Hoy le invito a conocer la calle Zanja, otra de las concurridas arterias habaneras que destacan por su rica historia, sus múltiples nombres, la ubicación y los sitios llamativos que la rodean. Le propongo desandarla de oeste a este, desde su nacimiento a la altura de la calle Infanta en los límites del Vedado, hasta su extinción en Dragones.
El paseo desde Infanta los conducirá por una avenida de doble vía, con abundante circulación vehicular que se va adentrando en la parte antigua de la ciudad, despoblada de vegetación o espacios de sombra. A ambos lados coexisten edificaciones de diversos estilos arquitectónicos, que evidentemente representan el paulatino crecimiento de la ciudad, su vejez y un poco de descuido.
Más adelante se topará con otras importantes intersecciones, primero con la calle Félix Varela y luego con la Avenida Italia, conocidas popularmente como Belascoaín y Galiano. Continúe entonces sólo un poco más, hasta que Zanja se una con Dragones, cerca del hermoso edificio de la antigua Compañía de Teléfonos de La Habana (hoy ETECSA) y justo unas cuadras antes de llegar al Capitolio Nacional.
El Barrio Chino
En su trayecto por la demarcación de Centro Habana, paralela a otras importantes arterias como Reina y Carlos III, Zanja se extiende a través del corazón del Barrio Chino de la ciudad capital cubana. En algún momento fue considerado como el segundo de mayor importancia a nivel mundial, solamente antecedido por el de San Francisco en los Estados Unidos. Es un sector muy popular, legendario, misterioso y ancestral, imbuido en cientos de historias y muchos sitios de interés.
Recoge la historia que en 1850 miles de trabajadores de Hong Kong, Macao y Taiwán llegaron a Cuba contratados para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar y café. Ya para principios del siglo XX se contabilizaban unos 250 mil, sumando a sus descendientes. Con ellos también desembarcó su cultura.
Precisamente en la calle Zanja se crearon varios de los primeros comercios y servicios de propiedad china en Cuba, cuyas estructuras aún se mantienen en pie, en diferentes estados de conservación. Pequeñas fondas, restaurantes, farmacias, cines, teatros, zapaterías, lavanderías, puestos de frutas y verduras, talleres y otros muchos establecimientos, formaron parte de los nuevos negocios.
Actualmente, y a pesar de que permanecen pocos descendientes de chinos originales en el barrio, resalta por ser una zona muy concurrida y pintoresca, con letreros de caracteres asiáticos, banderolas rojas y amarillas. Llama la atención la pequeña y estrecha calle Cuchillo, en las inmediaciones de Zanja, Rayo, San Nicolás y Dragones.
Le propongo que se adentre en ella y se siente en uno de sus establecimientos comerciales, especialmente en uno de los restaurantes. Mientras degusta los deliciosos platos tradicionales, le contaré por qué la calle Zanja lleva ese nombre.
La Zanja Real
Los inicios de la actual calle Zanja se remontan a la creación de la Zanja Real, el primer acueducto que se construyó en Cuba. Inicialmente, las obras estuvieron a cargo del maestro Mayor Francisco de Caloma y los trabajos se extendieron desde 1566 a 1592, cuando concluyeron bajo la dirección del ingeniero Bautista Antonelli. El costo total fue de 35 mil pesos, de entonces, y tenía como objetivo transportar agua hasta la entonces llamada Villa de San Cristóbal de La Habana.
Para ello se excavó en el suelo un gran canal de aproximadamente 13 kilómetros de largo y un metro de ancho en su superficie, que se abastecía del capitalino río Almendares, limpio y más caudaloso por aquellos tiempos.
Más de dos siglos fluyó el agua de la Zanja Real por esta calle hasta que en 1835 se construyó el Acueducto Fernando VII. La Zanja, sin embargo, continuó llevando el preciado líquido hasta varias zonas del puerto y la ciudad de extramuros durante gran parte del siglo XIX. Para esa fecha ya era una vía ampliamente transitada.
Puentes y fuentes en Zanja
Cruzar la Zanja con el Acueducto en medio, podía resultar una tarea complicada. Es por ello que en sus primeros compases se crearon tres puentes. Uno estaba en la esquina de la calle Lealtad y era llamado Sedano; otro se hallaba en la calle Manrique, y un tercero se levantaba sobre la actual calle Galiano, llamada Galeano por aquella época.
Con el paso de los años, el conducto se fue soterrando en algunos tramos y se fueron creando áreas sólidas por las que se hacía posible el acceso vehicular y peatonal. Esto contribuyó, sin dudas, a que la zanja se fuese convirtiendo en calle.
En su trayecto el agua desembocaba en fuentes públicas, algunas de ellas monumentales, resultantes del perfeccionamiento necesario para evitar la contaminación e insalubridad. Testigos de esos tiempos son las fuentes de la Plaza de San Francisco y la que sirve desde 1836 como centro a la Plaza Vieja; antes Plaza Nueva, que ocupa el sitio donde se erigió en 1708 la primera fuente pública de La Habana. Todos estos elementos antecedieron y contribuyeron a que la calle donde estaba la Zanja Real, se trocara en una arteria de la urbanización con abundante concurrencia.
Zanja y sus otros nombres
Como es de suponer, desde el inicio todos conocían a esta avenida como Zanja. Sin embargo, fue modificando su nombre. Durante una etapa se le designó Línea del Ferrocarril, por haber sido lecho temporal de un tranvía, y para 1916 pasó a llamarse Carlos Juan Finlay, en homenaje al eminente médico cubano que descubrió el agente transmisor de la fiebre amarilla. En 1936, no obstante, se decidió retomar el nombre original y así lo ha mantenido hasta nuestros días, haciendo honor a su función primigenia: Zanja, una calle que conecta a La Habana moderna con la historia y las tradiciones.
Cerca de Zanja, otros paseos
Luego de conocida la calle Zanja y mientras recorríamos el Barrio Chino de La Habana, le propongo visitar otros sitios cercanos a los que puede llegar caminando: el Parque de la Fraternidad, el Capitolio Nacional, el Palacio de Aldama, la Fuente de la India, el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso y el Parque Central. A partir de allí, elija sin recelos. La invitación está hecha.