La Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y San Ignacio de Loyola, más conocida en la capital cubana como Iglesia de Reina, por la calle donde está ubicada (entre Gervasio y Belascoaín), es la más alta entre todas las de su tipo en la ciudad. En términos de los creyentes de siglos pasados, está más cerca de Dios.
Hoy, está más cerca de la gente común, que transita a veces sin reconocer sus cualidades, amontonada entre edificios, céntricas barriadas y calles estrechas que impiden su plena admiración. Su torre de 72 metros de altura, plena de arbotantes, pináculos y gárgolas, bien podría convertirse en mayor suceso si estuviera en otro contexto. Cuando la miramos detenidamente desde abajo, recorrida suavemente con la vista, realmente impresiona y hasta algún pequeño vahído nos provoca.
Templo neogótico
Dicen que al principio la idea de un templo gótico causó recelo en la sociedad habanera de entonces, por considerarse indefensa ante el asedio recurrente de huracanes, pero el atrevimiento a veces da frutos sobresalientes. Sus altas bóvedas ojivales, el arco apuntado, la abundancia de ventanales y vitrales amplios y luminosos, y las paredes reducidas, no dejan lugar a dudas sobre su corriente arquitectónica.
Hay que prestarle especial atención a los vitrales interiores que representan con soberbio arte sacro la vida de Jesús, a la Virgen María, a varios santos jesuitas y a fragmentos de la vida de San Ignacio de Loyola.
La nave principal está amparada en seis columnas laterales rematadas por capiteles de ornamento, los que se extienden hasta el altar mayor con una imagen impresionante del Sagrado Corazón bendiciendo a los fieles. A ambos lados aparece un grupo de santos jesuitas y de otras denominaciones, acompañados de un conjunto de cinco ángeles que conforman un doselete con sus alas abiertas.
El piso es de finos mosaicos de teselas de piedra y cristal, con varios caracteres inscritos. Al inicio están las letras griegas alpha y omega, que representan a Cristo, y ji y ro, C y R, iniciales del hijo de Dios en griego. Al otro lado podemos apreciar un antiguo anagrama de Jesús en latín, “JHS” (Jesus Homo Salvator: Jesús Hombre Salvador).
El retablo fue realizado en Madrid y se llevó por piezas a La Habana. Está hecho de alabastro, madera y bronce. Una placa de bronce en el altar acoge una representación de Jesucristo como el cordero degollado y en pie, escenificación de su muerte y posterior resurrección, rodeado por una muchedumbre cantando alabanzas.
Por su parte, las dos naves laterales forman una cruz latina. Una está dedicada a San José, con una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, y la enseña nacional. La otra está encomendada a la Inmaculada Concepción y en ella está el sagrario con las hostias consagradas. Además, si avanzamos hasta el fondo podremos apreciar una imagen esculpida de la Virgen de Fátima.
Inauguración y reconstrucciones
La iglesia fue inaugurada el 3 de mayo de 1923, después ser consagrada por el obispo Monseñor Pedro González Estrada y casi nueve años de labores financiadas por familias habaneras acaudaladas. Los sacerdotes jesuitas necesitaban un lugar para sus oficios y lo tuvieron al fin, incluso por encima de las expectativas.
En 1954 se realizaron infructuosamente sus primeras reparaciones, porque se usaron materiales inadecuados, incompatibles con los originales. Muchos años después, ante el deterioro evidente y visceral de varias estructuras, detalles y elementos de la fachada, en 1996 se inicia un proceso de reparación capital a cargo de la Oficina del Historiador de la Ciudad, empresas españolas y francesas. Para ello, se realizó un estudio de diagnóstico y prospección que duró dos años, que rescató este escenario religioso y patrimonial de los efectos adversos del tiempo, la humedad ambiental, las fuertes lluvias y el potente sol, el salitre y la contaminación de los gases de combustión de los coches.
Ahora desde la calle se puede disfrutar rejuvenecida y lozana, en todo su esplendor, la monumental imagen del Sagrado Corazón tallada en madera sobre el Capitel Central, personificando la parábola del hijo pródigo y a los dos santos guardianes, San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. En la cima de la torre, en forma de aguja se aprecia la espléndida cruz custodia de bronce con 1.87 metros de altura.
Visita del Papa Francisco
En septiembre de 2015, la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y San Ignacio de Loyola recibió al Sumo Pontífice durante su visita a la isla caribeña. En su recorrido desde el Palacio de la Revolución hasta la Catedral de La Habana, donde asistiría a la Plegaria de las Vísperas y reflexionaría sobre la pobreza y la misericordia, hizo un alto para regocijo de los fieles y la Compañía de Jesús en Cuba.
Fue recibido por el Padre Juan Miguel Arregui, superior delegado de la Comunidad del Sagrado Corazón de Jesús en esas tierras, y penetró en el templo entre cientos de invitados y curiosos que le agasajaron. Como sede principal de la Compañía de Jesús en Cuba, el templo católico dio la bienvenida al primer Papa perteneciente a la congregación jesuita.
Orgullosos de la Iglesia de Reina
Muchos habaneros, aunque no sean practicantes de la fe católica, reconocen la importancia y magnificencia de la Parroquia del Sagrado Corazón, su iglesia de Reina, y agradecen en grado sumo que permanezca en pie, conservada, soberbia y elegante, “uno de los hitos más característicos, logrados y hermosos de la arquitectura religiosa cubana y de nuestra América”, como alguien se atrevió a calificarla.