Calles con historias: Amargura

Calles con historias: Amargura

Puede que para el caminante resulte curioso encontrar una calle que responda al calificativo de «Amargura» en el corazón de La Habana Vieja. Quizás al escuchar su nombre o leerlo plasmado en los letreros que la anuncian desde las esquinas, llegue a pensarse en una vía áspera o desagradable, pero nada más alejado de la realidad.

Señal identificando la calle Amargura en La Habana Vieja

Amargura es una de las calles más agradables de La Habana, estrechamente ligada a la historia de la ciudad y de la religiosidad popular, en especial del catolicismo. Singulares edificaciones de puntal alto se elevan a ambos lados de sus aceras, entremezcladas con el bullicio de la urbe, lo cual crea un ambiente placentero para quien la recorre en cualquier sentido.

Habanera recorre tranquilamente las calle Amargura de La Habana

Sin embargo, lo más interesante de Amargura son las anécdotas que la han hecho crecer dentro de la cultura popular habanera. Tales historias la han convertido en merecedora del respeto y la admiración de quienes por ella circulan y reconocen en cada esquina un reducto de historia.

Tradición religiosa

Cuentan que cuando La Habana comenzó a adquirir un verdadero carácter urbano, desde el siglo XVII los habitantes asumieron como costumbre religiosa celebrar la Semana Santa con un «Vía Crucis» que salía los viernes de Cuaresma desde la Basílica de San Francisco.

Turistas y Habaneros transitan por la calle Amargura en el corazon de La Habana

La procesión atravesaba la plaza homónima y se adentraba en Amargura, para recorrerla de este a oeste. Esa veneración a la pasión y sufrimiento de Jesucristo culminaba en la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje y se extendió hasta el siglo XIX.

Habaneros conversan en una de las mansiones de la calle Amargura

A lo largo del periplo, los peregrinos realizaban varias paradas y, entre cánticos y rezos, marchaban en sentida ceremonia hacia la iglesia de destino. Se dice que las estaciones estaban marcadas por cruces verdes que distaban cerca de 200 metros una de otra, en torno a las que se reunían los feligreses para escuchar la lectura correspondiente. En la esquina de Amargura y Mercaderes, donde se encuentra emplazada la actual Casa del Chocolate, sobresale una persistente cruz que evoca aquellos tiempos.

La calle de varios nombres

Aunque todo parece indicar que el nombre de Amargura es resultado de la cultura popular, los registros oficiales dan cuenta de que en los primeros años de creada la vía, entre los siglos XVI y XVII, se le llamó «Calle del Humilladero», por una gran cruz que se enclavó en ese periodo en el mismo sitio que hoy ocupa la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje.

Calle Amargura, Habaneras conversan animadamente

Cuando comenzó la tradición del Vía Crucis, ante la proliferación de las cruces verdes en las esquinas que anunciaban las estaciones, los habaneros comenzaron a nombrarla «Calle de la Cruz Verde», a excepción del tramo entre las calles Villegas y Compostela que se denominó «De las Piadosas Mujeres», pues allí se recordaban las féminas que acompañaron a Jesucristo en su ruta hacia el Monte Calvario.

Al erigirse el convento de San Agustín, la calle también adoptó ese nombre. Posteriormente se le llamó «Bernaza», por un famoso panadero que tenía su negocio allí. Luego se nombró «Marta Abreu», en homenaje a una patriota cubana decimonónica y, ante la posibilidad de que Gabriel de la Concepción Valdés, apodado «Plácido», uno de los mayores poetas cubanos del siglo XIX hubiese nacido en sus predios, se le comenzó a conocer de ese modo.

Edificios coloniales de la calle Amargura de la Habana Vieja

Sin embargo, el nombre Amargura siempre estuvo latente entre los habitantes, que nunca renunciaron a llamarle así. Nada pudo frenar la fuerza de la tradición.

Típica arquitectura colonial

Amargura es idónea para quien desee deleitarse con las huellas de la arquitectura colonial en el Caribe. Se caracteriza por la estrechez propia de una época en que sólo existían carruajes tirados por caballos. Los edificios suelen ser de tres pisos, con pilastras elevadísimas, amplios ventanales y puertas que antaño ayudaban a mitigar el húmedo calor de las tardes tropicales.

Bancos de descanso en La Habana Vieja, calle Amargura

Diminutos balcones sobresalen, en algunos casos con atractivos decorados, que confieren a la vía una sombra elegante, capaz de refrescar a los transeúntes y albergar a los vecinos reunidos en alguna esquina, mientras juegan al dominó o conversan animadamente sobre los sucesos del día.

Aunque algunos inmuebles muestran pistas del deterioro sufrido por el paso de los años, la inmensa mayoría evidencia el esplendor que le ha propiciado el proceso de restauración que beneficia a La Habana Vieja desde hace un buen tiempo, en especial en los tramos de Amargura que se encuentran más cercanos a la Calle de los Oficios. Allí sobresale un esplendoroso decorado con arbustos en jardineras de barro.

Ritmo y sabor

En Amargura también hay sitio para el arte y para deleitarse con innumerables ofertas gastronómicas. Resulta común observar las estatuas vivientes que dan vida a la calle, al tiempo que la decoran. En tiempos del Festival Internacional de Danza en Paisajes Urbanos Habana Vieja: Ciudad en Movimiento, Amargura es invadida por atrevidos bailarines urbanos.

Calle Amargura, cubanas despues de las compras de domingo

Sin embargo, muy llamativo y concurrido es el espacio comprendido entre San Ignacio y Mercaderes, donde tiene su sede desde hace unos años la Compañía Teatro Retazos. En ese mismo tramo se encuentra el notorio Museo Casa del Chocolate, donde además de degustar la apasionante bebida fría o caliente, deliciosos bombones o figuras de chocolate, se puede conocer sobre su historia y evolución.

Paladar en la calle Amargura cerca de la Plazuela del Angel

A escasos metros, con la férrea y evidente intención de mejorar el sabor antiquísimo de la calle, aparece La Colmena, tienda de la miel única de su tipo en esa capital, que comercializa auténtica miel cubana en envases de distintos tamaños, formas y precios; así como complementos nutricionales o vinos derivados de este producto natural. En la esquina con San Ignacio, por su parte, sobresale la fachada barroca del Hotel Raquel, construido a inicios del pasado siglo y de estilo Art Nouveau en su ornamento interno. Así de variados son el paisaje y las opciones que nos esperan en Amargura, que ya no tiene que ver con sufrimiento y aflicciones.

La Reina Sofía en la calle Amargura

Además de los concurridos negocios privados que funcionan en la zona, en la esquina de Amargura y la Calle de los Oficios se localiza el Café del Oriente, elegante restaurante habanero que fuera visitado y alabado en 1999 por la Reina Sofía.

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