La Habana baila guaguancó

La Habana baila guaguancó

Suena la clave, pa pa, pa pa pa, se incorpora una tumbadora y luego otras dos. El ritmo pegajoso, que hace mover el cuerpo de forma involuntaria, ya está. El solista irrumpe con voz añeja a la la le, la la, la la laaaaa, y el coro contesta Aeeee. Después el solista vuelve: Oye mi primo Angelito, oye mi primo Angelito, tú sabes que ayer me encontré, con Belascoaín y San Rafael y le pregunté por Gervasio. Las tumbadoras se oyen más fuertes, el ritmo se acelera, no hay que pensarlo, hay que ponerse de pie y bailar, aunque no se sepa cómo. Qué buena estaba la rumba en Galiano y San Miguel, la rumba me está llamando en Galiano y San Miguel.

Ninos bailando guaguanco

Así suena un guaguancó tocado y cantado por Los Papines, entre sonoridades antiguas y nuevas como La Habana, se mencionan nombres de calles de la ciudad, como si se tratara de personas.

No lo piense más, si viaja a La Habana, escuche y baile guaguancó.

Para saber de qué estamos hablando

El guaguancó es un ritmo oriundo de La Habana y pertenece a la familia de la rumba, sonoridad de origen afrocubano que involucra elementos de la música española. Hay tres estilos de rumbas, el guaguancó, el yambú y la columbia, estos dos últimos se dice son originarios de la provincia Matanzas.

Cubano bailando guaguanco en el Callejon de Hamel

Después de la abolición de la esclavitud en la Mayor de las Antillas, en 1886, y con la caída de los precios del azúcar, comienza una migración hacia zonas suburbanas de la capital de una población compuesta por negros, mulatos y blancos de orígenes humildes. Este nuevo sector asentado en la ciudad comienza la convivencia en grandes casas convertidas en cuarterías multifamiliares conocidas como solares.

Solar habanero

El solar será cuna fundamental para el surgimiento del guaguancó. Este ritmo aparece como una forma de diversión, no religiosa, que evidencia características muy sobresalientes del habanero, como son el choteo y el doble sentido. Muchos de los temas de las canciones están ligados a situaciones que proceden de la cotidianidad y la convivencia.

Con cualquier cosa se toca un guaguancó

En los inicios de este nuevo ritmo se empleaba cualquier objeto de uso común para percutir y “armar el guaguancó”. Cucharas para repiquetear, un sartén, una gaveta, una tabla de escaparate, en fin, objetos de la vida cotidiana.

Jovenes promesas de la musica tradicional cubana

Luego estos se sustituyeron por instrumentos musicales. La clave, sobre la que se construye el resto de los ritmos; luego le siguen en importancia las tumbadoras y se emplean tres con diferentes nombres y propósitos dentro del guaguancó: el “salidor”, “tres golpes” y “quinto”. Otros instrumentos son el chekeré y los nkembi o marugas metálicas.

¿Cómo se baila el guaguancó?

Además de ser un ritmo musical tiene una forma particular de baile. Se realiza en parejas y se caracteriza por un acto que representa la “conquista” del hombre a la mujer deseando “vacunarla”. El “vacunao” lo ejecuta el hombre con un gesto pélvico de connotaciones sexuales. En ocasiones los hombres usan un pañuelo en la danza como parte del “vacunao”.

Chico bailando guaguanco

El papel de la mujer en este baile es huir y atraer al hombre, del cual intenta defenderse usando los movimientos de su saya. La gestualidad corporal y facial juega un rol importante en el acompañamiento de la letra. La picardía se evidencia en los rostros de los danzantes, la alegría y el disfrute es parte también de este baile habanero.

El guaguancó tuvo su reina, Celeste Mendoza

¡Celeste!
¿Qué Papines? Estoy aquíiii.
Triste, triste me pongo, cuando no siento la rumba.
Muchachos olviden, olviden las penas, que tengo ganas de bailar.

Explosion rumbera

Es notable para el guaguancó el haber tenido una reina, pues hasta la llegada de Celeste Mendoza y su éxito rotundo, este ritmo había sido terreno solo de los hombres. Celeste aportó al género la feminidad, y pasión que la caracterizaron.

La reina del guaguancó nació en Santiago de Cuba en 1930. En la década del 50 es aceptada como cuerpo de baile en el prestigioso cabaret Tropicana. Muy rápidamente destaca por sus interpretaciones en estilo guaguancó, por su bien timbrada voz y su agresividad interpretativa. Participó en películas y cantó en programas de radio.

Actuó junto a grandes exponentes de la música cubana de la época como Los Zafiros, Elena Burke, Bola de Nieve. En sus actuaciones lo cubano se traducía en lo desmedido, en la risa y la sensualidad.

Otros cultores importantes del guaguancó

Yen ye ma oma ma ma La Habana entera.
Quién no baila quién no goza La Habana entera.

Explosion rumbera

Así cantaba Carlos Embale un importante intérprete del guaguancó, nacido en el barrio de Jesús María. Fue parte del conjunto Matamoros y más adelante del septeto Ignacio Piñeiro, pero también colaboró con Benny Moré y Compay Segundo.

Otros importantes exponentes del guaguancó son Los Papines considerados como los reyes de la percusión cubana.

Bailar guaguancó en La Habana

Hoy este género musical está vivo en La Habana y es parte de la expresividad gestual de los habaneros. En algún solar de Centro Habana u otras zonas de la capital cubana se puede “formar un guaguancó” de manera espontánea.

Habanero con el ritmo en el cuerpo

Es por ese gusto del habanero por su baile y por lo atractivo del ritmo para quienes visitan la isla de Cuba, que cada año se celebra el Festival Timbalaye (usualmente en Agosto) con un amplio programa de divulgación, escenario idóneo para que los interesados puedan disfrutar del guaguancó.

Además de este festival, en el famoso Callejón de Hamel que se encuentra en Aramburo, entre San Lázaro y Ánimas en Centro Habana, se puede disfrutar de este ritmo todos los domingos a las 12:00 pm. En este mismo sitio encontrará un bar – cafetería y un restaurant de comida típica cubana.

Un domingo por la tarde en el Callejon de Hamel

Debido a la trascendencia de la rumba y del guaguancó como parte de ella, en 2016 pasaron a ser inscritos en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

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