Si en Cuba desea descubrir algo más que un edén de playas, no dude en considerar la visita a la región central de la isla grande. Y es que en su mismo centro, la naturaleza se encargó de diseñar una maravillosa estructura montañosa, que los primeros habitantes de esa tierra habían bautizado como Guamuhaya.
De Guamuhaya a Escambray
Muchos cuentan que el vocablo Guamuhaya tiene sus orígenes en la lengua arahuaca, hablada por algunos indígenas del continente americano. Si se divide por partes: «gua» significa nacimiento; «mu» se refiere al desarrollo y «haya» equivale a asociarse. De modo que en la traducción al español, el término supone algo que nace asociado a un proceso de desarrollo.
En los libros de Geografía de siglos anteriores, esas montañas del centro cubano eran denominadas como «Macizo de Guamuahaya»; sin embargo, entrada la pasada centuria, junto al nombre original se incluía entre paréntesis el calificativo de «Escambray». Con el tiempo, este título comenzó a predominar y el conjunto pasó a ser conocido como Sierra del Escambray.
Una prodigiosa creación
Se dice que la majestuosidad de la Sierra del Escambray sólo es superada por la Sierra Maestra, en el oriente de la Isla y la Cordillera de Guaniguanico, en el extremo occidental. Tupidos y encumbrados lomeríos cercanos a los mil metros de altura, dan forma al conjunto emergido hace millones de años con el Pico San Juan como punto culminante, que alcanza los mil 140 metros sobre el nivel del mar.
Esas serranías han sido decoradas con una profusa y diversa vegetación donde abundan jugosos cítricos, arbustos de café y árboles maderables como cedros, majaguas, caobas, pinos y tecas, este último ideal para construir mástiles de embarcaciones marítimas.
Hermosos paisajes de coloridas rosas silvestres, margaritas, romerillos, helechos arborescentes, plantas de atractivos aromas o con propiedades medicinales, esperan para ser admirados a través de senderos que el hombre, en su ir y venir por esas tierras, se ha encargado de trazar.
Las llanuras exhiben cultivos de tabaco y caña de azúcar, como parte de las tradiciones económicas cubanas que la región contribuye a sustentar. Plantaciones de plátano y tubérculos destinados a la alimentación humana, como la malanga, la yuca y el boniato, también brotan del interior de sus fértiles y prodigiosas tierras.
Sin embargo, las maravillas del Escambray no se limitan sólo a la flora y al espectáculo visual que ofrecen sus cumbres. El Lago Hanabanilla y cristalinos ríos con sorprendentes saltos de cascadas que desembocan en refrescantes piscinas naturales, son sitios destinados al paseo, la pesca y el baño, fundamentalmente en el verano, aunque debido al clima de montaña las temperaturas en la etapa estival oscilan por los 21 grados Celsius.
El Escambray atesora enigmáticas cuevas donde habitan los murciélagos de la especie mariposa. Resulta común ver sobrevolando cotorras al aire libre, tocororos y zunzunes, así como observar jutías y otros tipos de roedores entre las hierbas. Venados o cerdos «jíbaros» (silvestres) también forman parte de la fauna serrana.
Zona propicia para el ecoturismo
Son numerosos los sectores desde donde puede acceder a esas atractivas montañas. Lo mismo da si se encuentra en el municipio espirituano de Trinidad, el villaclareño de Manicaragua o la mismísima ciudad de Cienfuegos. El destino será similar, así como la sensación de ascender a un paraíso.
Hay quienes prefieren transitar por los senderos de las laderas abruptas, como modo certero de conocerlas a plenitud. Respirar el ambiente plagado de humedad y libre de contaminación ambiental, resulta un fabuloso ejercicio por esos lares de la geografía cubana.
Desde Trinidad, por ejemplo, se ofrece una excursión de senderismo que bajo el nombre de «Trinitopes» facilita un recorrido por la zona de Topes de Collantes, un parque natural ubicado a 800 metros sobre el nivel del mar.
Mientras recorre los senderos de Topes, podrá admirar las plantaciones de café, la flora, la fauna y conocer las costumbres de los habitantes de esas zonas. Quizás sin percatarse, llegará a la cascada del Río Caburní, que alimenta las piscinas naturales aptas para un inolvidable baño y fotografías espectaculares. La excursión ofrece además un almuerzo típico cubano en un restaurante cercano, llamado «Mi Retiro».
El atractivo encanto del Lago Hanabanilla
Por otra parte, si en Villa Clara desea practicar ecoturismo, no deje de visitar la reserva natural Hanabanilla donde se encuentra, rodeado por espectaculares paisajes, un lago intramontano de 18 kilómetros cuadrados, único de su tipo en el país antillano. Justo enfrente está el hotel homónimo, perteneciente a la cadena Islazul.
Además de paseos en botes y lanchas rápidas para extasiarse con el espejo de agua, que por momentos parece haber sido extraído de un cuento de hadas, podrá también bañarse en las pozas se nutren de altas cascadas, principalmente en las zonas de los ríos El Nicho, El Negro y Hanabanilla. Si gusta de pescar, las tranquilas aguas del lago son ideales para la actividad. Allí los pescadores deportivos capturan a diario decenas de truchas, aunque lejos de los niveles de décadas pasadas.
Mitos de la serranía
Pero si por casualidad está de visita en la provincia de Cienfuegos, conocida como «La Perla del Sur», podrá descubrir muchas de las maravillas ocultas en la pródiga naturaleza del Escambray cienfueguero. Tan sólo 56 kilómetros separan a esa ciudad de la Cueva de Martín Infierno, en una altura localizada a 650 metros sobre el nivel del mar.
Cuentan que la zona es famosa por un esclavo de nombre Martín, que en tiempos de la época colonial, escapó de una hacienda trinitaria y quiso hacer de la cueva su morada. Sin embargo, al desconocer su interior, cayó al precipicio donde descansa una de las estalagmitas más altas del mundo, que mide casi 70 metros.
La historia comenzó a popularizarse y los lugareños se referían a la cueva como «Infierno de Martín», hasta que prevaleció el nombre de Martín Infierno, tal y como se le conoce en nuestros días, a pesar de que no existen evidencias de restos humanos que confirmen la versión oral.
Lo cierto es que la cueva fue inscrita como Monumento Nacional en 1990 y está rodeada de hermosas colinas boscosas. Su interior atesora endémicas flores de yeso y pequeños riachuelos.
Por esas sorpresas que entraña cada porción de la Sierra del Escambray, resulta fascinante recorrer parte de sus valles y montañosas florecidas. Deleitar la vista con tal accidente geográfico de seguro será una experiencia inolvidable.
Montañas que han sido testigos de la historia
Los paisajes del Escambray han sido escenario de innumerables acontecimientos de la historia de Cuba, desde las conspiraciones decimonónicas que buscaban la independencia de la Isla, hasta las llamadas «luchas contra bandidos» desarrolladas en la segunda mitad del siglo XX a raíz del triunfo guerrillero de Fidel Castro.