En la calle 17, esquina a D, en el Vedado habanero, encontramos uno de los últimos reductos verdaderamente dedicados al refinamiento y al buen gusto. Es imposible recorrer las salas del Museo Nacional de Artes Decorativas sin que compartamos ese profundo sentimiento de protección al arte ornamental, sin que nos invada la necesidad de cuidar y eternizar la belleza delicada.
Cuba, históricamente alejada de riquezas materiales profusas o superfluas, en su condición de colonia o protectorado nominal, siempre ha favorecido lo utilitario. Sin embargo, hubo una época en que la bonanza económica de cierto sector social le permitió coleccionar joyas de otras latitudes, bajo los tácitos principios de la acumulación y la ostentación.
Algo de esto sucedió con la acaudalada María Luisa Gómez Mena, condesa de Revilla Camargo por su matrimonio con el industrial español Agapito Cagiga, antigua dueña de la mansión que hoy acoge al museo y de las primeras piezas que engrosaron la exhibición.
El edificio del Museo Nacional de Artes Decorativas
El palacete ubicado en el número 502 es una joya en sí mismo. El proyecto del edificio, encargado a una firma francesa, es una obra maestra del código ecléctico pues combina elementos de varios estilos arquitectónicos, desde el rococó hasta el neoclásico. Se dice que todo el interior, excepto la madera de caoba para la carpintería, se importó desde Francia e Italia.
Las paredes están recubiertas con mármoles italianos, elementos de bronce producidos por la Maison Jansen, que antes pertenecieron a un palacio francés, y exuberantes muebles y tapices.
En la primera planta encontramos el vestíbulo con dos grandes cuadros del pintor francés Hubert Robert. Igualmente, nos impresiona un conjunto compuesto por una mesa guéridon veneciana, realizada en el siglo XIX en madera policromada y estofada, con una labor de taracea de mármoles italianos en su tapa y cuatro lámparas con figuras de moros. Después están el salón principal, el área de lacas chinas y el comedor, donde se muestra una colección transitoria de vajillas que se sustituyen anualmente.
En el segundo piso existe una galería dedicada a las porcelanas francesas y alemanas, cristales de Baccarat, Venecia y Cataluña, una colección de art noveau y art decó con obras de Emile Gallé, Louis Comfort Tiffany, René Lalique y Demetre Chiparus.
Entre otros objetos, el Salón Oriental contiene peceras de gres vidriado con detalles florales del período Ming. En el apartado de mobiliario reluce el secretaire hecho por el ebanista de Jean-Henri Riesener para la reina María Antonieta, y que es una de 30 piezas que se fabricaron. En la rama textil, exhiben una alfombra tejida a mano en 1772 por Franchis Carolus Romanus, pieza valiosa y única.
Además están el Salón de Sévres, el Salón Inglés con dos cómodas al estilo de Adam Weisweiler, que sostienen dos vasos de Médicis de la Manufactura de Worcestery, y el Boudoir, ambientado a tono con el Segundo Imperio Francés. Aquí resaltan los muebles decorados con nácar, abanicos isabelinos y porcelanas de Jacob Petit.
En ese nivel también están los salones Ecléctico, Oriental y Neoclásico; este último está ubicado en el antiguo dormitorio de la anfitriona. El Ecléctico se enorgullece de la escultura de marfil conocida como “La Victoria coronando a la Fama”.
Para terminar el recorrido por la parte superior, llegamos al cuarto de baño, que según algunos expertos es un elemento distintivo de la construcción por su contemporaneidad y discordancia con la casa. A diferencia del resto, está diseñado al estilo art decó, con lámparas de Sabino que son únicas en el mundo porque fueron encargadas específicamente para la condesa.
Otras piezas y colecciones
El museo fue inaugurado el 24 de julio de 1964 y desde entonces ha llegado a acumular en sus almacenes y vitrinas más de 33 mil obras de arte europeo y oriental. Además del patrimonio de doña María Luisa, han recibido importantes donaciones, han adquirido piezas por distintas vías y se sumaron las colecciones del Conde de Jaruco, Oscar Cintas y la señora Elena Fernández de Guevara.
A vuelo de pájaro, podemos decir que allí encontramos obras de elevado valor artístico e histórico de los periodos de Luis XV, Luis XVI, Napoleón III, y creaciones asiáticas de los siglos XVI al XX. También están presentes algunas muestras de lo mejor de la orfebrería inglesa de Thomas Powell, Paul Storr y Paul de Lamerie.
Este laberinto de espejos rodeado de jardines y especializado en las artes aplicadas del mundo entero, bien nos podría trasladar a un cuento de hadas durante nuestra estancia en La Habana. Abre todas las semanas de martes a sábados, entre las 11:00 AM y las 6:00 PM. Los domingos está disponible desde las 9:30 AM hasta las 12:30 PM.
Lugar de historia y protocolo
Como valor agregado al Museo Nacional de Artes Decorativas de La Habana, está el hecho de que en esos mismos salones fueron recibidos los duques de Windsor, los condes de Barcelona, la duquesa de Alba y otras personalidades relevantes que arribaron a Cuba a mediados del siglo pasado.