El Papa Francisco en Cuba

El Papa Francisco en Cuba

Ante todo, pido disculpas por alguna que otra expresión ligera y superficial, pero los que no somos enconados devotos asumimos la figura del Papa como una representación cultural, mística, tradicional e influyente; pero eso sí, con mucho respeto como debe ser ante el máximo estadista del Vaticano o el líder espiritual de dimensiones profundas y alcance universal. Atestiguar su presencia, siempre resulta un hecho trascendental.

Atestiguar su presencia, siempre resulta un hecho trascendental

Aunque suene raro, Cuba ya estaba acostumbrada a recibir a los más recientes herederos de San Pedro. Con Francisco, eran ya tres pontífices viajando a la Mayor de Las Antillas en menos de dos décadas. Luego de años de tormenta entre la Iglesia y la Revolución Cubana, de pronto la Isla parecía hallarse en la ruta de los papas. Comenzó el aclamado Juan Pablo II, en 1998, como el primero en la historia de esa nación, luego Benedicto XVI, en 2012 y Francisco, en 2015.

El misionero de la misericordia nunca había pisado tierras cubanas

El misionero de la misericordia nunca había pisado tierras cubanas, pero desde hacía meses, en muy estricto secreto, estaba contribuyendo a cambiar el curso de los acontecimientos terrenales. El país y el mundo ya conocían de su mano decisiva en el deshielo de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, un aporte sin precio de Su Santidad.

Un regalo que el Papa «rechazó»

Un regalo que el Papa 'rechazó'

Francisco ofició tres suntuosas misas en Cuba, bendijo ciudades y estatuas. Visitó personalmente al convaleciente Fidel Castro y habló con los jóvenes del futuro y la actualidad. Pero no se le recuerda tanto por nada de eso como por el modo discreto de «negarse» a un regalo especial.

El presidente de la Isla ofreció a Francisco la obra «Milagro», un cristo en cruz de remos creado por un hombre de mar, Alexis Leyva «Kcho», expositor permanente del Moma y uno de los artistas más cotizados y reconocidos de ese país. Lejos de atesorar el presente en las insondables arcas vaticanas, el cristo fue enviado a la iglesia de San Gerlando, en la isla de Lampedusa.

Un cristo cubano recibe en la puerta de Europa a seres humanos que vienen por mar

El papa envió este «Milagro» en ayuda de los refugiados, un cristo que los lugareños llamaron el «Cristo del Mediterráneo». El artista dijo que estaba hecho por todos los cubanos, por toda Cuba que también ha perdido a mucha de su gente intentando emigrar. Quizás por eso Francisco quiso tender puentes ante un drama similar. Hoy, un cristo cubano recibe en la puerta de Europa a seres humanos que vienen por mar.

La iglesia cubana recibe a Su Santidad

La iglesia cubana recibe a Su Santidad

Heredera directa de la iglesia española, la fe católica en Cuba cuenta con decenas de congregaciones y órdenes religiosas, y cientos de templos consagrados a las necesidades espirituales de ese pueblo. La arquitectura católica guarda increíbles sorpresas en cada pueblo o ciudad, obras de arte al aire libre que preservan del bullicio de la vida cotidiana, espacios sagrados de recogimiento y paz.

Si se anima y sigue la ruta del Papa Francisco, no puede olvidarse ni del Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, ni de la Catedral de La Habana. Distantes a casi mil kilómetros, en Santiago de Cuba y La Habana, pero cada una posee sólida y propia identidad. En la Catedral aún se respira el aire suntuoso de las familias de abolengo en la colonia, mientras que en el Cobre todavía hoy parece escucharse al esclavo cimarrón. Es muy fuerte la impresión que uno se lleva de aquel valle rebelde y abrupto donde descansa la Caridad.

El pueblo cubano recibio con jubilo al Papa

En Cuba, si bien se cuentan entre los fieles a todos los niños llevados a bautizar, la religiosidad se expresa de una manera mucho más enrevesada y compleja de explicar. Conviven innumerables religiones y credos en una mezcla colorida, pero siempre marcada por el ecumenismo y la intención de paz. Allí no son comunes los conflictos religiosos de ninguna naturaleza.

Entre la gente de pueblo

El Papa entre la gente de pueblo en Cuba

Desde las primeras horas en Cuba, Francisco dio de qué hablar. Los cubanos comentaron a la prensa sobre su compromiso con los problemas del mundo y, sobre todo, su forma directa de llamarle al pan, «pan», como se suele decir. Anita, practicante de la santería africana, bastante alejada del catolicismo en su religiosidad, explicó a uno de los cientos de reporteros presentes que pidió:

«Aché pa’ él, ¡Este es un hombre bueno, este sí es un Papa de verdad!»

En Holguín, justo antes de bendecir una estatua, llovió después de muchos días sin suceder, y los lugareños comenzaron a hablar de milagros.

Un Papamovil mas sencillo de lo usual

En la Catedral de Santiago de Cuba, agotada casi la agenda oficial y antes de la despedida, el Papa ofreció a los cubanos una bendición tremenda. Allí, bajo el sol oriental, rodeado por una desbordada multitud, pidió a todas las madres cubanas poner las manos en su panza.

«¡A todas las madres cubanas preñadas de esperanza!»

Y añadió con su gracioso modo argentino de hablar:

«¡Yo las bendigo y también a sus nenes para que vengan sanitos con la gracia de Dios!»

Y enseguida añadió su habitual frase final:

«¡Pero sólo les pido una cosa, no se olviden de rezar por mí!»

El Papa Francisco agradeció a los cubanos

El Papa Francisco agradeció a los cubanos

El Papa Francisco en Cuba no tuvo tiempo de disfrutar de las bondades naturales de la isla, de sus arenas blancas, el mar y el ocio, pero se fue curtido de un calor diferente, humano. A pocos minutos de marcharse, confesó sonriente:

«¡No voy a olvidar esta acogida, me he sentido en familia, en mi propia casa!»

Aunque, si se fijan en las fotos, el sol también lo bronceó.

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