La Plaza Vieja, que fue y es nueva

La Plaza Vieja, que fue y es nueva

Sería muy raro y quizás torpe que hiciéramos un recorrido por la parte antigua de La Habana y excluyéramos a la Plaza Vieja, destino obligado y conveniente para el visitante que busca experimentar el ambiente humano y visual y extasiarse en el entorno colonial, Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Cuando llegamos al cuadrante irregular que conforman las calles Muralla, San Ignacio, Teniente Rey y Mercaderes, nos sorprende escuchar el calvario que sufrió la tercera plaza más vieja de la Villa de San Cristóbal de La Habana y la única que no está asociada a un templo religioso. Fue víctima de decisiones arbitrarias, desinterés y actitudes irresponsables hacia la historia, la herencia arquitectónica y primordial de la sociedad cubana.

La Plaza, de Nueva a Vieja

Escultura de Roberto Favelo en la Plaza Vieja, al fondo edificios coloniales de La Habana Vieja

Llegó la hora de otra plaza para los habitantes y el comercio de la villa capital en franca expansión. Desde 1559 comenzó a existir, aunque adoptó su localización y trazado definitivo en 1587. Se convirtió en la «Plaza Nueva», escenario de pregones, paseos aristocráticos, representaciones teatrales, corridas de toros, carnavales, celebraciones cívicas, procesiones religiosas, ejercicios militares, ejecuciones públicas y, un poco después, volvería a transformarse para ofrecer un nutrido mercado al aire libre con puestos de madera que se denominó Reina Cristina. Allí radicaron las primeras pescaderías de La Habana.

Algunos dicen que dejó de ser la «Nueva» cuando se creó la Plaza del Santo Cristo del Buen Viaje alrededor de 1640. Mientras, otros aseguran que siguió con ese título hasta inicios del siglo XIX, cuando su jerarquía se esfumó. Ese también fue el límite de tiempo en que allí se anunciaron todas las proclamaciones reales.

Portales que rodean la Plaza Vieja y proveen proteccion al viajero

En su perímetro proliferaron bellos palacetes coloniales, propiedad de poderosas familias peninsulares y, posteriormente, criollas. Algunos de esos edificios aún sobreviven para nuestro beneplácito, dando origen a varias leyendas y anécdotas. Tal es la situación de la residencia de los Condes de Jaruco, actual sede de la galería de arte «La Casona», donde vivió la escritora romántica que más tarde sería muy conocida en Cuba y Francia como la Condesa de Merlin. Repetidamente, vecinos y celadores del recinto aseguran haber visto su figura fantasmal vagando por habitaciones y salones.

Habaneros conversan en la Plaza Vieja de La Habana

En las diferentes etapas de la historia habanera, la explanada de referencia ha ostentado nombres como «Plaza Real», «Plaza Mayor», «Plaza de Fernando VII», «Parque Juan Bruno Zayas» y «Parque Julián Grimau».

De Vieja a Nueva otra vez

Aunque la idea sea difícil de digerir, el espacio se transformó en parque público y en un anfiteatro sobre un parqueo soterrado en 1952, con un drástico giro de sus funciones. Igualmente, pero con un poco de mayor suerte en cuanto a coherencia, se adicionaron edificios para empresas, viviendas y negocios. Así continuó hasta la década del 90 del siglo pasado, cuando la Oficina del Historiador de la Ciudad se propuso devolverle íntegramente el aspecto original que poseía a la altura del siglo XIX.

Palomas se ponsa en la fuente de la Plaza Vieja de La Habana

Un profundo proyecto de rehabilitación la llevó a rejuvenecer completamente, con toques adicionales. Rellenaron completamente el terreno y lo empedraron de manera impecable. Al centro y protegida por una cerca perimetral, una réplica en mármol de Carrara de la fuente de piedra con surtidor que albergó desde el siglo XVIII. Posee una taza octogonal de doce metros de diámetro, apoyada en dos escalones y desde el centro se alza una columna surcada, rematada por una copa. Bordeando la vertical, vemos un prisma hueco rectangular que culmina en magnífica cornisa de cuatro conchas, apelando a la feminidad de la plaza.

La Plaza Vieja de La Habana, lugar de encuentro y descanso de los habaneros

Para reforzar ese concepto, en el lado norte encontramos la obra «Natura», una enorme flor que brota de los adoquines. Y en la sección sur nos sorprende e impresiona gratamente la caprichosa escultura en bronce de una mujer armada con un tenedor, cabalgando sobre un enorme gallo, cuyo autor es el afamado artista cubano Roberto Fabelo. Él ha declarado que es una metáfora de la preponderancia de la mujer sobre el hombre representado por el ave macho, supuesto jefe del corral, especialmente si ella está desnuda.

Más arte, arquitectura y entretenimiento

Factoria Plaza Vieja, uno de los restaurantes mas populares de la Plaza Vieja

Aunque básicamente la Plaza Vieja y sus alrededores enarbolan el estilo barroco de la arquitectura de la colonia, es uno de los entornos más eclécticos de la ciudad. Allí también conviven el «art nouveau» y el modernismo. Se entrelazan las construcciones de piedra, los balcones volados, techos de alfarje, ventanas de madera torneada, pinturas murales, vitrales, fachadas y amplios portales arcados, que en buena lid serían el pretexto ideal para estudiar desde allí la historia de la arquitectura en Cuba.

Así encontramos espacios tan diversos, atractivos o demandados actualmente como el Planetario, la Fototeca de Cuba, la Cámara Oscura, el Centro Cultural Vitrina de Valonia, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, el Museo del Naipe, la tienda Paul and Shark, un salón de masajes, una escuela primaria, los restaurantes Santo Ángel y La Vitrola, entre otros, y casas particulares que rentan habitaciones.

Cerveza y café

Niños corren por la Plaza Vieja

De modo singular, dos lugares atraen la atención del viajero por encima del resto. La Factoría de Maltas y Cervezas Plaza Vieja ofrece la solución para el verano antillano, con bebidas sumamente refrescantes. Aunque en un establecimiento adyacente las familias con niños disfrutan de una sabrosa malta, los adultos prefieren especialmente las jarras de cerveza artesanal y muy fría que devienen soberbia tentación. Clara, oscura o negra, el preciado líquido se fabrica «in situ» y se vende solo o en maridaje con una hamburguesa. Para los más sedientos, ofrecen el autoservicio con dispensadores de tres litros para degustar al aire libre o bajo techo, en muebles al estilo taberna.

Macetas de plantas de la Plaza Vieja, al fondo turistas se toman fotos

En el lado opuesto de la plaza, el Café El Escorial ofrece decenas de variedades y combinaciones del néctar oscuro de los dioses, para todos los gustos. Pero lo más llamativo, aparte de la calidad de la estimulante bebida, es la opción de llevar a casa una muestra del grano local marca «Serrano», tostado entero o molido ante la mirada del cliente.

Detalle de la fuente de marmol ubicada en el centro de la Plaza Vieja de La Habana

Vaya sorpresa. La Plaza Vieja es un mundo en sí misma.

La concurrida Plaza Vieja de La Habana

La Plaza Vieja es uno de los lugares más populares e importantes del Centro Histórico de La Habana, por donde transitan miles de personas diariamente, y donde muchos deciden hacer estancia para mimar los sentidos, especialmente la vista y el gusto.

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