Historias de un lugar excepcional en La Habana
El Cementerio de Colón posee varios monumentos asociados a hechos curiosos, atípicos y llamativos por lo excepcional del hecho que les dio origen. Anécdotas, leyendas, rituales sorprendentes que engrandecen el acervo cultural popular de los cubanos. Atractivas historias vinculadas a grandiosas obras funerarias que reflejan el afán por perpetuar el culto a los difuntos en todas las épocas.
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Galería Tobías
Calixto Aureliano de Loira y Cardoso, arquitecto español, fue el responsable de la construcción de la entrada del Cementerio de Colón en La Habana. Había diseñado el proyecto y ganado el concurso que además le permitía dirigir la obra. Tenía solo 33 años cuando irónicamente muere en medio de la ejecución del importante trabajo. Su cadáver se considera el primero en inaugurar el reconocido camposanto y fue depositado en la Galería Tobías.
Pero como si fuese una maldición, Félix de Azúa quien lo sustituye para dar conclusión a la portada fallece un año después de haber dado continuidad a su compatriota. El interesante lugar diseñado en forma de catacumbas romanas acoge los restos de ambos arquitectos quienes, sin saberlo, serían enterrados en sus propias obras.
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Enterrado de pie
Casimiro Eugenio Rodríguez Carta es el único fallecido que ha sido inhumado de pie en Cuba. Fue una persona con una suerte extraordinaria y una reputación dudosa. Estando preso conoce a la hija del Presidente de la República Alfredo Zayas, se enamoran y recibe la absolución para casarse con ella.
Su tumba se encuentra en la capilla donde reposan los restos de la familia del gobernante. La encargó de forma vertical. Decía que deseaba morir como mismo había venido al mundo: de pie. Cuenta la historia que, además de ser el único en esa peculiar posición, fue enterrado con un arma en cada mano y un billete de 100 pesos en el bolsillo. Indiscutiblemente una rara manera de conducirse hacia la otra vida.
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La ficha de dominó
El dominó es un juego de pasiones para muchos cubanos, pero en esta ocasión llegó a serlo también para Juana Martín de Martín. De origen canario era muy conocida por ser la dueña de una extraordinaria jardinería en La Habana, además de ser fiel seguidora del juego de mesa. Tal es así que una noche de 1925 y a la espera de poder colocar la última ficha de su data para ganar, muere cuando el jugador que le antecedía pone la suya. Con el doble tres en la mano Juana murió en aquel momento y de un infarto.
Así la quisieron recordar sus familiares al colocar esta ficha sobre su lápida. Para mayor asombro, se reprodujo la secuencia completa del juego en forma de cenefa que rodea la tumba. Un fanatismo sin límites, un emocionante partido, un sepulcro curioso…
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Tumba de la fidelidad
Una de las historias más conmovedoras. La bóveda guarda los restos de Jeanette Ryder, una benefactora cuya labor estuvo concentrada en el resguardo de seres sin amparo; en particular los niños y los animales. Como era de esperar, Jeanette tenía una mascota: un perro al que llamaba Rinti. Cuando la dueña murió, Rinti no quiso separarse de su sepultura. Era echado constantemente del cementerio, pero el animal siempre encontraba la manera de regresar para acostarse sobre la tumba de su ama.
Allí permaneció sin comer, a pesar de que muchos le llevaban alimento, hasta que también falleció. Los miembros de la Sociedad Bando de Piedad, que Jeanette había fundado, encargaron esta excepcional obra donde el perro yace a los pies de su dueña honrando la fidelidad extrema.
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La Milagrosa
José Vicente Adot y Amelia Goyri de la Hoz formaron una pareja que, a principios del siglo XX, decide casarse luego de un prolongado noviazgo. Pero la ceremonia estuvo marcada por la superstición: en la misma celebración se casa también su hermana, suceso que muchos creían era un mal presagio. Y en efecto, Amelia murió al año siguiente mientras intentaba dar a luz a su hijo. Ambos fueron enterrados en la misma tumba, el niño a sus pies según la tradición.
Sin embargo, cuando fueron exhumados el bebé fue encontrado entre los brazos de la madre. José Vicente presa del dolor y la locura visitó días tras días la tumba de Amelia y tocaba sus aldabas pidiéndole a gritos que despertara. Así se mantuvo por 17 años hasta que falleció. El extraño proceder que el desespero provocó en el hombre, dio lugar a uno de rituales más peculiares del cementerio y de toda La Habana. Diariamente, numerosas personas peregrinan hasta la tumba de Amelia, conocida como La Milagrosa, para implorar la solución de sus penas.
Exvotos, flores y otras tantas muestras de agradecimiento dan fe del poder que muchos le atribuyen a esta legendaria figura. Una estremecedora costumbre que vale la pena comprobar con sus propios ojos y con el sencillo toque de una de sus aldabas.
Otras maneras de conocer la historia
Numerosas leyendas y mitos pululan por toda la Necrópolis de Colón. Curiosas historias que albergan dolor, pasión, fanatismo y el sentir de los pobladores de esa ciudad. Momentos que recuerdan cuán grande es la perseverancia del hombre siempre dispuesto a inmortalizar y reverenciar a sus antepasados. Contrariamente a su función, un hermoso lugar con llamativas obras que asombrarán a visitantes interesados en una parte de la historia habanera.