Escenas de La Habana que no se rodaron en Cuba

Escenas de La Habana que no se rodaron en Cuba

1897, visita La Habana el concesionario de la casa Lumière. Cargado de películas y proyectores ofrece funciones, deslumbra y graba un corto. Bastó un minuto, para que se iniciara así una relación que ya pasa del siglo.

El cinematógrafo, curioso, anduvo rondando a la ciudad, delicado, pudoroso, como novio viejo le tomó la mano…Y La Habana le tomó la boca. El beso fue tal, que el cine prometió volver.

Con el tiempo volvió, lisonjeó a su novia repetidamente y ha ofrecido de ella diversas imágenes. Y todo iba bien, serían felices y comerían perdices para siempre, hasta que la ciudad descubrió, porque le vinieron con el chisme, que era engañada.

Y de un modo muy extraño. El novio tenía otras amantes morenas, pero a todas llamaba La Habana; las pintaba como La Habana y las vestía de ella. ¡¡Fetichismo!! Con el tiempo la ciudad lo perdonó, pero sus infidelidades aún sobreviven, y peor, se repiten.

Los frutos del pecado…

Escenas de La Habana que no se rodaron en Cuba

Varias son las películas cuyas tramas se desarrollan, parcial o totalmente, en la capital cubana, y sin tienen escenas de La Habana que no fueron filmadas en esa urbe. Locaciones en Puerto Rico; República Dominicana u otra isla caribeña sirvieron de sucedáneo y velaron hasta cierto punto el desliz.

Si quiere conocer algunas de estas «Habanas de mentirita», súbase a este post, sujétese bien y que comience la función.

  1. El Padrino II, 1974

    Palacio Nacional de Santo Domingo, República Dominicana, fue elegido para crear una Habana de imitación durante la filmación de El Padrino II

    Luego del éxito de El Padrino, en 1972, a la Paramount Picture no le cabía dudas de que ese era un postre que merecía repetirse y convencieron a Coppola, reticente por aquello de que «segundas partes nunca fueron buenas», de realizarla.

    Se estrenó en 1974 y causó sensación. Sin embargo, el filme sufre debido a la coyuntura política de la época. Las diversas secuencias que transcurren en La Habana, de peso y transcendencia para la trama, no se filmaron en dicha ciudad.

    El Departamento del Tesoro norteamericano se negó a autorizar que una productora de cine norteamericana invirtiera en «el régimen comunista de Castro». Coppola y compañía debieron entonces recurrir a Santo Domingo, capital de República Dominicana.

    El barrio colonial dominicano, además del Palacio Nacional, cuyo Salón de Las Cariátides fue el escenario de la famosa secuencia de la despedida de Batista, fue el elegido para crear una Habana de imitación.

    Completan el paquete, el Parque Independencia, la Biblioteca Nacional y el Hotel Embajador, y si bien falta, indiscutiblemente, la atmósfera habanera en su totalidad, las escenas salen bastante bien paradas del trance gracias a fuerza dramática y honestidad.

  2. Havana, 1990

    Santo Domingo, lugares donde se filmaron secuencias de la Película Havana (1990) pero le faltaba el entorno urbanístico de La Habana de 1958

    Finales de los 80. El director Sidney Pollack vuelve a interesarse por filmar una película en Cuba, en La Habana específicamente. Antes, en 1977, el cineasta de Indiana se sentía motivado por filmar el mundo cubano de Hemingway.

    Nuevamente la negativa del Departamento del Tesoro de E.E.U.U., frustró el proyecto, pero no al cineasta. Ahora, se ponen en contacto él y el actor Robert Redford, protagonista del nuevo filme titulado Havana, con las autoridades cubanas y norteamericanas.

    Y otra vez, las regulaciones emanadas del bloqueo impidieron que la cinta se pudiese rodar en la capital cubana. Y otra vez fue Santo Domingo la tabla de salvación de Pollack y su equipo.

    La película, bien hecha, con un buen reparto, música agradable y cálida foto, es indudablemente un producto menor dentro de la carrera de Pollack y se reciente por el cambio de aires.

    En Santo Domingo no existía el entorno urbanístico de La Habana de 1958. Faltaba la autenticidad del escenario natural y también el clima social imperante en la época. En fin, que por mucho que los americanos batieron el merengue, los capitaleños nunca supieron a habaneros.

  3. Antes que anochezca, 2001

    Ciudad de Veracruz, Mexico, fue alternativa a La Habana para la filmación de Antes que Anochezca, 2001

    Dirigida por el prestigioso cineasta Julian Schnabel y protagonizada por el actor Javier Bardem. Esta película gozó del favor, tanto de crítica como de público, y le regaló a su protagonista una nominación al Oscar.

    Está basada en el libro autobiográfico, del mismo título, del escritor cubano Reinaldo Arenas (Javier Bardem) y cuenta las alegrías e infortunios de un escritor en extremo sexual y políticamente controvertido.

    La película, dada su historia y personajes, no pudo ser filmada en Cuba y se buscaron locaciones en México, un ruinoso templo jesuita «San Francisco Xavier»; el Puerto de Veracruz, así como en Mérida y Progreso en el estado de Yucatán.

    Antes que anochezca, el libro, es una suerte de gran ajiaco carnavalesco, una feria de fenómenos y un lúcido desgarre. La película apenas roza este maremágnum, y de Cuba y La Habana es más lo que se dice, o dijo Arenas, que lo que se ve o se siente.

  4. El rey de La Habana, 2015

    La película, El rey de La Habana, 2015, trató de representar la realidad habanera

    Según el director de la cinta, Agustí Villaronga, la historia le llegó de la mano de su productora. Conocía al autor de la novela, el escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez, por otros libros, pero de este no había oído hablar.

    El mundo de la novela lo cautivó y puso manos a la obra. Levantó un capital modesto y enfiló proa hacia Cuba, donde ya había vivido, en busca del mundo salvaje de la Centro Habana marginal.

    Pero hacer emerger este entorno, ponerlo en blanco y negro sobre una pantalla de cine, es demasiado, incluso para aquellos de mente más abierta. El Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC), su productora, le comunicó a Villaronga su desinterés en apoyar el proyecto.

    Nada que hacer, el proyecto estaba perdido para Cuba, sólo quedaba recurrir a la histórica tabla de salvación República Dominicana. Así se hizo y la película se filmó en San Pedro de Macorís, al este del país, y luego en Santo Domingo.

    Si bien la película conserva parte de la crudeza del original, La Habana, y de los años noventa, sólo se puede recrear allí. Ese mundo único, poblado de extremos, carente de afeites y casi abandonado a la buena de Dios es difícil trasplantarlo a otro entorno totalmente diferente.

¿Y qué queda…?

Pues invitarle a que no lo piense demasiado. Vea estas y otras películas, tales como la española «Cosas que dejé en La Habana» o el díptico «Che» de Steven Soderbergh.

Luego, tome el primer vuelo disponible; llegue a La Habana; hospédese en un buen hotel y vea El Padrino II la primera noche. Al día siguiente, desande la ciudad, orgullosa, maternal, en busca de los sitios referidos en el filme.

Compare los originales con las simulaciones «peliculeras» y decida, sin intermediarios, cuan acertadas o no fueron estas últimas. Viva en el trópico una singular aventura, mezcla de cinefilia y amor. Amor a esa ciudad hermosa que es La Habana, única e irrepetible, a pesar de todo.

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