Callejón de los Peluqueros, milagro de emprendedores

Callejón de los Peluqueros, milagro de emprendedores

Cuando escuchamos hablar por primera vez del Callejón de los Peluqueros, jamás imaginamos la riqueza histórica, artística y comunitaria que entraña aquel sitio. Se ubica en la parte más añeja de La Habana, en el barrio del Santo Ángel, por extenderse en torno a la iglesia homónima.

Llegamos a Aguiar, entre Peña Pobre y Avenida de las Misiones, y advertimos su cercanía al malecón habanero y a la embajada de España en la Isla. Una rápida mirada nos hizo comprender por qué se dice que hasta fines de los años 90 de la pasada centuria, esta singular callejuela de poco menos de cien metros era la más descuidada de La Habana Vieja.

Vetusto sillon de barbero en el Callejon de los Peluqueros, Habana Vieja

De seguro las fachadas carecían de la reparación y el contraste de colores de hoy, con motivos concernientes al arte de la peluquería; la calle exhibía suntuosos baches, tramos destruidos, en lugar de adoquines cuidadosamente dispuestos, y era impensada la frescura de plantas ornamentales que hoy descansan en colosales jardineras de barro.

Sin embargo, no tardamos en descubrir que tanta belleza es producto del sueño de «Papito», un hombre nacido y criado (como se dice en Cuba) en el callejón capitalino, que con la anuencia de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana logró transformar lo que otrora fuera un trecho calamitoso en un espacio de referencia internacional.

Arte Corte, la génesis de una quimera

Arte en la calle en el Callejon de los Peluqueros, Habana Vieja

Quienes moran en los alrededores cuentan que un día de 1999, mientras el Historiador de La Habana, Eusebio Leal, realizaba su habitual recorrido matutino por las calles de La Habana Vieja, fue interpelado por un joven estilista que desde hacía tiempo anhelaba mejorar su zona de residencia y trabajo.

Este hombre llamado Gilberto Valladares Reina, conocido por sus vecinos y clientes como «Papito», con parte de las ganancias que le propinaba su labor, había coleccionado objetos referentes al oficio de la barbería y la peluquería que estaban en desuso, para crear una especie de museo en el mismo salón donde arreglaba el cabello.

Bares en el area peatonal de el Callejon de los Peluqueros, Habana Vieja

Así fue como navajas de afeitar, tijeras, cajas registradoras, brochas y antiguos sillones de barbería fueron rescatados y dispuestos como parte del decorado interior del local. Sin embargo, era necesario encontrarse con Leal como garantía de que su iniciativa creciera y se lograra instaurar un proyecto comunitario, que revitalizara la cuadra, involucrase a los vecinos del barrio y vinculase el arte con la historia de la peluquería y la barbería en la parte más vetusta de la capital cubana.

El encuentro con Leal fue decisivo para que en poco tiempo floreciera el proyecto Arte Corte, con sede en el Callejón del Barbero. Sin embrago, en los últimos años ha sido rebautizado como Callejón de los Peluqueros. Las casas de dos pisos y puntal alto fueron restauradas y pintadas, el tramo de calle y sus alrededores fueron reparados y decorados con una ambientación que hace guiño a los viejos barrios europeos. Papito se convirtió en un incansable promotor del carácter artístico que entrañan la barbería y la peluquería, sin dejar de practicar tales oficios.

Posters en exhibicion en el Callejon de los Peluqueros, Habana Vieja

Pronto, un número considerable de personas, algunas desvinculadas del mundo laboral, se tornaron aprendices en una escuela-barbería-peluquería que se inauguró en el rescatado callejón. Aunque el proyecto fue pensado inicialmente para los habitantes de la comunidad, hoy puede asistir cualquier interesado, sin importar el sitio de donde provenga.

Esas razones fueron suficientes para aventurarnos a subir a la segunda planta de un paradigmático edificio y observar con nuestros propios ojos la maravilla tan contada. Dispuestas en vitrinas de cristal figuran las piezas que en otro tiempo fueron utilizadas por anónimos estilistas habaneros. Pero también advertimos que Arte Corte ha sumado otras riquezas espirituales.

Bar de los artistas en el Callejon de los Peluqueros, Habana Vieja

En las paredes interiores cuelga la colección Hasta el último pelo, que incluye obras de arte exclusivas de pintores cubanos, y algunos extranjeros, en alusión al veterano oficio. Sin embargo, otra colección con un carácter más intimista y personal también puede disfrutarse. Se denomina «El sueño de un barbero», y lleva la firma del propio Papito.

Mientras tanto, un grupo de personas se adiestran en cursos que ofrecen reconocidos profesionales cubanos y extranjeros. No importa que sean hombres o mujeres, jóvenes o de mediana edad, sordomudos o locuaces, por decir algo. Arte Corte tiene un carácter absolutamente inclusivo. A Papito se le ve atendiendo a los clientes con esmero, aclarando dudas a los alumnos o trabajadores con relación a determinado corte de cabello, o regalando sonrisas a los que, como nosotros, llegamos simplemente para mirar y luego contar.

Artecorte en el Callejon de los Peluqueros, Habana Vieja

A Papito lo saludan en la calle todos los habitantes del barrio. Y él siempre comenta que ese es su mejor premio. No obstante, la experiencia de Arte Corte y el Callejón de los Peluqueros ha sido socializada en la arena internacional. Durante la visita de Barack Obama a Cuba, Papito fue uno de los trabajadores del sector privado que dialogó con el entonces presidente. Países como Ecuador, Canadá y Estados Unidos han desarrollado congresos sobre cosmética que han contado con la presencia de este líder comunitario.

Mucho más que un callejón

Cafe de los artistas en el Callejon de los Peluqueros, Habana Vieja

Un posterior recorrido por las calles aledañas a la sede oficial de Arte Corte, nos ayudó a descubrir que el Callejón de los Peluqueros es mucho más que eso. Casi 11 años después de su creación, inició una segunda etapa de desarrollo, orientada a beneficiar a la comunidad del Santo Ángel con obras sociales vinculadas al proyecto y la apertura de negocios particulares liderados por jóvenes emprendedores.

En el mismo callejón, el artista de la plástica Roberto González abrió a los visitantes su Galería-Estudio, existen tiendas de productos artesanales, así como el bar, restaurante y cafetería “El Fígaro”, en digno homenaje al presumido barbero sevillano, fruto del ingenio del compositor Gioachino Rossini y el libretista Cesare Sterbini.

Proyeccion de un filme en el Callejon de los Peluqueros, Habana Vieja

Pero la luz del Callejón de los Peluqueros también alcanza a la calle Espada. La Casa del Abuelo y el Comedor Comunitario de esa arteria han reverdecido gracias a la intervención de Arte Corte y la Oficina del Historiador de la Ciudad, que también en los últimos tiempos ha organizado cursos de carpintería y gastronomía, así como una bolsa de empleo a la que pueden acudir instituciones en busca de trabajadores.

Si continuamos caminando en busca de la Avenida de las Misiones, salta a la vista una pequeña área destinada a los niños, denominada “Barbeparque”. Aparatos inspirados en equipos de barbería y peluquería aguardan por los infantes, además de ofrecer cortes de cabello en un salón al aire libre. Allí también se puede degustar un refresco frío o un sabroso helado, sentarse a descansar en los bancos o disfrutar en las noches de fin de semana de la proyección de algún filme.

Antiguos artefactos de barberia en el Callejon de los Peluqueros, Habana Vieja

No caben dudas de que la presencia de estos establecimientos aporta un colorido sin igual a ese exótico pedazo de La Habana, incomprensible quizás para algunos visitantes; pero tan real, que cuando se pasea por él irradia una magia plagada de evidente virtuosismo. El milagro de este callejón es fruto del compromiso y el empeño de un hombre que fue capaz de involucrar a quienes, como él, deseaban ver hecha realidad una Habana soñada palmo a palmo.

Prestigio internacional creciente

 

En honor al trabajo social que desarrollan en ese reducto de La Habana colonial, en 2016 la organización global de peluqueros Intercoiffure entregó a Arte Corte un premio humanitario. De esa manera se coronó una labor proselitista e ininterrumpida en el rescate de la historia, la identidad, el arte y los oficios, con un estilo sin precedentes en la isla de Cuba.

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