La excursión que le propongo abarca 1,82 kilómetros para recorrer caminando. Servirá para ejercitarse, conocer la cultura cubana, con énfasis en su religiosidad y su historia.
Como siempre le aconsejo: vista un par de zapatos cómodos, lleve consigo una botella de agua o de cualquier bebida refrescante. Le recuerdo llevar su dispositivo para tomar fotografías, porque va a encontrar lugares increíbles que querrá recordar o mostrarle a sus amistades y familia.
Un viaje a los orígenes de la «Ciudad Maravilla»
Se inicia en la entrada de su bahía y se extiende, paralelo a su ribera, hasta cerca de uno de los fragmentos de su antigua muralla protectora, muy cerca a la Estación Central de Ferrocarriles, actualmente en remodelación.
Es un momento único para disfrutar de su patrimonio arquitectónico construido durante la época colonial (siglos XVI – XIX), bien conservado y vivo en su esencia. En él encontrará los más variados servicios, con el propósito de convertir su estancia, en una jornada inolvidable.
Las fortificaciones coloniales
Para comenzar su andar por esta bella porción de La Habana, le sugerimos la plaza que se encuentra en la misma entrada de la bahía. Ella forma parte de la pequeña fortaleza que allí encontrará: el Castillo de San Salvador de la Punta.
Construido en 1590, forma parte del sistema de fortificaciones, utilizado como defensa ante los frecuentes ataques de corsarios y piratas, y para protección de la flota española portadora de todas las riquezas extraídas de sus colonias americanas.
Las construcciones defensivas la complementan dos monumentales edificaciones que podrá apreciar en la otra orilla: el Castillo de los Tres Reyes del Morro, enclavado en el peñón de entrada al puerto, con su imponente faro que comparte su luz, cada noche, entre el mar y la ciudad; y la Fortaleza de La Cabaña, contigua al castillo.
Ambas podrá visitarlas en otra ocasión porque, entre otras satisfacciones, ofrecen una vista inolvidable de La Habana.
Cruza a la calle de la alegría
Le aconsejamos que cruce al otro lado de la avenida para descubrir dos lugares donde brota alegría. El primero es una construcción al aire libre: el Anfiteatro de La Habana, construido desde 1936, donde se ofrecen espectáculos musicales durante las noches, principalmente los fines de semana.
A continuación, encontrará un amplio parque infantil, llamado La Maestranza, siempre animado con el ir y venir de pequeños niños.
Para homenajear la cultura cubana
La siguiente cuadra está dominada por la plaza que homenajea a uno de los más insignes educadores cubanos: José de la Luz y Caballero, cuyo busto se encuentra situado en un pedestal en el centro de este espacio.
Al fondo, encontrará una amplia fachada de estilo barroco. Es el antiguo Seminario de San Carlos y San Ambrosio, construido en 1767 por la orden de los jesuitas.
El edificio, una de las escuelas religiosas más importantes del país durante el siglo XIX, y formadora de sacerdotes católicos hasta inicios de la presente centuria, cobija, hoy día, el Centro Cultural Padre Félix Varela, institución laica donde se ofrecen cursos de superación y promueve actividades culturales de los más diversos tipos, destinadas a la población citadina.
La Giraldilla, símbolo de la ciudad
Si retoma la caminata por la misma senda encontrará, inmediatamente, una fortaleza pequeña cercada, con un puente levadizo que permite el acceso. Es el Castillo de la Real Fuerza, construido en 1577 y, en la actualidad, sala de exposiciones.
En su torre o atalaya, se encuentra una veleta en forma de mujer, es la Giraldilla de La Habana, símbolo de la ciudad. La que apreciará allí es una copia de la efigie original, conservada en uno de los museos de la capital cubana.
En el mismo sitio donde se encuentra la entrada a la fortaleza, verá la calle que le lleva hasta la Plaza de Armas, un área emblemática que merece un recorrido debido a los lugares que agrupa.
Un espacio religioso ecuménico
Algo similar ocurre con nuestro próximo destino unas cuadras más adelante: la Plaza de San Francisco de Asís, también conocida, popularmente, como la «Plaza de las Palomas».
Zona bulliciosa, siempre llena de visitantes nacionales y foráneos, contiene otros tantos lugares a los cuales deberá consagrar un poco de su tiempo en esta visita a Cuba.
Antes de llegar al lugar verá, al otro lado de la avenida, la Terminal de Cruceros «Sierra Maestra», muelle donde atracan los cruceros, una de las vías a través de la cual llegan la mayor cantidad de visitantes a la urbe.
El edificio que le da nombre a la plaza antes mencionada, es el Convento y Basílica Menor de San Francisco de Asís. Sin perder su aire religioso, está concebida para disfrutar buena música clásica, interpretada por los mejores artistas del patio y extranjeros.
Muy próximo a la acera hay una modesta entrada que permite el paso a un jardín consagrado a la Madre Teresa de Calcuta, recordada mediante una estatua de bronce.
El jardín es un patio cercado, que aísla un poco de los ruidos citadinos y del ir y venir de la plaza. Lo recomiendo como un buen sitio para descansar en esta ruta, y admirar las esculturas que allí se encuentran.
Y como si emergiera de una leyenda, descubrirá un pequeño templo: la Sacra Iglesia Catedral Ortodoxa de San Nicolás de Mira. Puede entrar y admirar los maravillosos murales pintados en su techo.
Museo para el hijo alegre de la caña de azúcar
El ron, una de las bebidas alcohólicas características de Cuba, es conocido como «el hijo alegre de la caña de azúcar», de la cual se extrae.
Unos metros después de la plaza, encontrará un edificio y museo dedicado a la explicación de su producción. Maquetas, carteles e instrumentos relacionados con este proceso, le permitirán entender cómo se obtiene el ron cubano.
Al final, podrá degustar un trago de Havana Club y si le anima, comprar allí mismo cualquiera de las marcas nacionales, para compartirlo con familiares y amistades.
Cerrando la ruta por la Avenida del Puerto
A la salida se percatará de que, en la cuadra siguiente, se halla el Bar «Dos hermanos».
Es un espacio delicioso para disfrutar de un coctel o cualquier bebida refrescante, incluso, sirven buena comida. El lugar está ambientado al estilo de los años cuarenta del pasado siglo XX, con una estantería y una barra hecha de maderas preciosas.
Como todavía faltan muchos lugares por visitar, le propongo hacer una parada y regresar en otro momento. Si está de acuerdo, le recojo aquí mismo. Recuerde que siempre le acompañaré en este paseo a pie por La Habana.