo largo de los años ha funcionado como galería de arte exhibiendo obras de maestros de la plástica nacional y de renombre internacional, con los murales de René Portocarrero y Nelson Domínguez, la gran cerámica de Alfredo Sosabravo y la fuente electroacústica del vestíbulo, llamada Clepsidra, una creación de Rita Longa.
Actualizándose constantemente, el inmueble ha vivido varias renovaciones capitales y algunas de sus áreas se han refuncionalizado. Hoy, cuenta con una escalera exterior de incendios para mayor seguridad de los huéspedes y con habitaciones más amplias, con ventanales de cristal. Entre ellas, sin dudas, las que están ubicadas en los pisos superiores resaltan por la espectacular vista de La Habana.
Facilidades para todos los usos
Entre sus magníficos espacios, el Hotel Habana Libre Tryp posee tres restaurantes, bares, un club nocturno, gimnasio, una gran piscina con solárium, un snack bar, y ocho salones de reuniones y conferencias con capacidad para dos mil personas.